La despedida no fue cosa del otro mundo. Lena estaba peleada con su padre, con las chicas Lancaster y con Arthur a fin de cuentas. Pasó la noche comiendo pollo frito en compañía de Fabrizio y Candace, en casa del primer mencionado. A pesar de que su cuerpo estaba allí, su mente aún divagaba en el lago, con la imagen de Arthur estampando sus labios en los del Algodón de azúcar humano. No lo culpó. Ella hubiese hecho lo mismo, conociendo su carácter de mierda. ¿Qué le hizo pensar que el Australopithecus estrella sería diferente? Menos mal que se iría. Así las cosas volverían a la normalidad: Cronick dejaría de ser escándalo en la comunidad estudiantil de Nashville, su papá no sería despedido de la clínica, las Lancaster reconstruirían el local, Arthur y Antoine tomarían devuelta las riendas de su exitosa relación; Candace ganaría el campeonato local...
Pero, ¿y ella?
¿Valdría la pena sacrificar su felicidad, por la de los demás? ¿Era justo? Por supuesto que no lo era. Sin embargo, la nobleza en ella la hacía actuar sin pensar, el coraje y la sensación de ser un estorbo la llevó a tomar tan radical decisión. No había marcha atrás; dejaría Estados Unidos para adentrarse en las aventuras del viejo continente. Y eso era lo que más le aburría. ¡Inglaterra era tan gris y lúgubre! Por lo menos, para ella. Aunque no habría porqué culparla, Carlo de anfitrión no era la mejor carta de presentación para Londres.
Volteó de nuevo, fijando su mirada hacia la zona fuera de abordaje, su papá ya se había ido. Estaba segura de que a partir de ese momento, la relación tan fructífera entre el doctor Filippe y ella, cambiaría totalmente. Candace no asistió ya que detestaba las despedidas; y Lena le encargó a Fabrizio en que entrenase con mucho pudor a la pelirroja... Por lo tanto le prohibió que fuese a despedirla. Así estaba mejor, nada de sufrimientos ni desesperaciones o arrepentimientos. No había nada que fuese capaz de detenerla.
«A menos que cruzases la puerta...».
«Bah, no es una telenovela Lena. Déjate de patrañas».
Suspiró con pesadez, a ver si así lograba dejar toda la carga y la culpa que a pesar de no ir en la maleta, era demasiado peso para ella.
Aunque no lo negó, deseó en el fondo de su corazón que un destello dorado se hubiese aparecido en el aeropuerto. Desenfocó su mente del pasado para adentrarse en que lo se avecinaba; por lo tanto procedió a abordar el avión. Le iría mejor en Londres.
O, al menos, eso creyó.
💎 💎 💎
—Fatal. ¿Acaso no sabes cómo diablos se prepara un simple ristretto? ¡Increíble que en un Starbucks no sepan las clasificaciones del café caliente! —vociferó.
Tenía razón. Sin embargo, no podía culpar al barista, era nuevo y con demasiada poca experiencia... A cualquiera se le harían gelatina las piernas al toparse con semejante cliente tan guapo; un chico alto, de cabello rubio cenizo y de ojos azul oscuro con barba al ras de la barbilla y cuello... Uhm.
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Se dice de mí ® │Completa
Novela JuvenilSe dice que Lena Crabbits es lesbiana porque fue expulsada de un instituto para chicas. Es una boxeadora muy gruñona. Se dice que Arthur Coleman es el chico más candente y rudo en todo Cronick High School. Es el capitán del equipo de fútbol american...