3. Arte.

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El palacio a pesar de haber llegado bastante lejos, le obligamos a Syndra a que se mantuviese en una zona circundante al palacio después de que Kayn le convenciera con esa insistencia característica del mismo.

Pasaron varias semanas donde o yo le visitaba o ella a mí, de vez en cuando me acompaña a las misiones las cuales son casi un éxito seguro, ya que Syndra es incluso más conocida que yo, es como una leyenda urbana, y de las más aterradoras de Jonia al parecer.

Un día que nos encontrábamos en una misión acompañado de Kayn, Syndra y para mi sorpresa Ahri, quien fue invitada por Syndra como si de un día de campo se tratara.

Al llegar a uno de los templos que ellos me regalarán de forma forzosa, por suerte lo encontramos con rastro de una batalla, habían muchos soldados de Jonia portando su característica armadura carmesí.

-Hay algo mal...-
Musitó Kayn.

Al prestar más atención, no pude darme cuenta que sólo habían cuerpos Jonianos, no había ni un solo enemigo muerto, y no parecía que hubiesen enterrado o quemado los cuerpos de los suyos.

-¿Qué cosa?-
Preguntó Syndra, no era muy observadora que digamos.

-No hay cuerpos enemigos, sin contar que muchos de los cuerpos parecen que les hicieron tragar una bomba.-
Respondió Ahri.

Hubo un silencio de parte de los cuatro, observábamos el panorama desolador que nos habíamos encontrado.

Entre la gran cantidad de cuerpos, vimos algo moverse, al parecer un sobreviviente, Ahri corrió en su ayuda pero le faltaba la mitad inferior del cuerpo, y solo estaba vivo debido a que había detenido el sangrado con su magia.

-"Cua..."-
Fue lo único que alcanzó a decir antes de perder el aliento que retenía.

Seguimos adentro del templo, donde no era muy distinto a afuera, aún no olía mal, la lucha debió ser hace solo horas.

-Zed...-
Dijo Kayn mientras miraba un papel en un pilar de madera.

Me acerqué a él a ver qué era lo que contenía ese papel, pero a medio metro, al ver la caligrafía tan pulcra y perfecta supe quién era.

Me detuve por medio segundo, pero continué caminando a pesar de mi preocupación.

Al tomar la carta en mis manos y poder leerla, mi preocupación se volvió cierta.

"Estimado Maestro de las sombras, mi querido Zed...
El día de hoy me he tomado la molestia de hacer el "arte" tan tosco que tú te dedicas a hacer, este templo fue un lienzo perfecto para tal pintura.

Cuatro rosas, cuatro relámpagos, cuatro sombras, cuatro crepúsculos, pero no un atardecer... bailemos una última vez, y déjame hacer de tu cuerpo un nuevo lienzo, y de tu muerte mi obra maestra.

Pronto iré por ti...
Mi lienzo oscuro.

By: El artista, Jhin."

Bajo la armadura mi piel palideció tanto que parecía perdería el poco color que tenía.

Tomándome el pecho, caí de rodillas, soltando aquella carta al suelo, después de muchos años un viejo miedo había despertado, incluso lo denominaría "pánico", juraría que ese malnacido no estaba en Jonia y que no regresaría.

-¿Zed, estas bien?-
Escuché una voz acercarse.

Estiré mi mano para detenerle y me puse apenas de pie, mi respiración estaba pesada, era muy difícil, como si el viento ahora pesara lo mismo que el plomo.

La fortaleza oscura. [Zed x Syndra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora