05: Lane

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Necesitaba un respiro

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Necesitaba un respiro. Uno muy grande.

Por eso había aceptado la invitación de Adam de ir a esa fiesta, había ido a unas cuantas, siempre me iba cuando algunos tipos comenzaban a golpearse o cuando la mayoría de las personas habían subido al segundo piso, sin embargo, hace mucho no veía alguna de esas cosas, estaba tan centrado en mi hermana por querer mantenerla alejada del mundo tan jodido del que estaba rodeado Elliot que ni siquiera me daba tiempo para mí.

Lo que me trae aquí, sentado en medio de un sillón cómodo y agradable y una sala bastante bonita, Charlie estaba sentada a mi lado, admirando cada uno de los cuadros que decoraba las paredes blancas de la sala.

—Cuando sea grande, haré cuadros como esos, Lenny —me dijo Charlie señalando una de las obras, que claramente era una copia.

La pintura que más resaltaba era «La Noche Estrellada» de Vincent Van Gogh, lo que más me atraía de esa pintura no era el hecho de como miraba Van Gogh las noches desde el hospital donde pasó sus últimos dos años de vida, si no el sentimiento y apreciación que la miraba mi hermana, algo tenía que haber en ella que yo no lograba ver, sin embargo, siendo alguien tan pequeño como ella, las perspectivas de vida eran muy distintas.

—Lamento la tardanza, niños. Tomen —dijo la señora White extendiéndome una taza de café y a Charlie un vaso de leche con chocolate y galletas de vainilla—. ¿Cuánto tiempo necesitas que la cuide?

La señora White tomo su taza de té y la llevó a su boca con una delicadeza tan grande, como si pensará que con el más mínimo toque la taza fuera a romperse.

La señora White era mi vecina desde hace años, incluso antes de que Charlie naciera yo ya la conocía. Cuando llegue al vecindario junto con mamá la recuerdo regando sus plantas junto con su marido, cuando su marido falleció, la señora White dejó de regarlas por un tiempo, así que yo lo hacía por ella, hasta que un día salió, me sorprendió verla ahí después de tantas semanas, pensé que me regañaría o algo por el estilo, sin embargo, solo me sonrió, se acercó a mí y terminamos regando juntos las plantas.

—Solamente el viernes, acompañaré a mi amigo a una fiesta —le contesté dando un sorbo a mi café—. Yo recojo a Charlie de la escuela y la traigo aquí, si mi madre sale antes de su trabajo, que no lo creo, pasaría mamá por ella, si no, lo hago yo.

—La puedes dejar aquí si quieres, Lane, no me molesta ver corriendo esa melena rubia por mi casa —la sonrisa de la señora White era reconfortante, se veía feliz y desprendía seguridad.

—Charlie, ¿quieres tener una pijamada con la señora White? —los ojos de mi hermana adquirieron un brillo al escuchar la pregunta, asintió enfáticamente con la cabeza haciendo que varios mechones de su cabello salieran de la coleta desalineada que traía como peinado.

Mi vecina soltó una ligera risita al ver a Charlie tan contenta con la idea de pasar la noche en esa casa tan acogedora.

—¡Sí, una noche de chicas! —gritó Charlie, se levantó de su lugar y corrió hacia la señora White para abrazarla, haciendo que la sonrisa que adornaba el rostro de mi vecina se hiciera aún más grande.

Nosotros después de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora