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—¿Cómo? Explícate mejor, madre

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—¿Cómo? Explícate mejor, madre. No entiendo lo que quieres decir.

Miracle resopló del otro lado de la línea y del mundo. Su hijo era un poco tonto.

—Te mandé dos boletos. Lleva a quién quieras, necesito que arribes a Nashville con pareja. Anda, pídele el favor a cualquier amiguita tuya, porque sé que te llueven las amistades. Necesitamos mantener relaciones comerciales con todos nuestros socios de las compañías, además de que al ser el reencuentro anual de los retirados del ejército... Ya sabes cómo se ponen todos los amigos de tu padre. Esperan con altas expectativas al hijo más exitoso de tu generación.

—Pero yo...

—¡Es cierto! —se alcanzó a escuchar desde la cocina. Era Robert.

Kyle rodó los ojos.

—¿Viste? La mayoría de los chicos están embarazando jóvenes menores de edad o convirtiéndose en Drag Queens. Y tienes claro la posición de Robert al respecto —añadió en un susurro.

La conversación no estaba fluyendo como era debido. Exhaló con fuerza, ¿a quién demonios llevaría? ¿Fingir de nuevo? Necesitaba disculparse con Arthur... Necesitaba volver a ver su ciudad natal. ¡Necesitaba aire fresco! Tanto tiempo en Londres lo estaba convirtiendo en un ser más huraño de lo normal.

—¿Kyle? —inquirió Miracle, esperando una respuesta.

—Ya sé a quién llevar, madre. No te preocupes. Manda los dos boletos.

Sin duda alguna, como le dijo Lena hace días... Será una noche inolvidable.

💎 💎 💎

El mariscal de campo estaba acostado en lo ancho de su cama, jugando con su ovoide como si se le fuese la vida en tal inquietante actividad. El magno evento de su padre era dentro de unas semanas y no tenía con quién ir. Peor aún cuando se sacó el peso de la mentira de las chicas de Milán con Antoine. 

Lo más probable es que irían los tres y terminarían sentados en la cornisa del edificio, bebiendo cerveza barata y acabarían en Ofelia hasta el amanecer del día siguiente. 

Suspiró, contestando a la llamada de su mejor amigo mientras se levantaba a tomarse una ducha. Colocó el altavoz.

—¿Esa es la llave de tu ducha? ¡Pillo! Y luego te quejas porqué me vuelves un loco, eh —masculló con energía el castaño, imaginando a su caballero desnudo, como tantas veces lo hizo. Sin embargo, automáticamente despejó aquellos lujuriosos pensamientos de su mente y se enfocó en el verdadero tema de conversación: El evento de sus padres y la forma en que atraparían a Matheus.

Arthur hizo una mueca.

—Por favor, Antón... Me tiene preocupado el reencuentro de los retirados. Se supone que terminamos con nuestras novias de Milán pero somos lo suficientemente machos como para buscarnos a otro par de señoritas.

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora