23. Dildo.

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Es complejo.

No sabe cómo pasó ni cuando, pero de pronto el mundo da una media vuelta en la cual no sabe cómo aterrizar y tampoco si es buena o mala idea el caer de cabeza o de pie. No sabe qué hacer cuando lo que parecía algo de cotidianidad, no es tan cotidiano ni tan común porque esta vez el resultado no es el mismo y tampoco el rostro. Antes habría existido enojo, rabia; se habría emputecido. Pero ahora, ahora solo había un shock ante el cual no sabía cómo atinar porque esa señal que tanto esperó y que juraba que le haría reaccionar estaba aquí.

(Al fin estaba aquí y cuánto se había arrepentido por haber sugerido la idea de pedirla porque no había llegado cuando la quería).

MinHo observa la hoja de papel que tiene entre los dedos y luego mira sus manos que no dejaban de temblar. Sus dedos parecen los encargados de reflejar su pánico, y también su aliento que de pronto se entrecortó. Respiración agitada, respiración temerosa y respiración sobretodo de decepción.

Porque cuando creyó que al fin todo estaba saliendo bien, solo bastó esto para ver cómo su torre de cartas perfectamente armada, se caía de golpe, derrumbándose de una sola vez.

MinHo enrolla la hoja pasado unos segundos, metiéndola sin mucho cuidado al interior de su chaqueta, notando como la misma enfermera de antes le miraba casi con una compasión que tampoco ayuda mucho. Sus labios estaban algo pálidos y su rostro preocupado, seguramente, ya acostumbrada a ver todo tipo de reacción tras ese examen. Sin embargo, él solo asiente y se va. Se olvida de un MinHo que se habría encargado de patear ese basurero que acababa de tener a su lado y se olvida de un MinHo que se habría puesto a gritar que esto debía estar mal.

(Aunque podía estarlo. Quería creer que podía ser así).

Sus pies avanzan sin tanta seguridad como en un principio, pero aún conservando el mismo objetivo del que ya no sentía tantas ganas de realizar. A diferencia de la idea original, ahora no hay una sonrisa cuando baja por el ascensor, sino que solo un rostro de culpa demasiado evidente cuando lo hace por las escaleras. Un rostro que apenas recuerda la manera en que una vez lo hicieron ahí, a escondidas del resto, cuando poco tiempo llevaban de conocerse.

MinHo pasa las manos por su rostro, limpiándose de una suciedad que siempre sentía que lo invadía, y cambiando esa cara a una que pasa completamente desapercibida cuando TaeMin le mira y lo hace abriendo sus ojos de manera desmesurada. Sus labios quedan entreabiertos cuando le ve en ese pasillo, interrumpiendo de inmediato su conversación con una enfermera, para tan solo dirigirse a él. En sus manos portaba uno de esos archivadores que utilizaban los médicos para anotar los diagnósticos y que ahora termina siendo el único objeto que les separa cuando hablan.

TaeMin sonriendo de esa manera que tanto le encantaba hacer ahora último, y él imitándole, consiguiendo ser el mejor actor del día. 

(El mejor y al mismo tiempo, el más cruel).

— ¿Qué haces acá? No me avisaste que vendrías.

— No sería una sorpresa si te hubiese avisado, ¿no crees?

La sonrisa crece, sube hasta sus ojos y le hace asentir. TaeMin le dice que espere un poco porque tiene que entregar unos papeles y ahora él le imita, asiente y espera. Apoya su cuerpo contra una de esas paredes vidriadas y le mira a lo lejos, viendo su forma de desenvolverse en un rol completamente formal y serio del cual él nunca podría formar parte. Porque lo suyo estaba bastante lejano de la legalidad y porqué no decir, de lo 'inocente'.

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