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Nunca me había sentido de esa forma.

Como si no tuviera idea da nada, como si fuera inútil.

Me sentía ciega, incapaz de ver con claridad, pensar con claridad.

Lágrimas invisibles resbalaban por mis ojos, y mis piernas yacían en el suelo inmóviles. Mi respiración agitada se mezclaba con mis sollozos, y mis manos cansadas y adoloridas temblaban alrededor de mis brazos.

Lo peor de todo era que no podía esconderme.

Por primera vez en mi vida, era incapaz de ocultarme de los ojos de aquellos de los que me huía.

Dolía.

Dolía mucho.

Ambos tenían sus ojos puestos sobre mí, aunque sólo uno podía verme. Uno de cada lado tomando distancia y esperando el siguiente golpe. Cada uno encogido por el dolor, uno lleno de arañazos y moretones, el otro con la nariz rota y sangre en las extremidades.

No hicieron nada para defenderse.

Me dijeron la verdad, me contaron toda la historia, de principio a fin sin inmutarse. Mi mirada los recorría con detenimiento durante la historia, y mis ojos derramaban lágrimas acelerando el paso.

Al final no corrieron. Ellos sabían cómo reaccionaría y lo aceptaron.

Pero para mí, eso no era suficiente.

Su padre.

El bastardo de su padre.

Fué el mutante que causó la muerte del mío.

Así es, el padre del chico en el que confiaba más a pesar de no saber su historia. Al que le habría confiado mi vida. Era el asesino de Evan Vansee.

Y Ray reconoció su nombre, decidió contármelo primero, fué a buscar a Owen para advertirle, también a reprenderlo, pues Owen sabía mi apellido, Owen lo supo todo ese tiempo y no dijo nada.

Ese maldito bastardo que asesinó al hombre más honorable y admirable que conocería, era el padre de Owen. Y estaba muerto.

Esa historia fué una que prefirieron contar en otro momento, aún así, no tenía nada que ver conmigo, o si tenía, hasta la muerte de mi padre.

Acaricié mi tatuaje como lo había repetido tantas veces. Mi mirada en el suelo.

Sus miradas rotas, una más que la otra.

Salir corriendo era una opción. Para cualquiera de los tres, ninguno lo hizo, aquello era algo que debíamos afrontar.

Las palabras de Ray seguían repitiéndose en mi cabeza, apenas podía soportarlo, era demasiado.

- Nuestro padre buscó refugio con el tuyo, eran amigos de la infancia, él nos contaba tantas cosas sobre él. Tu padre dejó a las mujeres de su vida en casa para arriesgarse a protegerlo, lo llevó a otra unidad en las afueras pero no pensaron en todo. Llegó la revisión semanal. Mi padre se escondió en una habitación secreta aislada e impenetrable. Lograron burlar a los guardias pero nuestro padre no soportó la frustración, él estaba harto de ORDEM y de sus medidas. Salió de su escondite y asesinó a los guardias, pero llegaron refuerzos; lo inmovilizaron y él se intentó defender con tanta fuerza que ORDEM decidió dispararle, con las armas apuntando a su amigo, tu padre salió a su rescate y se interpuso. Fué el tiempo suficiente para que nuestro padre saliera de ahí y desapareciera usando sus poderes mientras le disparaban a su amigo por traición.

Y le creía a Ray. Mi padre era esa clase de persona que salvaba vidas por encima de la suya. Mi padre hubiera hecho los mismo y más por mí. La diferencia era que yo lo hubiera salvado a él. No hubiera huido como ese cobarde.

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora