Un solo movimiento y TaeMin sonríe. Su sonrisa crece de una forma que hace que su piel tire y que su mejilla se vea obligadamente apoyada contra esa pared de ladrillos que apenas tenía iluminación.
No sabía si había gente pasando por los alrededores, si habían personas viéndole o juzgándole, porque lo único que le interesa ya está dentro suyo y ya se siente en su hogar. Sus labios quedan entreabiertos a causa de la excitación y sus ojos cerrados a causa del placer que creía que en algún momento se extinguiría, pero contrario a eso, solo parecía crecer.
Y no se mueve. Su trasero está elevado y desnudo —lo único desnudo en todo su cuerpo—, pero no se mueve. Espera con él ahí dentro, con su pene haciéndose espacio dentro suyo y llegando a ese punto que le hace gemir y soltar un quejido despacio porque Papi ya estaba ahí.
Papá ya había llegado para hacerle feliz.
(Y eso siempre de los siempre, le haría sonreír).
— No te toques.
Una orden clara y tosca a la que él asiente y espera ante el primer movimiento. Una estocada que le hace chocar contra la áspera pared y que le hace quedar con la boca un poco más abierta porque entre la excitación y el calor, ya incluso se sentía ahogado, como si le costase respirar de manera normal. Su trasero se eleva, en busca de más contacto y el pene de MinHo se entierra en él apenas sale un milisegundo de su cuerpo.
No era como el sexo de siempre en donde había un colchón o un sillón en el que se recostasen de manera cómoda, sino que solo había una pared, un invierno demasiado crudo y un callejón de alto riesgo en donde no solo temían ser vistos, sino que también asaltados y peormente, golpeados.
Pero a TaeMin no le importa porque Papá estaba aquí.
Papá le había prometido que hoy le dejaría agacharse para correrse en su cara porque era su premio por portarse bien y por haberse aguantado un día más sin verlo y sin intentar buscarle a cada momento. Por haberse contenido las ganas de ir a tocarse al baño cuando tenía pacientes que atender o un sueño demasiado ligero que no le permitía pensar en otra cosa que en sus dos cuerpos juntos, chocando. En sus dedos dentro suyo, buscando estimularle la próstata o estimulándolo solo porque sí después de que la última vez, TaeMin hubiese descubierto que MinHo era capaz de hacerlo tener el mejor orgasmo de su vida solo con sus dedos.
Pero cuando se hinca ahora frente suyo, sabe que viene algo mucho mejor. Algo que le había prometido hace dos días y que le hizo tomar desayuno con más ganas por dos mañanas seguidas justo cuando comía leche con cereales. TaeMin bombea su erección, empuñándola con sus pequeños dedos, mientras abría la boca y esperaba ansioso por ese postre que le había costado más caro que ningún otro que hubiese comido en su vida.
El rubio no se contiene cuando pasa la lengua por el tronco de su pene ni tampoco cuando se mete la punta entre sus labios, succionando y chupando como si estuviera probando el mejor dulce de su vida. Sus ojos se encuentran con los ajenos cuando le insiste que termine ya y cuando aprieta sus testículos con una mano acunándolos. Los acaricia como si fueran unas pequeñas bolas antiestrés, mientras sus labios siguen chupando y chupando hasta que el semen le pilla de improviso y entra como un violento chorro contra su boca. Sus labios brillan con el líquido en cosa de segundos y filtran esa excesiva cantidad que no logra tragar por completo y que termina desperdiciando de una manera que no tenía planeada.
Su boca sigue chupando la punta de su ahora flácida erección, limpiando restos que le quedaban por algunas partes, y también quitando incluso algunas zonas en su rostro que habían terminado chorreadas.
Sus ojos buscan los ajenos, mientras se lame los dedos y los encuentra observándole de una manera que no sabe como interpretar porque Papá nunca le había mirado así. Sus ojos nunca habían parecido tan oscuros y tan serios y su boca nunca había aparecido como una verdadera línea recta que no tenía ganas de curvarse para sonreír.
TaeMin lame su dedo pulgar ya con algo de vergüenza y se levanta, permitiendo que el contrario le suba el pantalón y se lo abroche de la misma manera que habían pasado las cuatro últimas veces que habían estado juntos. Cuatro de las cinco que él ya había pagado en tan solo un poco más de una semana.
— ¿A Papi no le gustó como lo hice?
Sus pies se ponen de puntitas para alcanzar sus labios con cierta preocupación, pero Papá no se lo permite y se mueve un poco. Su rostro se voltea y mira hacia otro lado como si se estuviera asegurando que nadie les mirase, para luego voltear al otro y asegurarse de lo mismo. Nadie les veía ni nadie les decía algo porque tal como un principio, seguían solos.
En la calle, pero solos.
— ¿Tienes el dinero?
Cierto. Había olvidado por una fracción de segundo que su felicidad tenía precio y que ese precio era un valor más alto del que ya no sabía cómo deshacerse para lograr llegar a fin de mes.
TaeMin asiente con vergüenza y torpeza, buscando entre sus pantalones, para luego entregar ese turro de billetes que ya tenía contado y distribuido para los siguientes días que se vendrían. Cinco días más y no sabría qué comer.
(Y poco le importaba).
Pero cuando le escucha, cree que es mejor que replantee sus gastos y también el resto del mes; que replantee su manera de conseguir su felicidad y también esa necesidad que de un momento a otro, sabía que le sería arrebatada. Porque cuando Papá habla, habla en ese tono serio que es un tono peor a ser regañado. Es un tono de advertencia. Un tono de "no volveré a decir esto porque no quiero repetirlo" y que a él le hace agachar la cabeza y asentir.
Porque no había que confiar en los hombres de traje como Papá. Se lo habían dicho desde pequeño, y ahora desde grande, se odió por no habérselo recordado a si mismo.
Por ser inocente, por confiar demasiado.
Y básicamente, por haber comenzado a perder la cabeza por Papá.
— No me llames más, TaeMin. Entiendo tu punto y que esto te lleva a un terreno extra dimensional que te hace feliz, pero... no sigas. Perderé mucho dinero al dejarte ir, lo sé, pero... Papá quiere que estés bien. No que te enamores de él. Y esto... esto ya es suficiente. Suficiente para mi.
*
¿Quién cree que ya está cayendo en las redes de sentir cosas? ¿Papá MinHo o Taem? 6v6.
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· Paradoja ·
ФанфикTaeMin persigue la paz con violencia y MinHo la entrega a cambio de dinero. Veintisiete años versus veintinueve, y TaeMin por primera vez, no tiene vergüenza de tener que pagar por sexo. Kinktober - 1 Drabble al día durante el mes de octubre.