Extra #1

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Carlo  en la mansión Chamberlain-Cavalier

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Carlo  en la mansión Chamberlain-Cavalier

—Entonces, ¿es aquí? 

—Si el Uber te llevó hasta allá siguiendo el mapa de Google, pues ni modo.

—Bueno... Está bien —dijo con nervios, la gran casa lo intimidó al instante. Sin embargo, acomodó su garganta para oírse neutral en la llamada—. Gracias Kyle. Es usted el mejor jefe que he tenido en mi vida.

El mayor de los Coleman se carcajeó al teléfono.

—Carlo, he sido tu único jefe hasta hoy. 

—¿Usted qué sabe? —reprochó. No le gustaba ceder en discusiones, aunque tuviera todas las de perder. Además, Kyle siempre tenía la razón... Por algo era un empresario mega experto en su campo, ¿no?

—Deja de lloriquear, Palletini. Espero verte al final de la jornada en mi casa, mi papá y mi hermano te esperamos con ansias. ¡Tenemos qué celebrar!

—Oye, sí —admitió—. No todos los días te conviertes en un jugador de los Patriots y menos a tan corta edad. Espero conocer a tu hermanito, hablas mucho de él. 

—No es mi culpa que sea tan exitoso como yo.  ¡Nos vemos!

Ciao.

Ambos, finalizaron la llamada.

El hombre se sentía cada vez más nervioso a medida que se acercaba a la mansión. Allí, la Au pair family lo recibiría y le darían las instrucciones necesarias para el cuidado del niño y la casa en general. Aunque no iba a negarlo, mintió un poco en su hoja de vida. ¿Qué? Necesitaba el empleo. Tendría tiempo suficiente para llevar las riendas del gimnasio de su hermano Fabrizio ya que estaba en Atlanta con Lena compitiendo para un cupo en los Juegos Olímpicos. 

Colocó en su hoja que sabía hacer Parkour  y tenía altos conocimientos en ciencias ya que el niño estudiaba en una escuela de alto prestigio. 

Por supuesto, omitió la parte de que aprendió dicha disciplina en un videojuego de Kyle y que sus conocimientos científicos se basaban en jugar a Quién quiere ser millonario. Así que en teoría no fue una mentira... sino una verdad a medias.

Dentro de la mansión, Lex se acomodaba en el gran sofá que albergaba su sala de estar. Max estaba jugando con Knox a las tacleadas y ella al percatarse, resopló con enojo. Tanto que se esmeró en dejar al pobre chiquillo limpio y ya se había ensuciado con su padre en el patio. ¿Cuándo será el día en que aprenderán a comportarse? Iban a conocer al nuevo niñero gracias a la app y tenían el descaro de dar mala imagen. Si el nuevo Au pair se daba cuenta de lo diablillo que era Knox, saldría huyendo del lugar como los anteriores veinte niñeros.

—¡Se me sientan en la sala, ahora mismo! —vociferó Lex, el eco de su voz repicando en las parades de mármol. Max y Knox quedaron en el suelo en sus posiciones de lucha observando a la ahora madura y seria señorita, a la vez que sus rostros palidecieron cuando se fijaron la suciedad en sus ropas.

Se dice de mí ® │CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora