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—¡Señor Coleman! ¿Qué opina al respecto sobre los crímenes de su esposa?

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—¡Señor Coleman! ¿Qué opina al respecto sobre los crímenes de su esposa?

—Arthur Coleman. ¿En serio es usted? 

—¿Dónde se encuentra Kyle Coleman?

—¡Doctor Filippe, doctor! ¿Podría decirnos algo sobre el descubrimiento del asesinato de su mujer? 

—... y nos encontramos en las afueras del ayuntamiento, en donde tenemos nada más ni nada menos que el escándalo del año donde se encuentran involucrados los miembros de una de las familias más aclamadas del condado: Los Coleman. Al parecer la madre nodriza del clan se inmiscuyó en crímenes como el homicidio de la meteoróloga Hayley Crabbits y el intento de asesinato de su propio hijo, Arthur Coleman. Además también se le acusa a la doctora Miracle el lavado de dinero y desfalco de su clínica y aseguradora. Sus bienes serán incautados para investigación policial. Más información en breves instantes amigos.

Los reporteros no daban tregua alguna ante la bomba del año. Arthur y su padre eran acosados por la prensa local ante preguntas en las que no tenían idea sobre qué responder. Inclusive, le preguntaron a Robert sobre una supuesta hija perdida de Miracle como producto de chismes desviados y mal intencionados por parte de los medios. El ex militante simplemente se quedó callado y se dirigió hacia Ofelia en compañía de su hijo, el doctor Filippe y Lena. Debían ir cuanto antes hasta el hospital a ver el estado de Kyle. A pesar de su estabilidad, la preocupación era latente.

Por otro lado, el Sheriff Julien tuvo su momento de éxtasis y placer cuando esposó sin piedad a Miracle y la llevó derechito a la patrulla, ya que su caso sería trasladado a la corte de otro distrito por el nivel tan despiadado de sus crímenes y obstrucción a la justicia. El señor intercambió número de teléfono con Robert antes de partir para buscarle un abogado que no estuviese influenciado por su futura ex esposa y enviarle detalladamente las citas al juicio y el divorcio.

Los cuatro reposaban sus espaldas en el automóvil. El silencio inundaba entre ellos, todos absortos en lo más profundo de sus pensamientos. 

—Les debo una disculpa —soltó Filippe al cabo de unos minutos ya en carretera.

—Y ni hablar de mí —secundó Robert.

Los jóvenes amantes intercambiaron miradas a través del retrovisor que los separaba. Lena estaba impasible, un rostro inescrutable donde lo único que pensaba a cada momento era la razón por la que se le hizo imposible darle a Matheus entre las cejas con la escopeta de Venus. De alguna forma sintió pena por la señorita Tremblay ya que después de todo no tuvo la culpa de meterse con ese desgraciado ni mucho menos. Si le hubiese quitado el arma cuando soltó el bate, a lo mejor el bebé Coleman seguiría vivo. 

—Eso lo hablaremos después. Primero que todo —vociferó un calmado Arthur ante el reflejo de su gladiadora a través del espejo, esperando una respuesta—... ¿Qué pasó con Venus?

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora