Pasó todo el día intentando ignorarla. Con suerte comió en la mañana en orden de salir de la casa lo antes posible, y una vez estuvo en el Roller, intentó concentrarse en literalmente cualquier otra cosa. Casi estaba funcionando, pero entonces Gary anunció que se iba a ir del Roller y que dejaba a Ámbar a cargo y le fue imposible ya no pensar en ella.
Así que aquí estaba, otro día y otra noche sin poder dormir. Pero la razón esta vez era muy distinta.
Seguía dando vueltas en su cama, las imágenes que había intentado escapar durante el día volviendo a atormentarlo durante la noche.
Podía ver a Ámbar, de pie en la cocina, con su bata translúcida atrayéndolo. Podía ver su rostro acercándose, sus ojos mirando directamente a los suyos, sus labios moviéndose tan cerca que casi podía sentirlos.
Y esa era la peor parte, que sí podía sentirlos. Había pasado un día entero y todavía podía sentir sus labios contra los suyos, recordar la suavidad de su piel bajo sus manos, como sus cuerpos se presionaban con intensidad.
Y la culpa lo ahogaba, porque se había dicho a sí mismo que no iba a caer en sus juegos, porque ella tenía novio, porque tenía que escuchar a sus amigos preocupándose por lo que Ámbar les podría hacer ahora que era la encargada del Roller y tenían razones para estar preocupados...
Y más que eso, porque a pesar de todo, ansiaba hacerlo otra vez.
Era muy tonto, sentirse culpable por no sentirse lo suficientemente culpable. Lo cierto era que, debería estar arrepentido de todo lo que pasó y sentirse horrible por jugar con los sentimientos de alguien (aunque fueran los de Benicio) y debería sentirse terrible consigo mismo. Pero de lo que más se arrepentía en realidad era de haberse besuqueado en la cocina de Luna. Eso estaba mal en tantos niveles. Pero también era la cocina de Ámbar y Ámbar... Mientras más recordaba el sabor de sus labios más quería probarlos de nuevo. En el fondo, todo lo que quería era sentirla otra vez, a la mierda todo lo demás, y eso es lo que más lo hacía sentirse culpable.
Pero no podía permitirse ser tan egoísta e imprudente, así que intentaba convencerse a sí mismo de que sí estaba arrepentido, de que era una pésima persona por haber hecho eso y que nunca lo iba a volver a hacer.
Su batalla interna no lo estaba dejando dormir. Necesitaba aclarar su mente y la única forma que conocía para hacerlo era tocando música. Así que se paró, se puso un par de sandalias y salió de la mansión en dirección al depósito. Mónica les había dicho ese día que podían usar ese espacio para ensayar libremente sin molestar a nadie con el volumen de los instrumentos. Entró en la habitación, agarró su guitarra y se sentó en uno de los sofá camas que, aparentemente, los papás de Luna estaban preparando para ellos porque habían unas cobijas dobladas alrededor.
Comenzó tocando algunos acordes al azar, probando uno detrás del otro hasta que el orden sonaba bien. Luego intentó probar distintas velocidades y patrones de rasgueo, pero el punteo lo llamaba más, así que se decidió por eso. Sin darse cuenta, la melodía empezó a sonar familiar...
"Esa es mi canción".
Simón alzó la cabeza de un salto al escuchar la voz y su corazón dio un vuelco al ver que era Ámbar. De alguna forma, ella había conseguido entrar el depósito, cerrar la puerta detrás de ella y caminar hasta él sin que él se diera cuenta.
"¿Qué?"
Eso fue todo lo que pudo balbucear.
"Estás tocando mi canción, '¿Cómo me ves?' Es linda esa versión acústica, me gusta".
Así que por eso le sonaba familiar. No lo podía creer; había venido aquí para evitar pensar en ella y su mente lo había traicionado haciéndolo tocar su canción. Una canción que habían cantado juntos una vez... pero eso fue hace mucho tiempo.
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Caminos Que Se Cruzan...
FanficVivir bajo el mismo techo resulta ser demasiada tentación. Habiendo caído en ella, Simón tendrá que afrontar lo que había estado peleando todo ese tiempo mientras Ámbar intentará mostrarle que no debería arrepentirse. En medio de un pasado doloroso...