... Con Luna (Parte 1)

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(EDITADO: 31/03/23)

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Cuando Luna bajó a la mesa la mañana siguiente para desayunar, solo Matteo y Pedro estaban ahí. 

"Hola, chicos", ella los saludó, checando la habitación un segundo después con sus ojos. "¿Dónde está Simón? ¿Todavía sigue dormido?"

"De hecho, todo lo contrario", dijo Pedro. 

"Lo creas o no, se levantó temprano", continuó Matteo, pausando para tomar un sorbo de su café. "Salió hace unos minutos".

Luna frunció el ceño.

"¿Simón? ¿Temprano?"


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Simón suspiró con satisfacción mientras caminaba hacia el Roller de la mano de Ámbar. No creía que existiera algo capaz de sacarle la enorme sonrisa en su rostro en ese momento. Era simplemente una de esas instancias que desearía poder capturar para siempre: el sol brillando con calidez, los pájaros cantando, la chica que amaba junto a él... Era una sensación de paz que desearía poder sentir cada día. 

Dicha chica giró la cabeza en su dirección. 

"¿Por qué tan sonriente?"

Simón podría haberle dicho lo mucho que le asombraba el puro hecho de que ella existiera, pero siendo como era, decidió molestarla un poco en su lugar. 

"Solo recordaba cómo te gané esa pelea por la tostada", dijo encogiéndose de hombros, manteniendo su sonrisita mientras miraba al frente.  

Podía imaginarse la forma en que a Ámbar se le cayó la mandíbula sin necesidad de verla y eso lo hizo sonreír aún más fuerte. 

"Qué mentiroso que sos, ¡si me la comí yo al final!" Replicó ella con juguetona incredulidad.

"Sí, porque yo te la di, no porque me la quitaras", él recalcó, mirándola con superioridad. 

Ella le devolvió la misma mirada con una sonrisa de medio lado. "Después del beso que te di no vi que te quejaras mucho". 

Ah, sí. Eso había sido mejor que cualquier tostada. 

"Tal como dije yo: una completa victoria." 

Ámbar rodó los ojos con su sonrisa característica de 'eres un idiota pero me gustas'

Pronto llegaron al Roller y Ámbar sacó las llaves para abrir el lugar. Antes de que pudiera empujar la puerta, sin embargo, Simón la detuvo y abrió la puerta él mismo, sosteniéndola para que pasara ella primero. Ámbar volvió a rodar los ojos con una sonrisa y pasó adelante, seguida por Simón. Los dos se pararon junto a la entrada, viendo el lugar extrañamente desierto debido a lo temprano que era. 

Simón se paró frente a Ámbar le tomó las manos.

"¿Ya te dije que te ves especialmente bonita hoy?" Le preguntó con una sonrisa.

Los labios de Ámbar se curvaron y sintió un poco de calor en las mejillas. Se había levantado esa mañana con la sensación de que no quería usar ropa negra ese día. Quizás era tonto, pero con Simón iban a desayunar juntos y estaba contenta— Más contenta de lo que  había estado en mucho tiempo. Sus prendas negras de siempre no reflejarían eso, así que eligió un vestido gris claro y ligero en su lugar. Ella en sí se sentía más ligera, y era todo gracias a él.  

Caminos Que Se Cruzan...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora