Abro los ojos bruscamente, estoy asustada y sudando frío. Frente a mí, en el techo blanco, logro visualizar una lámpara de cristal transparente muy hermosa. “¿Dónde estoy?”. Me pregunto a mí misma. Entonces me doy cuenta de que estoy en una cama. Me levanto para poder sentarme y ver mejor la habitación. Las paredes son totalmente blancas, muebles de madera café claro con acabados dorados. A mi derecha hay una mesita con una bandeja y sobre ella un par de copas con agua y un plato con frutas troceadas cuidadosamente. También hay una silla y en ella está sentada Leticia.
Me levanto de la cama lo más rápido posible y me lanzo sobre ella para abrazarla. Me sentí tan aliviada de verla con vida. Se veía bien, Valentine no le había hecho nada.
-Celeste, no me dejas respirar, me vas a matar. –Dijo en tono de broma.
Dejé de abrazarla y me senté en la orilla de la cama, frente a ella.
-Oh Leticia, pensé que te iban a lastimar. Te veías tan mal en aquella jaula el día de ayer… o hace unas horas…
Entonces me di cuenta que no sabía cuánto tiempo me quede dormida. Recuerdos llegaron hacia mí poco a poco. La muchacha del columpio. La montaña de cadáveres. Brazos jalándome dentro de la tierra. Una corriente de escalofríos me recorrió todo el cuerpo y me froté los brazos para darme un poco de calor.
-Leticia. ¿Cuánto tiempo he pasado dormida?
-Según mis cálculos… Seis días.
-¿¡Seis días!?
No podía creérmelo. Había pasado tantos días inconsciente, cuando yo solo recuerdo apenas unos diez minutos de mi sueño.
-Pero. –Comenzó diciendo Leticia. –Valentine a veces me mandaba fuera de la habitación y él se quedaba horas encerrado aquí contigo. Algunas veces me quedaba justo fuera de la habitación por si escuchaba algo. Y sí escuche algo, pero no entendí nada, apenas eran murmullos. Pero era como si dos personas estuvieran hablando.
-¿Yo estaba hablando con Valentine? Yo no recuerdo nada de eso. Sea lo que sea que estuviera hablando con Valentine no era yo.
-Cuando yo regresaba al cuarto ahí estabas tú, dormida profundamente.
-Lo siento tanto Leticia… Has estado encerrada en este lugar seis días, o más. ¿Cuánto tiempo te ha mantenido secuestrada? ¿Cómo llegaste hasta acá?
-Era una sorpresa… Mis dos hermanas ahorraron dinero para pagarme el viaje. Me pareció buena idea visitarte, ya que muchas cosas estaban sucediendo aquí en Suecia. Cuando vi esas fotos de Jamie con la muchacha del vestido rojo, pensé que era una de sus novias, pero luego me di cuenta que a ella ya la había visto; agrande la foto y me quede boquiabierta cuando descubrí que eras tú. Habías varias fotos en internet, muy hermosas, pero la gente todavía no sabían tu nombre ni nada por el estilo. Decidí quedarme callada, no le dije a nadie de mi familia. Te llamé varias veces, pero la llamada no me enlazaba. Te mande mensajes al celular y a tu correo. Me fui a la cama preocupada por ti, dado que no me respondiste nunca. A la mañana siguiente llame a tu mamá, para preguntar si sabía cómo contactarte, ella me dijo que caíste enferma y que estabas en el hospital.
-Ni te imaginas las cosas locas que me sucedieron esa noche… Pero me salvaron la vida. Espero que a estas alturas sepas quienes son ellos. ¿Sabes con quien estaba? –Le pregunte.
-Deja que te termine de contar Celeste. –Leticia tomo aire y prosiguió. –Luego, cuando ya estabas en casa, lucida y recuperándote, mis hermanas me dieron la noticia del viaje. Quería hacerte compañía, porque tu mamá me contó que estabas algo triste y desanimada. Compré los boletos y preparé todo. Como era una sorpresa, ni siquiera tu tía sabía que yo llegaría, solo tu prima Fátima. Ella me ayudo a guardar el secreto. Cuando llegué a Suecia el novio de Fátima me fue a recoger y me trajo hasta la puerta de tu casa.
Era ya de madrugada. Él me contó que por la tarde habían tenido una reunión con un montón de gente que le pareció rara, pero divertida. Me dijo que vio a un joven llamado Magnus con ropa de colores y que él tenía un novio llamado Alec. Quede extrañada cuando lo escuché decir eso, ya que tú me contaste alguna vez sobre ellos, pero por supuesto, ellos eran parte de un libro que tú estabas leyendo. El novio de Fátima se comenzó a reír y me pidió disculpas; me dijo que él estaba borracho en ese momento y que seguramente se había imaginado cosas. Ya estando yo en la puerta me despedí de él, luego él se fue. Cuando estaba a punto de tocar el timbre de la casa unas manos me taparon la boca y la nariz con un pañuelo. Traté de luchar para liberarme, pero era imposible porque esa persona tenía mucha fuerza. Caí dormida y desperté dentro de una jaula a la par de un árbol. Yo estaba totalmente desorientada, me habían secuestrado y quién sabe qué me harían o si le harían algo a mi familia. Mi boca estaba tapada y estaba encadenada, además la jaula era tan pequeña que apenas lograba sentarme. Tenía tanto miedo. Y entonces te vi, corriendo y llorando. El resto de la historia ya la sabes.
-¿Y cómo supiste que él se llama Valentine?
-Ahhh… Bueno, tú siempre me contabas de esos libros. Me dijiste que en la película tiene el pelo negro, pero en realidad es rubio, pegándole al blanco. Además de tantas veces que lo mencionabas y sumándole todo lo que vi en ese momento, como hablaban entre ustedes, Jace; llegue a la conclusión que él era Valentine. Luego Llego Magnus y el dijo su nombre en voz alta.
Leticia me hizo esbozar una sonrisa. Entonces agarré el plato de frutas que estaba en la mesa y comencé a comer unos trozos de sandía. Le ofrecí a Leticia, pero ella me dijo que ya había comido.
-Y jamás me hiciste caso. –Le dije a Leticia. –Te recomendé leer la saga y jamás quisiste, incluso me dijiste “Nunca los voy a leer”. Llegue a ahorrar para regalarte en tu cumpleaños el tercer libro, y aún así nunca los leíste. Ahora estas pagando, porque estas desorientada y no sabes en quien confiar. Y eso que yo he leído los libros, pero aún así han pasado cosas tan extrañas…
-¿Bueno, ahora tengo un motivo para leer los libros no? –Me dijo Leticia sonriéndome.
-¿Has buscado alguna salida?
-Sí. Pero no he encontrado ninguna. Valentine me deja ir a cualquier lado de la casa. Estamos incomunicados del mundo exterior, no hay teléfonos ni internet, nada de tecnología; ni siquiera un televisor. Fui a la biblioteca, pero solo habían libros extraños. Leí uno sobre enfermedades, decían algo como Viruela Malvada… Viruela Maléfica…
-¡Viruela Demoníaca! .-Le dije riéndome. Leticia siempre le cambiaba los nombres a las cosas.
-Si eso. Pero, cuando trataba de buscar una salida, cruzando muchas puertas, al final entraba en un cuarto donde yo ya había estado antes, o corredores anteriores, era como un laberinto.
-Solo yo sé la salida. –Dije en voz alta.
-¿Qué dijiste Celeste?
-¿Yo? No sé por qué dije eso… Yo no quise decir eso.
Valentine entró a la habitación. Cuando me vio despierta me sonrió.
-Hola querida, ahora que estás despierta podemos seguir con lo acordado. –Dijo Valentine estirando la mano en dirección a mí.
Yo ni loca lo iba volver a tocar, quizá solo para matarlo. Entonces, mi cuerpo se movió, perdí el control total de mi cuerpo. Y caminé hacia él.
-Que tal querido, todavía me cuesta controlar mi estado. –Las palabras salieron en contra de mi voluntad, mientras mi cuerpo de movía de manera provocativa hacia Valentine. - Pero ya casi la tengo dominada, pronto ella se perderá y yo reinaré en este cuerpo. –Dije tomándole la mano a Valentine y posteriormente besándolo en la boca.
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Cazadores de Sombras, más allá de los libros.
Fanfiction¿Qué pasaría si lo que dicen los libros es verdad? Celeste una joven aficionada a la lectura, emprende un viaje inesperado a Suecia; pero cuando creía que sería un viaje tranquilo, comenzarán a ocurrir sucesos inexplicables a su alrededor. Una trav...