Capítulo 23 "Yo soy yo"

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En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en otro lugar.

Era una habitación oscura y fría; iluminada por una pobre vela que estaba a punto de acabarse. El suelo era de madera. Me recorrieron unos escalofríos espantosos; moví mis brazos para abrazarme a mi misma y darme un poco de calor, pero algo impedía que me moviera libremente. Estaba encadenada. Ambas muñecas con cadenas de aproximadamente un metro de largo y sostenidas a la pared. 

También tenía una cadena en mi pie derecho. ¿Era necesaria tanta precaución? Además, ¿A qué hora fui encadenada? No veía a Valentine por ningún lado. Tenía una atemorizante sensación de que algo me observaba, algo más estaba aquí, en la habitación, conmigo.

Me acerqué a la pared para poder sentarme cómodamente, aunque debo admitir que el suelo estaba helado, pero me dolían los pies y estaba cansada.

Esperé, esperé, esperé y esperé.

No sé cuánto tiempo paso, pero me pareció un par de horas. Tenía miedo de quedarme dormida, en algún momento algo me iba a hacer daño. Comencé a sentir hambre y sed; la temperatura bajaba cada vez más y más. La luz de la vela se consumió. Quede en una oscuridad total. Permanecí con los ojos abiertos, por si lograba ver algo, pero no funcionó, todo era negro.

Escuché una voz femenina tararear una melodía. ¿Dónde estaba? No lograba ver nada, pero sentía que la voz me rodeaba. Poco a poco la voz fue tarareando más suave y más suave, hasta que no se escuchó nada. Yo no aguantaba el silencio, necesitaba saber donde estaba y con quién estaba.

-¿Hola? –Pregunté hacia la nada en tono dudoso.

-Hola.

Inmediatamente se encendieron varias antorchas que estaban ubicadas en lo alto de las paredes. Logré ver todo el cuarto. El suelo era de madera, pero las paredes eran de piedra. ¿Acaso me encontraba bajo tierra?

Escuché el sonido de un columpio. Metal rosando con metal. ¿De dónde viene ese ruido? Entonces vi el techo. Me paré lentamente. 

No podía creer lo que veía; el techo era un espejo gigante, yo llevaba puesto un vestido blanco suelto de manga larga. ¿A qué horas me cambiaron de ropa? Mi reflejo no era el único. Había un columpio y en ese columpio había una muchacha con ropas sucias y rotas de algunos lugares; ella se estaba columpiando, ella estaba tarareando. No lograba ver su rostro, es como si yo la estuviera viendo desde arriba. Entonces ella se detuvo, paró de columpiarse y dejó de tararear. Poco a poco fue subiendo la mirada, hasta que vi su rostro completo. Era yo. ¿¡Era yo!? Y entonces el reflejo me dirigió una sonrisa extraña y escalofriante, y me dijo:

-Hola.

No sabía que decir, ni que hacer. Estaba totalmente paralizada. Ella tenía mi mismo aspecto, pero se comportaba diferente, era más juguetona y despreocupada. 

Ella se paró y empezó a caminar donde estaba mi reflejo. Se puso justo frente al yo del espejo y me tomó del brazo.

-Ven conmigo. –Dijo ella.

Todo dio vueltas a mí alrededor y un segundo después ella estaba frente a mí. La podía sentir, su mano helada y blanca como la nieve. Inmediatamente me solté de su agarre y retrocedí dos pasos. 

-¿Sucede algo malo? –Me preguntó inclinando la cabeza de lado y sonriendo. Sonriendo como si se estuviera burlando de mí.

-¿Quién... eres tú?

-¿Yo? –Dijo ella. –Yo soy yo. ¿Quién eres tú? –Me preguntó.

-Yo soy yo. –Le respondí.

Ella soltó una breve risa.

-Si yo soy yo y tú eres yo; ¿entonces quién soy yo? –Dijo ella, mientras se acercaba lentamente hacia mí.

-¿Tu eres yo? Eso es imposible, esto es un sueño. –Le dije asustada.

-Las dos somos una sola, ¿Qué no lo ves? ¿Acaso no me parezco a ti? – Me preguntó al momento que estiraba sus brazos y daba una vuelta sobre sí misma. 

-No eres yo. –Comencé diciéndole. – Puede ser que tengas mi aspecto, pero yo no me comporto de esa manera, tú eres diferente, eres otra persona en una copia de mi cuerpo. Y seguramente está es una ilusión creada por Valentine o algún demonio que trabaja para él; pero no caeré en sus jueguitos.

La chica frente a mí se comenzó a reír ruidosamente. Luego fue al columpio y empezó a mecerse; el columpio comenzó a chillar horriblemente. 

-Tú no lo comprendes. –Dijo ella. –Esto no tiene nada que ver con Valentine, él es solo una herramienta.

-¿Una herramienta para qué? –Pregunté.

-Una herramienta para ti, para nosotras. Para que puedas sacar todo tu poder y rehacer el mundo como te plazca.

-¿Qué diablos estás diciendo? –Dije confundida.

-Tú y yo somos una sola. Estás en tu subconsciente. Al fin pude mostrarme ante ti. Me has tenido confinada a este lugar, en lo profundo de tu mente. Todo lo malo que has pensado alguna vez, todo el miedo, el odio que guardaste todo este tiempo dentro de ti; eso soy yo. Tenemos que ser una sola, con ayuda del tercer instrumento mortal. Realmente no se habla mucho de él, porque tienen miedo de desvelar al mundo su gran poder. 

-¿Y cómo se supone que has llegado a saber sobre su poder? Tú eres yo, y yo no recuerdo alguna vez haber escuchado algo semejante. –Le dije.

-Tienes parte del alma de Clary Fray. Tienes sus conocimientos; lo que pasa es que no puedes acceder a ellos porque están en lo profundo de tu mente. Por suerte justo donde yo me encuentro.

-¿Y cómo es qué Valentine supo de ello?

-El lo supo siempre. Desde que comenzó su obsesión para conseguir los instrumentos mortales e invocar al ángel Raziel. No utilizó el espejo porque en ese entonces era un lago, y de esa manera no funcionaba. Así que la opción más viable era invocar al Ángel. El espejo, como te he dicho, tiene un gran poder. El Ángel Clarissa quiere utilizarlo para hacer cosas buenas y purificar el alma de Valentine y todas esas cosas estúpidas; pero también se puede utilizar para otros motivos. Utilizarlo para el bien, utilizarlo para el mal. Eso no importa, algo que sea “malo” puede ser “bueno” desde tu punto de vista ¿No?

-Si dices que se puede utilizar el espejo para el bien, entonces eso haré. No le daré gusto a Valentine, ni tampoco te daré gusto a ti. –Le dije.

-Me parece bien. –Dijo ella sonriéndome.

Entonces todo el escenario cambió; estaba al aire libre y era de noche, el cielo era una mezcla de colores gris, negro y rojo. Algo se rompió bajo mis pies. Miré hacia abajo. Era un cráneo; más bien eran muchos cráneos y huesos de personas por todas partes. ¿¡Qué está sucediendo aquí!? Voltee a ver hacia adelante. Justo frente a mí se alzaba una colina, conformada por cadáveres, había sangre por todos lados; en la punta de la colina estaba Ella, viendo hacia el horizonte. Poco a poco ella se volteó y me dirigió una media sonrisa. Murmuró algo, pero no la escuché. Y entonces sucedió; unos brazos salieron debajo del montón de huesos humanos y me empezaron a jalar. Yo me estaba hundiendo, la tierra me estaba tragando. Sentía frío, mucho, mucho frío. Unos segundos después ya solo tenía la cabeza fuera de la tierra. Yo trataba con todas mis fuerzas salir, pero en cada intento, me jalaban más fuerte hacia abajo. Estaba desesperada, tenía tanto miedo, necesitaba ayuda.

-¡Ayuda! ¡Qué alguien me ayude! –Grité desesperada.

Y entonces, ella apareció frente a mí, encima de los huesos, parada tranquilamente. Me tendió una mano. Ella me estaba ofreciendo ayuda. No me gustaba la idea de tocarla de nuevo, pero quería que alguien me sacara de esto. Entonces, en mi miedo y desesperación le agarré fuertemente la mano. 

-Somos una. –Dijo ella sonriéndome.

Cazadores de Sombras, más allá de los libros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora