... Con Caligrafías

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Nota del autor: en este universo Emma no existe. O sí existe, pero está en Inglaterra viviendo su vida. Esto no es porque la odie ni nada por el estilo (de hecho, me gustó su personaje) sino porque en esta línea temporal su personaje no tendría propósito. Ámbar no necesita más motivación para pelear por Simón, así que ¿cuál sería el punto de meter a Emma? Sólo estaría en el fondo haciendo nada skdkd. 

Así que eso. Sorry Emma.



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Ser la encargada del Roller era mucho más trabajo del que Ámbar pensó que sería. 

Técnicamente tenía a los de VIDIA para ayudarla, pero la realidad es que tenía una pila de papeles por revisar y llenar sola y algunos de ellos ni siquiera los entendía. Se puso de lleno a trabajar en eso, poniendo todo su esfuerzo en hacerlo perfecto porque necesitaba probar que era capaz de manejarlo, pero estaba resultando ser bastante duro. 

Lo cual era muy molesto, no sólo porque estaba estresada, sino también porque le había impedido hablar con Simón desde esa mañana. 

Y de verdad tenían que hablar. 

La noche anterior había sido... inolvidable. Sí, había sido impulsivo pero, había estado genial.  La mejor noche de su vida probablemente. ¿El único problema? Que justo después Pedro los encontró y Simón, como siempre, entró en pánico. Okay, ella también se había asustado, no es como si ser encontrada cubierta sólo por una sábana y en una posición comprometedora hubiera sido agradable. Pero ella sabía lo que sentía, tenía claro lo que quería y lo había obtenido... o eso pensó, porque él no se veía muy convencido. 

Todo ese tiempo diciéndole a Emilia que no se iba a enamorar de Simón parecía un chiste, porque nunca dejó de amarlo. Y eso que lo intentó, en serio lo intentó.  Pero tan sólo una mirada era suficiente para desarmarla. Una sola sonrisa. 

Últimamente, él no le sonreía tanto. 

Ámbar sabía que Emilia pensaba que él era un loser, pero para ella no era así. La mitad de las cosas que le reclamó el día anterior no las decía en serio. Okay, quizás en ocasiones sí pensaba que era un cobarde, pero sabía que él en realidad no se consideraba superior a ella. Simón no era la clase de persona que se pensaba mejor que los demás, Benicio sí. 

Ay, Benicio.

Un poco lo sentía por él. Un poco. Aunque actuaba como si solo la quería como cómplice y porque era bonita, así que seguramente solo sería un golpe para su ego, pero igual no estuvo bien. Besar a alguien más era una cosa, pero ¿tener sexo completamente alucinante con dicha persona? Era un montón. 

Pero lo que le dijo a Simón era cierto: ella nunca le habló a Benicio de ponerse de novios. Le gustaba dejarlo llamarla así en frente de Simón porque esperaba ponerlo celoso, pero su intención nunca fue tener algo serio con él. Le había dicho varias veces que no se confundiera, que ella sabía lo que quería y que no era a él.

No debió haberlo usado así, ese fue su error.

Como sea, no tenía sentido lamentarse por cosas que no podía cambiar, lo hecho, hecho estaba. Lo que podía cambiar era lo que vendría después... y por eso necesitaba hablar con Simón. Necesitaba hacerle saber lo importante que había sido para ella, lo importante que era él  para ella, porque Ámbar ya no tenía fuerzas para seguir negándolo.  

Y necesitaba solucionar lo de Benicio porque, si quería estar con Simón, él estaba en el camino. Pero no tenía tiempo para hacer eso tampoco. Terminaría con él por mensaje en ese mismo instante pero no era tan fría. Esa era la clase de cosas que se debían hacer en persona. Y además... no quería terminar sola si después de todo Simón aún no la quería. 

Caminos Que Se Cruzan...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora