Nadie dijo que ser héroe fuera fácil.
Es decir, la gente suele ver la parte divertida, en la que sólo consiste en usar los poderes con los que has nacido para vencer al malo de turno. Suele ser una batalla de cinco minutos y el héroe se lleva toda la gloria por hacer básicamente nada.
Bien, eso es lo que la gente piensa que consiste ser héroe. Pero no. Hay un entrenamiento previo, lágrimas de frustración, caídas, sudor y muchas derrotas antes de la primera victoria.
Quizá por eso sabía tan bien el ganar. Porque todo se ve recompensado. Pero no es suficiente, porque el ansia de igualar y superar los números de derrotas con victorias era grande. Se entrena más, se suda más, se exige cada vez más al propio cuerpo.
Pero todo se ve recompensado con la victoria, creando un ciclo.
Además de ello, había más parte que la gente normal no apreciaba. Por ejemplo, las misiones encubiertas. En esas podían aparecer tantos villanos como hormigas en el mundo, diferentes poderes, diferentes habilidades.
Meterse en la boca del lobo con la intención de destrozar cualquier nuevo invento que estén creando para sus malvados fines.
Esa vez, se trataba de unos nanochips que podían establecer un dominio mental en la persona que los llevase. Estaba todavía en fase experimental, pero no podían arriesgarse a que los completasen.
Bakugou iluminó la cueva en la que habían quedado atrapados mientras Kirishima insertaba el código que Deku les había enviado. No podían usar comunicaciones por miedo a que pudieran interceptarse, así que estaban a ciegas, solo con el plano digital que Kirishima tenía y los códigos que recibían para desbloquear las puertas.
También era importante saber trabajar en equipo, pero eso Bakugou no lo llevaba muy bien. Confiaba en pocas personas, y entre ellas estaban Kirishima y Deku. Cualquier otra oferta de equipo sin ellos sería rechazada.
Kirishima sonrió y señaló con la cabeza a la puerta abierta. Era raro verlo cubierto de negro de pies a cabeza, al igual que él. No había nadie en la sala, y Kirishima abrió el plano en su dispositivo mientras Bakugou vigilaba que nadie se aproximase.
—Según esto, esta es la sala central, y la científica está... —giró sobre sus talones hasta dar con una puerta amarillenta—. Ahí.
—¿Código? —preguntó mientras ambos se acercaban hasta ahí.
—Según esto, no lo necesitamos... —hizo una mueca—. Es muy raro.
Bakugou suspiró y abrió la puerta, dejando ver una oscuridad absoluta. Ambos entraron juntos, pero la puerta se cerró tras ellos en cuanto se adentraron.
Las luces entonces se encendieron, dejando ver a los múltiples villanos que les rodeaban por todos lados.
Se pusieron espalda contra espalda, aguardando unos minutos para observar si atacaban primero.
—Una trampa, ¿eh? —sonrió Bakugou—. No podía ser tan fácil.
—Cuento treinta —canturreó Kirishima—. ¿A quinces?
—Si es que te dejo quince —rió el rubio.
—No te enfades si te dejo con cinco entonces.
Compartieron una sonrisa cómplice y saltaron, usando sus quirks junto a maniobras que habían aprendido en la academia.
—¡Diez! —gritó alegre Kirishima, mientras pateaba la cara de otro—. ¡Once!
—¡Trece! —Bakugou uso una explosión en el rostro de quien pretendía tirársele encima—. ¡Pierdes práctica, pelo pincho!
—¡No eres el más indicado, que te pierdes todas las clases que puedes! —de una patada derrumbó a dos—. ¡Debes dar ejemplo como alumno de tercero!
—¡Me la suda lo que pueden pensar críos! —rodó los ojos mientras doblaba el brazo de un mujer que trataba de clavarle un cuchillo.
—¡Eso ya lo...! ¡Cuidado!
Kirishima se deshizo del hombre que le estaba atacando para correr hacia el rubio, saltando para evitar la explosión de una bomba donde estaba segundos antes Bakugou. No pudo salvar a la misma mujer que había, la misma que le lanzó la bomba.
—¿Estás bien? —ojos preocupados miraron a Bakugou con alerta.
—Perfectamente —alzó una mano hasta la mejilla del pelirrojo con una sonrisa.
Kirishima se sonrojó.
Segundos después, Bakugou creó una explosión en su mano, peligrosamente cerca del rostro de Kirishima.
—Catorce —sonrió más, y el pelirrojo tardó en comprender lo que había pasado.
—¡Eso es jugar sucio! —se quejó.
—De nada por salvarte la vida —rodó los ojos mientras atacaba a otro de los cuatro restantes.
Cuando acabaron con ellos, se dirigieron al panel que había en la sala. Leyendo por encima, descubrieron dónde guardaban en realidad las nanochips.
—Muy astutos —rió Kirishima mientras había una trampilla—. Pero algo antiguo.
—Vamos —suspiró Bakugou, adentrándose junto al pelirrojo—. ¿Izquierda o derecha?
—Derecha —respondió, divertido.
Ambos colocaron los explosivos en las paredes y se encontraron en el mismo punto prácticamente a la vez. Empezaron a discutir quién había ganado mientras conducían a los villanos fuera, atándolos con cuerdas especiales que el profesor les había dado para anular los quirks.
—Un minuto —Kirishima avisó, y nos se apresuraron a sacarlos de ahí, esperando a que Deku viniese con el vehículo que los llevaría de ahí.
El problema era que parecía habérsele olvidado.
—Como se haya quedado dormido, lo mato —amenazó Bakugou.
—Seguro que no...
Antes que pudiese acabar, una furgoneta frenó en frente suya. Al volante, Deku sonreía.
—¡Todos a bordo! —rió el pelirrojo, guiando a todos hacia la parte trasera del vehículo.
Una vez todos dentro, Deku pisó el acelerador y la explosión sonó más bien como fuegos artificiales.
—Bien hecho, Bakugou —sonrió Kirishima mientras ponía un brazo en sus hombros—. Aunque la siguiente, ganaré yo.
—¿Quién te dice que habrá siguiente contigo, pelo pincho? —arqueó una ceja.
—Oh, porque me adoras —guiñó un ojo—. Hasta los profesores lo saben.
—¿Esas son las mentiras que te dices para dormir mejor? —rió.
—Esas son las verdades que no quieres admitir —dijo, pícaro—. Una pena, ¿verdad, Deku?
El de pelo verde no respondió, solo dedicó una sonrisa nerviosa y agradecía que Kacchan estuviera en el lado de la ventana, porque Kirishima era un seguro de vida. No se atrevía a meterse en los extraños piques que tenían ambos.
—Miéntete si eso te ayuda —rodó los ojos.
Ambos rieron mientras los dedos de sus manos se enlazaban con los del otro y compartían sonrisas cómplices.
Solo ellos sabían lo que había entre ambos.
Y que era más que solo amistad.
ESTÁS LEYENDO
30 Days: Kiribaku short stories
FanficUn mes da para mucho, y los estudiantes de la UA nunca tienen tiempo de relajarse, Kirishima y Bakugou no son la excepción. Porque cada día contiene una historia que merece ser contada. ¿Os animáis a leerlas?