II

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El chico caminaba entre el gentío por los pasillos buscaba la clase del aula 20 intentando pasar desapercibido, había pasado 3 días apenas recordando al chico que le había entrevistado en el pasillo. No estaba muy familiarizado en socializar de hecho no tenía amigos. De pronto sacándolo de sus pensamientos le tocaron la espalda con dos toques, el joven volteó y allí estaba Santiago sonriente como si se conocieran de años atrás.

-Puedo notar que estás perdido - comentó el chico - te puedo orientar un poco si gustas.

- Esta bien gracias - accedió el joven algo aliviado. - la verdad no se que quieres de mí, la verdad pensaba que con lo que te dije el otro día no querrías acercarte a mi.

-Mira no lo tomes a mal pero tienes algo que quiero conocer - dijo Santiago rascándose la cabeza. - y pues muy poco vemos caras nuevas... Sin ofender claro - terminó aclarando el joven.

- La verdad me gusta estar solo - respondió sinceramente acomodándose los lentes.

- Bien mira, en el descanso de clases de la tarde nos vemos en el patio de atrás - invitó Santiago - así podrás conocer mi grupo de amigos ¿te parece? - Ignacio dudó y luego lanzo un pequeño suspiro y asintió. - bien nos vemos ahora y esta es tu aula - dijo señalando la puerta que marcaba el Número 20, el jóven se despidió y se perdió entre los alumnos que pasaban por el pasillo.

El profesor llego puntual con una cálida bienvenida a los nuevos alumnos, le gustaba hacer dinámica entre ellos; sobre todo con un alumno en especial de nombre Armando Fuenmayor, un joven de cabello rubio con ojos azules. Al parecer el chico estaba repitiendo la clase del profesor por motivos de falta el semestre pasado, para Ignacio era un chico que producía carisma pero algo en el no le producía cierta confianza. Esto no se equivocó cuando terminando la clase sin querer tropezó a una chica que estaba de pie en la puerta cuando salían los alumnos.

- Cuidado torpe mira por donde caminas -reclamó la chica con una mirada de pocos amigos, miró al chico de arriba a abajo.

- Calma Mariana que Casablanca no te de pie con bola no es culpa del chico - dijo Armando acercándose a la escena.

- No lo siento fue mi culpa - respondió Ignacio y se alejó por el pasillo.

- Y el... ¿quién es? - preguntó la chica a su amigo.

- Parece que es un becado.

- Hasta cuando la universidad y sus becados - la joven comenzó a caminar.

- Tranquila si lo consigo de amigo capaz haga que realice mis tareas los sabelotodo son de buena ayuda.

- Armando no cambias. - dijo la chica riendose.

- Ahora si lo agarra el chico de tus sueños pues capaz pare rodeado de su grupo y sea difícil llegar a el.

- Pues espero que no pase le ira mal a tu sabelotodo - la chica caminaba por el pasillo, era la típica joven que no le faltaba nada, los caprichos que quería los padres se lo daban. Sin embargo, no todos le daban sus caprichos, Sebastián Casablanca era la única persona por la cual se había interesado, siempre se acostumbraba a tener a los chicos a sus pies. Armando era la prueba de eso, cada que quería lo usaba como objeto sexual. Por eso se llevaban bien eran amigos con derecho sin ningún beneficio amoroso, por eso se había puesto una meta obtener lo que quería con Santiago Casablanca.

Había llegado la hora de descanso, Ignacio ya tenía deberes por montón para la próxima semana. Se acordó de la invitación de Sebastián y caminaba con pasos inseguros por atrás del instituto, se escuchaban unas risas mientras se acercaba el lugar. Allí estaba Santiago riendo con dos chicos más que seguian el chiste.

Giros del Destino [#GoldenAwards19][#WrittingsDreams2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora