1. El palacio flotante.

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Estaba atado de pies y manos con una cuerda que me impedía volverme una sombra y escapar, había perdido la pelea.

Puedo soportarle un buen rato en combate, pero su poder es demasiado como para que yo pueda enfrentarme a ella sin tener un plan de antemano.

En estos momentos, aquella chica flota a mi alrededor mirándome con mala cara, le hice un pequeño corte en el brazo y se hizo un vendaje, por lo cual supongo, está disgustada.

-Esto dejará marca.-
Dijo la peliblanca.

-Lo hice a propósito.-
Respondí de forma cortante como siempre.

Ella al parecer se molestó más con mi comentario.

-¿Nunca te enseñaron a tratar a una dama?-

-¿Nunca te enseñaron a no tratar de asesinar a tus visitas?-

Detuvo su flote frente a mí por unos segundos y nuestras miradas chocaron durante ese tiempo.

Casi pude ver un rayo salir de sus ojos.

Esta mujer me cae pésimo, ni Akali o Irelia me caen tan mal, solo por el simple hecho de que ella me venció.

Siguió revoloteando mientras pensaba en algo, mientras, yo buscaba de deshacerme de estas cuerdas.

-¡Ya se!-
Exclamó con emoción y regresó en mi dirección buscando algún gesto bajo el yelmo, el cual no consiguió.

-Serás mi prisionero, y me hablarás sobre todas las cosas que han pasado hasta ahora en Jonia, los libros de mi biblioteca no me dicen mucho de esta era, solo hablan de una "Guerra Rúnica" que me cuesta un poco comprender debido a su complejidad.-

-No, prefiero que me asesines.-
Nuevamente no hablé más de lo que debía.

Ante mi negativa, ella sonrió y se dio vuelta, tomando consigo la cuerda y comenzando a arrastrarme adentro del palacio.

-No es lo que tú prefieras, es lo que yo diga.-
Dijo mientras seguía arrastrándome.

Yo por otro lado, me dejé arrastrar tranquilamente, la armadura me protegía lo suficiente como para que fuese levemente placentero, a excepción de las escaleras.

Llegamos a una especie de salón con varios pilares, una alfombra color púrpura llevaba hasta un trono el cual estaba rodeado por una cantidad grande de oro, plata y piedras preciosas, en casi todo había bastante polvo, no parecía darle mucho uso a esta habitación.

-Entonces...-
Dijo ella esperando a que yo hable.

-¿Entonces qué?-

-Dime, cómo son las cosas allá abajo.-

-No gracias, no soy mensajero y tampoco soy un diario.-
Realmente me estaba obstinando, terminaré mordiendo mi propia lengua.

-Si no me haces caso no saldrás de aquí jamás, y si te portas bien, te dejaré ir.-
Su tono de voz, era parecido al de una madre buscando de persuadir a un niño, a excepción de que esta era estúpidamente sexualizada.

-Ya dije que prefiero que me asesines, no soportaré vivir con la derrota.-

De esta forma pasamos nuestra tarde, ella buscando de hacerme hablar, yo simplemente negándome a sus demandas.

Después de todo no planeo quedarme aquí por mucho, encontraré la forma de escapar.

Comenzó a caer la noche y ella se había retirado a la cocina, la cuerda la amarró a su cama y no podía alejarme mucho.

Después de un rato regresó con dos platos con comida, realmente tenía hambre, pero podía aguantar, incluso, si muero de hambre sería perfecto.

La fortaleza oscura. [Zed x Syndra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora