XXI

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La noche era invadida por las estrellas, Damián e Ignacio se encontraban sumidos en el beso y calor que emanaba su cuerpo, recorriendo cada forma y detallada por el cual estaba formados. Ambos se dejaban guiar por el vaivén de sus labios, el sudor resbalaba por su espalda sintiendo un escalofríos al sentir como se secaba.

— ¿Estás seguro de esto? — Preguntó Damián.

— Seguro — Respondió Ignacio que volvía a traer al chico a su cuerpo, sintiendo el roce del cuerpo de Damián, el chico se aprisiono del cuerpo de Ignacio haciéndolo suyo quedando como uno en aquel momento especial para ellos dos.

La mañana iluminaba la habitación mientras que la brisa rozaba las cortinas de la ventana, Ignacio reposaba en el pecho de Damián quien temprano había despertado. Tenia una sonrisa en su rostro por la tranquilidad que emitía su prometido, ahora era cuestión de decirle a sus padres de lo que tenían pensado.

Al regresar a España Ignacio le dio la noticia a sus amigos, quienes se alegraron por la buena nueva. A quien mas le gustó la idea fue a Valeria, que se ofreció como voluntaria para organizar el evento.

El 31 de diciembre había llegado rápidamente, de nuevo habían ido al mismo salón donde daba vista a la ciudad de madrid, los demás estaban reunidos dentro, mientras que Damián e Ignacio estaban en la terraza.

— Aquí te esperé hasta que apareciste — Comentó el chico.

— Lo se — la mirada de Ignacio se perdía en la ciudad. — gracias por llegar a mi vida.

— Gracias a ti más bien — Dijo Damián que comenzó a tocar su bolsillo. — esto debí hacerlo en Italia, pero me agarró desprevenido el hecho de que hayas dicho las palabras tu primero — de su bolsillo sacó una pequeña caja de color negro. — ¿Te casarías conmigo, Ignacio? — preguntó abriendo la caja, dejando ver un anillo de color plateado, Ignacio sentía el cosquilleo en su estómago a lo que le dio un si como respuesta,  Damián lanzó una sonrisa y se acercó para darle un beso, sin la espera de que tenían espectadores. Valeria aplaudía junto con Simón a su lado, Sebastián también sonreía, junto a los tutores de Ignacio que observaban a los chicos junto con los padres de Damián.

Al regresar a Venezuela las cosas cambiaron un poco, debían comenzar a preparar el evento de Ignacio. Mariana se había unido puesto de acuerdo con Valeria, que se habían puesto muy unidas a lo que de eventos se trataba.

Los dias comenzaban a transcurrir muy rápido para todos, las clases tampoco habían sido problemas para ninguno. Al menos la mayoría ya sabían lo que harían cuando se graduarán. Ignacio caminaba por los pasillos aquella mañana cuando consiguió el salón de musica, entró y pudo visualizar un piano y otros instrumentos musicales. Se detuvo un momento pasando sus manos por las delicadas teclas del piano, deseando saber tocarlo, en sus escuelas anteriores solo había participado en coros, pero al no tratar a nadie nunca interpretó un solo. Cosa que le hizo dar una idea y salió en busca de Simón y Sebastián.

Ya era la hora de almuerzo, y ambos estaban reunidos junto con Armando en donde siempre se reunían, Valeria y Mariana no estaban allí, seguro algo planeaban.

— Necesito un favor de ustedes dos. — Le pidió a Sebastián y Simón.

— ¿Sucede algo? — Preguntó Sebastián.

— No, pero se que ustedes saben tocar instrumentos, y quiero hacer algo especial para el día de la boda.

Los cuatros entraron en el aula vacía y Sebastián tomó asiento en el piano, mientras que Simón tomó un violín que se encontraba al fondo.

— ¿Que quieres que toquemos? — Preguntó Sebastián, Ignacio sacó su teléfono y le colocó la música que quería que interpretara, ambos al parecer conocían la letra, ya que al escucharla comenzaron a seguir el paso de aquella. Valeria y Mariana no tardaron en aparecer y se sentaron junto a Armando.

Giros del Destino [#GoldenAwards19][#WrittingsDreams2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora