Holding hands

22.9K 1.2K 343
                                    

Impotencia.

Eso fue lo que Kirishima sintió cuando supo acerca de la desaparición de Bakugou. Sus puños se apretaron tan fuertemente que llegó a hacerse daño a sí mismo con sus cortas uñas. Las lágrimas fueron drenadas a tiempo para que nadie las viese, pero, en la soledad, cayeron.

¿Para qué estaba en UA si no servía para nada? No había podido hacer nada, no había podido ayudar contra los villanos, no había podido defender a sus amigos.

¿De qué le servía su quirk entonces si no había estado ahí, si no había podido salvarlo?

La idea le atormentaba, le estrujaba el corazón. Las pesadillas se hacían cada vez peores mientras más intentaba dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía distintos escenarios, cada cual peor. No quería ni imaginarse si alguno de ellos llegase a hacerse real.

Le daba miedo solo imaginarse que nunca más volvería a ver a Bakugou.

Y de esa impotencia, de ese miedo, surgió la ira. Una chispa de fuego que se avivaba cada vez más hasta llegar a consumirlo por completo. No podía esperar a que, simplemente, lo salvasen por él y no hacer nada. No podía confiárselo todo a los profesionales.

No había estado ahí una vez, no pasaría otra.

Pero Kirishima no era idiota. Sabía que no podía hacerlo solo. Él era uno, dos si Bakugou siquiera estaba consciente, pero ellos eran un grupo y estaban en su terreno. Lo que Kirishima necesitaba era ayuda. La mejor ayuda que pudiera recibir.

Y tenía que ser de la mejor clase de primero de la UA. Su clase.

Todoroki accedió rápido después de haber escuchado lo del rastreador de Yaoyorozu. Estaba dispuesto a ayudarlo, y Kirishima estaba encantado de ello. Todoroki era uno de los recomendados, de los más inteligentes y de los mejores quirks. Con su ayuda, Kirishima tenía muchas más posibilidades.

Pero Kirishima sabía que no podía conformarse sólo con él, porque no sería suficiente. Todoroki también lo sabía, y necesitaban a Yaoyozoru, la más inteligente de la clase y la que tenía el rastreador. Y Midoriya, que también entraba en el rango y tenía una extraña amistad con Bakugou, también era una de sus mejores opciones.

Todoroki le aconsejó que debían tener paciencia y trazar un plan junto a Midoriya cuando despertase, tras convencer a Yaoyozoru de darles la indicación del rastreador. Kirishima era consciente de que tenía razón y debía esperar, pero no podía. Simplemente, no podía sentarse y ver pasar las horas mientras Bakugou estaba ahí fuera, expuesto a peligros y él ahí, sin poder ayudarle.

Así que, mientras, se informó en Internet acerca de cosas que podrían servirle para su rescate, y se dio cuenta de que, si iba a ser de noche, necesitarían cosas obvias como ver en la oscuridad, y nadie tenía un quirk así. Si Yaoyozoru les ayudaba, podía crear una linterna o algo así, pero estaba débil y si tenía que usar su quirk, al menos que no fuera para algo inútil. Y eso siempre contando que accediera a ir con ellos.

Hizo una mueca al ordenador cuando vio el coste de unas gafas infrarrojas, y miró su hucha de Crimson Riot, que le sonreía desde el metal que guardaba su dinero para una nueva consola, un dinero que había estado ahorrando. Suspiró y se dirigió a la cocina a por un cuchillo.

La vida de Bakugou valía mucho más que cualquier consola.

★★★

Kirishima nunca había sido bueno a la hora de esperar y daba vueltas en pequeños círculos, impaciente. Todoroki estaba ahí, pero después de las palabras de Asui, dudaba si Midoriya iba a acudir. Iida también parecía estar en contra, y solo esperaba que no los delatase con los profesores, o tendrían un problema.

30 Days: Kiribaku short storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora