... Con Delfi y Jazmín (Parte 2)

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Muchas gracias por las 30 mil lecturas 

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La mesa de siempre de Ámbar estaba ocupada, así que caminó a la de la esquina izquierda y se sentó. 

Por lo general prefería la otra mesa porque estaba más cerca de la barra y, por ende, más cerca de Simón la mayoría del tiempo, pero ella había sido la que llegó tarde, así que no iba a ir a pedirle a un par de clientes que se movieran. Y, en todo caso, ¿qué les iba a decir? "Hola, disculpen, esta mesa la uso para trabajar, ¿se pueden mover?" Sonaría muy TOC de su parte considerando que habían otras mesas perfectamente disponibles. Lo más honesto sería decir, "Perdón, ¿les importaría cambiarse de mesa? Quiero estar más cerca de mi novio", lo cual... definitivamente no iba a decir. 

Ámbar colocó su carpeta de documentos encima de la mesa y dejó la bolsa de regalo a su lado derecho. Su novio parecía querer concentrarse en el trabajo de todas formas, así que sospechaba que no habrían muchos intercambios de palabras hoy. Como encargada del Roller, no podía desalentar eso; cualquier negocio necesitaba trabajadores comprometidos para funcionar bien. Pero como persona, se sentía un poco desplazada. Algo en Simón se le hacía medio raro hoy. Como distante. Quizás lo que fuera que había estado intentando en la guitarra no le funcionó como quería. O quizás ella estaba pensando demasiado las cosas. 

Apoyó su cabeza en una mano y miró la bolsa de regalo a su lado, soltando un suspiro. Había querido dárselo enseguida, pero suponía que podía esperar. De todas formas, no es que fuera un regalo alucinante ni mucho menos. Era un pequeño gesto nada más. 

Un gesto que ni siquiera habría llegado a existir de no ser por Sharon. 

Basta, se reprendió con brusquedad. No iba a pensar más en eso, ya lo había hecho suficiente. 

Ámbar se enderezó y abrió la carpeta, pasando por los distintos documentos; recuentos de gastos, ganancias, facturas, etc. Llevar un negocio era mucho más trabajo de lo que originalmente pensó, pero ya le estaba agarrando el ritmo. Haber organizado todo un evento y llevarlo a cabo contra reloj justo después de haber recibido el puesto no había sido una decisión muy sensata de su parte. Ella siempre había sido de las que le gusta ir por más y sobrepasar expectativas, pero eso había sido demasiado. Sinceramente no tenía idea de cómo había sobrevivido. 

No se arrepentía de haberlo hecho, en todo caso. Algo muy bueno había salido de todo ello. Sus labios se curvaron al recordarlo. 

Comparado con esos días de intenso estrés, el papeleo cotidiano era casi fácil. No lo era, la verdad. Pero por fortuna, y a diferencia de cuando empezó, ahora tenía a alguien que la ayudaba. 

Alrededor de dos horas después de que Ámbar se instaló, justo a la hora que dijo que iba a venir, Ana llegó y saludó a Ámbar con una sonrisa amable. Que ella se tomara el tiempo entre su propio trabajo y sus responsabilidades para venir a ayudar a Ámbar de vez en cuando no la dejaba de sorprender. La llenaba de gratitud, quizás incluso de afecto. Era simplemente increíble- que se hubiera ofrecido a ayudarla en primer lugar, considerando que ni siquiera es amiga de Nina, y que hubiera seguido haciéndolo con la mejor de las disposiciones. 

Gracias a dios que habían quedado en que Ana vendría en la tarde. Ámbar hubiera odiado tener que cancelar por esa otra mujer que nunca le podía dar cinco minutos de su atención aún cuando no tenía nada más que hacer. 

Ana se quedó por un ahora más o menos antes de deliberar que era suficiente por el día. Felicitó a Ámbar por su trabajo, lo cual la hizo muy feliz. También le recordó mantener los recibos de pago de los empleados firmados y al día (la idea de que le estaría pagando a Simón era un poco rara, pero, técnicamente, el dinero venía de Vidia no de ella). Al final, cerró con una advertencia que, más que causar miedo, resultó simpática: 'un gran poder conlleva gran responsabilidad'. 

Caminos Que Se Cruzan...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora