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Vías intravenosas, el olor característico y repugnante del alcohol más el sonido titilante de las máquinas que descifraban los latidos del corazón de algunos pacientes, eran una tortura china para Lena y los demás

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Vías intravenosas, el olor característico y repugnante del alcohol más el sonido titilante de las máquinas que descifraban los latidos del corazón de algunos pacientes, eran una tortura china para Lena y los demás. Nunca se imaginó que todo fuese a acabar tan desastrosamente, como si la bomba de Hiroshima hubiese logrado un alcance mayor. Es decir, si sabía a ciencia cierta que Arthur era capaz de reaccionar mal, pero no lo sospechó jamás del señor Robert; por más años que vivió en Vietnam prestando servicio militar. Creyó que solo se enojaría lo suficiente para que entre regaños y blasfemias sin sentido, el Australopithecus estrella quedase al descubierto. Todo pintaba mal. ¿Lo más triste de todo? No había rastro alguno de Robert o Miracle. Solo estaba el pobre de Kyle apretando la mano de su inconsciente hermanito menor. 

Divisó el lado izquierdo de la habitación y Antoine yacía en la dura y fría camilla de hospital, su madre lloraba a moco tendido mientras las Lancaster eran su único consuelo. El señor Maurice se limitó a observar a su hijo con cautela desde el vidrio, igual que ella. A lo mejor aún se encontraba analizando todo lo sucedido, no era fácil enterarte de esa forma que tu hijo es gay. La preocupación en sus rostros catalogaron la situación de Antoine y Arthur como comprometedora.

... Y todo por su maldita culpa. Jodió todo.

Aún no hallaba cómo sentirse. Su padre le tocó el hombro, llamando su atención. Tenía un gesto lúgubre lleno de decepción. Suspiró y dijo:

—No me digas que no viniste a formar este lío.

Por primera vez, Filippe tuvo razón al decir aquel disparate. Estaba en lo cierto con su acusación. Lena abrió la boca como mecanismo de defensa, pero fue inútil. Cerró la boca de inmediato. Ya hasta se había quedado sin argumentos y comentarios sarcásticos en contra de cualquiera. Estaba completamente en blanco.

—Toma. —Le entregó veinte dólares—. Por si necesitas llegar a casa. O al aeropuerto. O a donde sea. La verdad... No sé qué hacer contigo. Sin embargo me sentiría un muy mal padre si no te recuerdo lo mucho que te amo y te adoro. Gladiadora, estoy dispuesto a escucharte siempre y cuando tengas pruebas de tus teorías. Pero, por favor, por tu madre, evítame más problemas. No tengo idea si estoy despedido o no por Miracle, pero bueno. Qué más da.

Abandonó la sala de emergencia junto a Lucero y Abigail; la cual, con lágrimas emanando con fuerzo y sin parar de su perfilada cara arruinada por el maquillaje corrido, se acercó a ella.

—No te bastó separarlos.

—Solo lárgate, Abs. Ya me he sentido lo suficientemente fatal como para que pretendas hacerme sentir peor.

La castaña puso mala cara y se alejó sin más. Lena se sentía del culo, terrible. Estrellaba repetidas veces su frente al cristal que la separaba del dúo dinámico, esperando despertar y que todo solo hubiese sido un mal sueño. Una pesadilla y ya. Con sus actos no hizo más que darle la razón a todos los que la tildaban de agresiva y desquiciada.

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora