Las luces del Roller se encendieron a medida que la luz natural se fue desvaneciendo.
Se acercaba la hora del cierre y la cafetería lucía más vacía. Solo quedaban algunos clientes, enfrascados en conversaciones animadas con sus amigos, con bebidas a medio terminar que probaban entre una anécdota y otra. La pista siempre cerraba antes que la cafetería, así que Eric aparecería pronto para ayudar a atender a los últimos clientes.
Ámbar se estiró en su asiento. Los sillones de cuero del Roller eran cómodos, pero estar todo el día en la misma posición cansaba de todas forma. Agarró su celular y se puso a revisar Instagram para descansar la mente por un rato. Solo le quedaba una planilla más que tenía que llenar y estaba lista por el día, así que no tenía ningún apuro.
"Hola."
Ámbar levantó la vista de los memes y los videos de patín que había estado viendo para mirar a Simón. "Hola, mi amor".
Él se paró frente a su mesa. "Solo te quería recordar que voy a ir con los chicos a ensayar para el video de Matteo. Eric se va a quedar a cerrar. Nosotros nos vamos a ir directo desde aquí, así que no me vas a ver hasta que volvamos a la mansión. Seguramente estaremos de vuelta como para la cena o por ahí, no más tarde que eso".
Ella sonrió con ternura. Era tan atento. "Dale, ningún problema, que la pasen bien."
"Gracias."
Él se quedó ahí por un momento como en nada, solo asintiendo con la cabeza.
"Ah, y, em..." Simón agarró una silla de la mesa al lado y se sentó frente a ella. Ámbar arrugó un poco las cejas, curiosa por su conducta. "Te vi antes, por casualidad, saliendo del camerino con Benicio", le comentó. "¿Qué...?" Se encogió de hombros. "¿Qué quería?"
'¿Con quién estabas hablando?'
Echó ese pensamiento rápidamente de su cabeza. Solo había sido una casualidad; Benicio no sabía nada.
"Qué quería..." Pensó en voz alta. "La verdad, ni yo lo sé. Molestarme, supongo. Como siempre." Rodó los ojos. "Es que no le entra en la cabeza que te elegí a vos y estoy contenta así", se quejó, y luego se rio de sus propias palabras. "Ni que hubiera sido una difícil decisión."
La postura de Simón pareció ablandarse. Sus ojos se llenaron de calidez y una pequeña sonrisa curvó sus labios. "Ya veo."
Luego de un segundo, se sacudió la mirada de ensoñación y se enderezó en su asiento. "Hablaré con él mañana", decidió, con los hombros rectos y determinación en sus facciones. "Le diré que te deje en paz."
'Nunca me dijiste con quién hablabas por teléfono.'
"No, dejá, no te molestes", ella le dijo, desestimando con un gesto de la mano. "Yo me puedo encargar sola de él. Me aburre más que me molesta la verdad."
Él la miró dubitativo. "¿Segura?"
"Sí, no te preocupes", lo tranquilizó. No era mentira; Benicio era más de ladrar que morder. No tenía nada con lo cual hundirla, nada concreto. Mientras ella mantuviera su distancia y no cayera en sus juegos, todo estaría bien.
Simón debió ver en su cara que lo decía de verdad porque accedió. "Bueno. Pero si te sigue molestando, me avisas, ¿okay? El que se mete contigo, se mete conmigo; no voy a dejar que haga lo que quiera."
El corazón se le llenó de aprecio. "Gracias."
Simón se encogió de un hombro. "No hay de qué."
Sí que había de qué, sin embargo. Él probablemente no se daba cuenta de ello, pero no todo el mundo estaba dispuesto a tratar los problemas de otra persona como suyos propios, y mucho menos se ofrecían a hacerlo. Una voz dentro de ella gritaba que no necesitaba a nadie que la defendiera, que se las podía arreglar perfectamente sola. Quizás esa voz nunca se iría; una parte de ella no quería que lo hiciera. Pero estaba trabajando en aminorar su volumen, porque era lindo tener a alguien como él, era lindo saber que podía no encargarse de todo sola. No quería perder eso.
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Caminos Que Se Cruzan...
ФанфикVivir bajo el mismo techo resulta ser demasiada tentación. Habiendo caído en ella, Simón tendrá que afrontar lo que había estado peleando todo ese tiempo mientras Ámbar intentará mostrarle que no debería arrepentirse. En medio de un pasado doloroso...