Mueve el estetoscopio por medio de esa espalda desnuda y luego por delante, en ese pecho que estaba cubierto solo por una delgada tela. Escucha atento los latidos de ese corazón y luego sus pulmones, para así sonreírle conforme, a esa chica que se encontraba mucho mejor de ánimo y salud con respecto al inicio de semana.
— ¿Te has sentido mejor?
Su mano mueve con cuidado la sábana hacia un lado y revisa aquello que a la chica tanto incomodaba en un principio, pero que ahora lo veía como algo natural. TaeMin mueve un poco las vendas de sobre su vientre y sonríe ante unas cicatrices que parecían más sanas y menos terribles que hace unos días. Heridas de guerra como le gustaba decirle a ella, heridas de reasignación de género como técnicamente les llamaba él.
Sus manos se mueven con cuidado cuando la vuelven a cubrir y cuando ella le pregunta un par de dudas básicas de las que siempre prefería asegurarse. TaeMin escucha atento cada palabra que dice y responde amablemente a sus dudas, hasta que una enfermera le busca y le interrumpe, a causa de que las horas que tenía que reemplazar de un compañero ya habían comenzado y el primer paciente ya le estaba esperando.
(Y si había algo que detestaba, era la demora).
— Asegúrate de que reemplazarle la sonda a la paciente Lee y de ayudarla en las sesiones que hoy comienza con el kinesiólogo —le ordena a la enfermera que le sigue a todas partes y que ahora se encargaba de anotar cada una de sus palabras, mientras él se lavaba frenéticamente las manos como precaución al próximo paciente—. También necesito que me pidas un reemplazo para el turno de hoy en la noche porque no podré cubrirlo y tampoco el de mañana.
— ¿Y le aviso cuando el próximo paciente haya llegado?
TaeMin asiente con algo de estrés al notar la enorme lista a la que tenía que atender como parte de un reemplazo, haciendo un análisis mental de las horas perdidas y del cansancio extremo que sentiría hoy en la noche. Porque si su (no) pequeña obsesión de hace una semana atrás había comenzado a ser parte de un ligero olvido, el que ahora el trabajo ocupase cada segundo de su vida, le alteraba más.
Su mano abre aquella puerta a la que no estaba acostumbrado a entrar y levanta la cabeza cuando el paciente que estaba ahí, se levanta a recibirlo. Solo que aquel rostro de sorpresa que ve en él, supone que ha de ser el mismo que siente ahora. La misma expresión sorprendida o shockeada, junto a movimientos torpes y pensamientos incorrectos porque una semana pareció muy poco cuando al fin le veía después de tantos días ahí.
Porque Papá había llegado y esta vez, lo había hecho sin previo aviso y sin esperarle tampoco ahí.
— ¿Qué haces tú aquí?
TaeMin se sienta en aquel lugar que le correspondía y se cruza de brazos, dejando el estetoscopio a un lado, para mirarle con una ceja elevada y una expresión no muy distinta a la suya.
MinHo parecía entre indignado y abochornado, y con un rostro de cansancio similar al propio, solo que claro, por otro tipo de trabajo. Su cabello estaba desordenado, su barba de los costados un poco crecida y sus ojeras algo oscuras desde la última vez que le vio.
De hecho, podía asegurar que no parecía haber dormido, pero claro, eso no tenía porqué importarle a él.
— Trabajar —le responde luego de unos segundos, cogiendo el sobre que éste había dejado encima de la mesa y que parecía poseer varios exámenes ya realizados—. Mi compañero no pudo atender hoy y lo estoy reemplazando.
— ¿Eres médico? —una pregunta que a él le parece ridícula ante la obviedad de esa situación, pero ante la cual asiente, justo antes de estirar esos papeles que se dedicaría a leer—. No me lo habías dicho.

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· Paradoja ·
FanfictionTaeMin persigue la paz con violencia y MinHo la entrega a cambio de dinero. Veintisiete años versus veintinueve, y TaeMin por primera vez, no tiene vergüenza de tener que pagar por sexo. Kinktober - 1 Drabble al día durante el mes de octubre.