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—Me pareces patético con ese cigarrillo

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—Me pareces patético con ese cigarrillo. Fin de la discusión. ¿Cómo demonios te ha de gustar alguien así, Crabbits?

Lena estalló en carcajadas a medida que Arthur hizo una mueca. 

Candace era una chiquilla muy divertida cuando se lo proponía. Estaban en su casa, comiendo un poco del pie de manzana que su mamá había hecho para la cena de acción de gracias que adelantaron porque el señor Quertz estaba antojado. Se acercaba el final del mes y eso también significaban dos cosas muy importantes: El baile inclusivo de Antoine y la visita a la casa de Matheus. La pelirroja habló con los dirigentes de la liga de boxeo para que Lena no fuese descalificada. ¿Quién lo diría? Las rivales del cuadrilátero compartiendo un postre en compañía de Arthur Coleman. El rubio no estaba muy convencido de la amistad emergente entre las chicas, Candace también tenía un efecto contraproducente en él. Era demasiado chillona... Bueno, cuando tienes apenas quince años crees que te estás comiendo el mundo entero cuando la realidad es demasiado diferente.

—Arthur, deja tu cara de póquer y come algo —regañó Lena.

—Siento que algo se me olvida, ¿sabes? 

—¿Tu hombría? Sí, creo que la dejaste en el útero de tu madre —puntualizó Candace ofreciéndole un trozo del pie que Arthur aceptó entornando los ojos. Lena se aguantó las ganas de reírse.

—¡Eres lo máximo, Candace! 

Ella guiñó un ojo.

Aunque el mariscal de campo tenía razón. Había algo pendiente que se le había pasado por alto. El verdadero problema era que realmente no tenía ni la más remota idea sobre qué era, o cuál importante era aquello.

La tarde culminó entre risas e insultos a Arthur, luego de una maratón de películas caníbales. Coleman contuvo sus ganas de vomitar, es decir... ¡¿Qué carajos?! ¿Cómo dos pequeñas tan dulces físicamente podrían ser tan perturbadas de mente? Eso era algo tan turbio que prefirió no comentar al respecto. No obstante, le alegraba muy en el fondo en que su Gladiadora consiguiese una chica como ella, así no se sentiría tan sola en este mundo lleno de basura mal llamada "Humanidad". 

Ya en Ofelia de camino a casa de su chica —si es que Lena aceptase aquella oración—, Antoine le escribió un mensaje de texto al rubio. Como Lena estaba dormida tan profundamente que era incapaz de despertarse y tomando en cuenta el trayecto medianamente largo que aún les aguardaba; ralentizó la marcha para poder responder el mensaje.

Mi casi señor Arthur: ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Antoine leyó el mensaje rodando los ojos. ¿Cuándo sería el día en que su ex novio e intento fallido de mejor amigo, permaneciese de buen humor? Respondió preciso y conciso:

Antoine fastidioso Wallis: Solo era para recordarte que mañana es el baile. Te espero en las bancas del estadio de fútbol. A ver si, por lo menos... Recuperamos nuestra amistad. Sigo enojado porque me ocultaste el secreto entre Abigail y Lena, pero aún así estoy siendo lo suficientemente paciente como para escuchar lo que sea que tengas para decirme. 

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora