Capítulo 15

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      " Yo tenía razón. Nada me sale bien nunca" repetía, en voz alta, incontables veces. No encontraba la llave y lo único que deseaba era irse, y dejar ese lugar tan repleto de olor a desamor y engaño. Juraba que ese olor podía sentirse, sin importar lo que se haga para cambiarlo. 

        No quería hacer balances. No quería saber que era lo bueno y lo malo de ese amor. No quería hacer un conteo de lágrimas y sonrisas. Sabía que ese amor, aunque con bonus track, sólo había dejado pérdida. Se encontraba sola y en déficit. 

          Intentaba buscar las llaves pero las lágrimas y los nervios la habían dejado un poco ciega. Había entendido que las amenazas repetitivas de suicidio de Agustín la iban a terminar matando a ella. Sabía que necesitaba irse, apartarse. Aunque lo que nunca hubiera podido decir era que realmente quería dejarlo. Jamás podría haber afirmado que no quería besarlo una vez. O al menos, alguna despedida... 

          Entre ellos nunca habría despedida. No sabrían cómo despededirse, porque se alimentaban de esa toxicidad que intentaron con éxito llamar amor. 

        ¡Y cuánto había hablado ella de las relaciones tóxicas de los demás! Se había llenado la boca hablando de la necesidad de soltar lo que no te edificaba. Había hablado horas de la superación personal, y afirmado miles de veces que nadie necesita de otra persona para poder vivir. 

          ¿Dónde quedaron esas palabras? ¿En el primer beso? ¿En el primer "te amo"? ¿En las primeras veces que decidieron volver a intentarlo?

- ¿Y qué? ¿Y qué si tenés o tenías razón? ¿Qué mierda cambia eso?

  Rocío tan sólo lo miró. Lo odiaba.

- Empiezo a pensar que esperás que las cosas te salgan mal tan sólo para poder decir que tenés razón.

    Ella no se atrevía a hablar.

- No podés tener todo tan controlado, mi amor. Pero al menos decí algo.

- Sí, me doy cuenta. Esto se me fue al carajo. Se me fue al carajo. ¿Dónde mierda dejaste la llave?

- Mi amor, mirame...- decía él con una dulzura y paz en la voz, que parecían haber salido de otra persona.

- No Agustín, no te quiero mirar.

- No me mirás, porque si lo hacés, te vas a quedar conmigo.

         Rocío recordó que siempre había una llave en la alacena, de emergencia, debido a la cantidad de veces que Agustín perdía las llaves cuando más en El Bajo se convertía. 

             Intento abrir la puerta. 

              No pudo. Él había cambiado la cerradura. 

- Te dije, no podés tener todo tan controlado.

              Ay, ¿por qué no le advirtieron?

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