—¿Señora Hayley?
La periodista asintió con la cabeza. No estaba muy segura de pedirle ayuda al docente de su hija, pero ya él le había abierto la puerta. Matheus y ella tenían una excelente relación, donde el respeto y la admiración hacia sus empleos junto con Lena en común, hacían un buen par. Callaghan era un señor muy solitario debido a problemas de personalidad y ajuste a la sociedad; cosa que fue cambiando y mejorando a medida que las Crabbits le hacían compañía.
No obstante, la "admiración" por parte del profesor se convirtió en algo más. Tanto, hasta el punto de querer cumplir sus más oscuras fantasías con ella. Estaba enloquecidamente enamorado de Hayley, necesitaba decírselo... Aunque eso significase un rechazo por parte de su alumna estrella y del reconocido doctor Filippe. Aunque ¿y si la señora Crabbits le correspondía? ¿Dejaría a su marido de toda la vida, para comenzar una nueva vida junto a él y Lena? Eso lo haría muy feliz, se casarían en la iglesia más bonita de Nashville con una luna de miel en el Mediterráneo y vivirían felices por el resto de sus días en su casa de campo; donde tendrían hijos que serían los fieles compañeros de Lena. Todo estaba fríamente calculado, no había margen de error alguno.
Pero la Ley de Murphy existe.
—¿Qué tal, Matheus? ¿Cómo te trata la tormenta, eh? Mi furgoneta necesita un descanso. ¿Puedo sentarme un momento en tu porche? No es necesario ni que entre a tu ostentosa casa llena de polvo. Creo que se aproximan tornados en veinte minutos, así que solo necesito aguardar lo suficiente para seguir mi camino.
Estaba perdido en sus ojos oscuros, llenos de secretos y misterios. Sus palabras no salían de su mente, era incapaz de emitir sonido alguno, sus labios se encontraban en una guerra con sus pensamientos, buscando un acuerdo en el que pudiese hablar.
—¿Matheus?
Sacudió la cabeza, disimulando el escanearla con la vista.
—No se preocupe, Hayley. Pase y le preparo un té de hierba buena para que tenga fuerzas cuando empiece la acción —objetó con su doble intención bajo su inmensa capa de diplomacia. Ni la persona más maliciosa del condado notaría algo extraño en las palabras de Callaghan. Hayley simplemente se encogió de hombros, entrando como perro por su casa.
Chicas Crabbits en fin.
Se sentó en el enorme sofá que daba de frente con las grandes ventanas, donde se observaba en primera fila los relámpagos y la lluvia torrencial de aquella desdichada velada.
La periodista estaba exhausta. No le agradaba mucho la idea de retrasarse unos minutos que podrían ser cruciales para su reportaje, pero si no lo hacía todo se le complicaría. Irónicamente no tenía ni la más mínima pizca de malicia sobre la condena mortal que ella misma se impuso al bajarse de su furgoneta. Confiaba en Matheus lo suficiente como para quedarse unos veinte minutos y luego continuar con su camino, es decir, ¡ni que estuviese metiéndose en la casa de un asesino en serie! Estaba casada, y eso era simplemente parte de su trabajo, del día a día en su vida. En eso consistía: Viajar, sacar pronósticos, conocer gente en el trayecto, pedir aventones, posadas, y todo lo que estuviese a su alcance para pagar todas las cuentas en casa.
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Se dice de mí ® │Completa
Roman pour AdolescentsSe dice que Lena Crabbits es lesbiana porque fue expulsada de un instituto para chicas. Es una boxeadora muy gruñona. Se dice que Arthur Coleman es el chico más candente y rudo en todo Cronick High School. Es el capitán del equipo de fútbol american...