9. Comida.

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 Dobla con cuidado su delantal cuando se lo quita, dejando el estetoscopio dentro de su casillero y también ese montón de hojas que había arrastrado durante el día. Sentía el cuello muy tenso solo a causa del cansancio y los ojos le pesaban a causa del sueño que le había provocado ese maldito turno de más de veinte horas. A pesar de su juventud, el agotamiento corporal le pesaba como a todos y sus pies se sentían como hechos de plomo cuando intentaba avanzar.

No se cubre la boca cuando bosteza ni tampoco hace algo por ordenar su maltratado aspecto, mientras revisa su celular y elimina cada notificación que no tuviera importancia. 

(Es decir, todas).

— ¿Doctor? 

TaeMin deja caer su teléfono sin mucho cuidado dentro del casillero, a la vez asomaba su cabeza por sobre el metal y veía a esa enfermera que le miraba nerviosa y tímida por haberle interrumpido. Traía las manos cruzadas y su delantal puesto, lo que indicaba o que le necesitaba para un paciente o que traía malas noticias. Aunque ninguna de las dos opciones, era realmente buena a decir verdad.

(Pero sorprendentemente, no es nada de eso. Era algo que le deja más o en un shock peor).

— El señor Choi está esperando por usted afuera. Lleva mucho tiempo. Quise avisarle antes de que le hiciera esperar más.

— ¿El señor Choi? —repite, creyendo que había escuchado mal, cuando no lo había hecho—. 

Sus manos se enredan rápido en su cabello intentando peinarlo, mientras la enfermera asentía y apuntaba hacia la sala de espera, en donde desde ya podía imaginar su pose altanera, esperando por él. Sus piernas largas e inoportunas, sin preocuparse del cuidado de alguien y sus brazos cruzados, hastiados de estar esperando.

(Porque tal como pensó, fue).

Sus ojos se fijan en ese enorme cuerpo que se contrae cuando le ve y que se levanta con lentitud cuando se acerca hasta él. No hay un hola, ni un abrazo, ni mucho menos una caricia que podría causar incomodidad tanto para él como al resto.

TaeMin vuelve a ordenar su cabello cuando le tiene cerca y se muerde el labio de manera nerviosa cuando MinHo se pone a su lado y le mira. Su ceño está fruncido y sus labios también. Parece molesto y por exactamente eso, no sabe qué debería decirle.

Porque no se esperaba su presencia ahí, ni mucho menos un acto como éste de su parte.

Sin embargo, él se adelanta y le interrumpe. Corta sus movimientos cuando avanzan y cuando salen de la clínica, posando un dedo entre su boca y quitándole ese labio que en ningún momento había dejado de morder. TaeMin se queda con su dedo índice entre sus labios, dudando en si atraparle más o dejarle ir, pero solo una palabra y acata.

— Suelta.

Tenía que ser obediente.

— No te esperaba aquí.

Y sincero.

— Yo tampoco esperaba venir aquí.

Y porqué no decir, también un poco genuino.

Porque cuando TaeMin sonríe, MinHo le pasa una mano por sobre los hombros, deslizando con lentitud sus dedos por su cuello y el final de su nuca. Le despeina un poco en medio de una extraña caricia y éste cree deshacerse un poco ante esos dedos que saben bien cómo tocarle. Que saben bien cómo quitar el cansancio y cómo crear un torbellino de emociones que ya se le hacía difíciles de controlar.

Porque la obsesión estaba ahí. La obsesión estaba demasiado presente cuando no debía estar y la obsesión sonreía cuando no debía hacerlo porque eso debería considerarse pecado capital.

— ¿Te gusta la pasta?

(Y si no le gustase, volvería a decir que sí de la misma forma eufórica que hace cuando le responde y cuando camina un poco sobre una nube de amor a la que no sabe cómo responder).

Porque Papá está ahí. 

Papá le pregunta cómo le fue en el trabajo, que si ha dormido, que si esas ojeras son a causa de algo malo. Papá le lleva a un restaurante más elegante de lo que esperaba y le sugiere probar un plato que aceptó y que no imaginó compartir en algún momento con él. Papá le acaricia los dedos, mientras lee la carta de vinos y no le suelta cuando el mesero llega y les interrumpe, menos incómodo de lo que él se siente.

Porque TaeMin no está acostumbrado a esto. No está acostumbrado a que le atiendan, a que le hagan ser protagonista de una función en la que no sabía que participaba y en la que no sabía que le haría tan feliz como ahora. En la que no sabía que no dejaría de sonreír en ningún momento hasta que la cara le doliese y sus expresiones pareciesen plásticas de lo eternas que se hacían ver.

(Pero la inseguridad renace a veces. La inseguridad está ahí cuando come y cuando le mira masticar con entusiasmo esa pasta que no habían compartido nunca, pero que con él parecía saber más rica. La inseguridad le hace interrumpir su comida y hablar porque si no lo hace, la comida no le sabrá rica, ni le acentará bien).

— ¿Por qué estás aquí?

Sus labios se ven más brillantes a causa de la salsa y sus ojos más grandes a causa de la sorpresa, pero a pesar de eso, no le ignora, sino que se detiene y masca lento, tomándose un maldito tiempo extra que a él le llega a poner nervioso.

— ¿A qué te refieres?

— A que... tienes trabajo, supongo, pero... estás aquí.

— ¿Y no quieres que lo esté?

Diez segundos mentales son los que cuenta TaeMin antes de responder y antes de decir lo obvio porque ya poco le importaba la dignidad. Sobre todo si la dignidad no le llevaba a ninguna parte, más allá que de perderse oportunidades.

(Ya lo había aprendido. A la fuerza, pero lo aprendió).

— Sí me gusta, pero... ¿haces esto con todos?

— ¿El qué? 

— El salir a comer.

Diez segundos más y MinHo le sigue mirando. Sus ojos demasiado grandes le miran de una forma que le hacen sentir desnudo o que le provocan ganas de quitarse la ropa delante de todos y ofrecer su cuerpo como parte del postre. TaeMin sabe que eso no está bien y que tampoco está bien esa felicidad repentina cuando lo ve y cuando se convence de que esto no lo hace con todos, sino que solo con él. 

Esa mínima gota de esperanza que dura diez segundos y que cuando se hace oír, crece y crece. Como su sonrisa, como sus ganas de ser su postre, como sus ganas de pedirle que le desnude ahora, que no tenga piedad.

A Papá solo le gusta la comida contigo, bebé. Con nadie más. ¿Eso es suficiente para dejarte feliz?


*

¿Y ES SUFICIENTE PARA DEJARLXS FELICES A USTEDES TAMBIÉN? (:





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