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Kyle estaba al borde del colapso

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Kyle estaba al borde del colapso. No era capaz de concentrarse, la rubia le estaba sacando canas multicolores. Lena por su parte estaba algo aturdida ante la presencia de otro Coleman, por lo que optó sentarse en la silla del escritorio, reposando sus pies en la mesa y colocando de manera relajada los brazos sobre su cabeza, al tiempo que destapaba una barra de granola de Kyle. ¿Qué? Si Carlo las compró, lógicamente una de esas barras tenía su sello de propiedad.

El rubio cenizo observaba de reojo a la boxeadora, mientras su paciencia estaba a punto de explotar como un volcán. 

—¿Podrías bajar los pies de mi escritorio? Dañas la vista. Esto es una oficina seria, señorita Crabbits.

Lena se echó a reír.

—Seria con tremendo póster del vídeo juego League of Legends detrás de la puerta.

El joven empresario se cruzó de brazos. ¡Ni que eso fuese para tanto! Además, ni llegaba a los treinta años todavía... Era un crío al que le tocó madurar antes de tiempo, todo lo contrario a su hermano menor. El cual, por cierto, tenía tremendo lío en el nuevo continente. Frunció el ceño, y se sentó nuevamente en su ordenador.

—No estoy viejo —se limitó a decir, aún ofendido.

—No me digas que ofendí a la nenita que se cree Christian Grey —ronroneó Lena, aguantando las ganas de seguir burlándose de Kyle. Que sujeto tan amargado e introvertido; todo lo contrario a Arthur. Aunque claro, el genio característico de los Coleman venía en los genes: Miracle, el señor Robert, Arthur y ahora él. ¿De casualidad ella no tendría orígenes en esa familia? Sería comprensible, el humor de su padre es demasiado pasivo comparado con la explosión que constituía todo su ser.

Si Arthur estuviese aquí, estaría riéndose con ella mientras le planifican una broma pesada a Kyle. Qué irónico... Se suponía que estaba en Londres para un nuevo comienzo, un cambio total a su vida, un nuevo emprender en su desarrollo personal y ahí estaba, plantada frente a otro Coleman pensando en su caballero, en su Australopithecus estrella.

¿Logrará sentirse libre? Solo el tiempo podría responder a su interrogante.

💎 💎 💎

Las luces de neón invadían el club. Faldas, escotes, colillas de cigarros y licor en exceso circundaban en el ambiente. A un extremo de la discoteca, un rubio de ojos profundos como el océano divisaba todo a su alrededor, mientras bebía de su cerveza. ¡Ya hasta había perdido la cuenta! Después de la cerveza número quince, dejó de enumerar para concentrarse únicamente en olvidar.

Olvidarse de alguien... Lena.

Antoine lo sorprendió dándole un abrazo por la espalda, a lo que el aludido respondió con un manotazo. ¿Acaso no entendía su pesar? Lo besó por impulso, nada más. Una verdadera lástima que Antoine todo lo malinterpretase; todo se lo tomaba a pecho, de forma literal. Arthur suspiró pesadamente, mientras agarraba otra botella y la acercaba a sus labios. El castaño estaba preocupándose por el mariscal de campo, así que optó por arrebatarle la cerveza de sus manos.

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora