Sebastián, Sebastián, Sebastián…
Pensé que él no formaría parte de ésta historia. ¿Alguien me puede decir que está pasando?
Según lo que me contó Jace, Sebastián fue perdonado por los cielos, quedó inconsciente durante un tiempo y cuando despertó era otra persona totalmente diferente. ¿En qué sentido diferente? ¿Diferente loco? ¿Diferente bueno?
Yo no conozco a este nuevo Sebastián y me gustaría hacerlo. Si nosotras tres estamos aquí, frente a él, sin ninguna protección (Que yo vea), eso significa que no corremos peligro. Me doy cuenta que hace varios segundos que había contenido la respiración. Inhalo profundamente nuevo aire y después exhalo lentamente.
¿Por qué no ha salido el sexto libro de Cazadores de sombras? Eso me daría al menos una guía sobre toda esta situación. Creo yo.
Giro mi vista hacia Laila. Ella está parada tranquilamente con los ojos cerrados, disfrutando de la melodía y está un poco ruborizada. ¿Ruborizada? Henrrieta está con los ojos abiertos, apoyando una mano en su cadera, como si estuviera esperando que se acabara la canción. Giro de nuevo, y veo al chico del piano, Sebastián, moviendo los dedos ágilmente y con los ojos cerrados. ¡Por el ángel! ¡Sí que sabe tocar el piano! Su cabello esta algo largo, le cae delicadamente sobre la frente y es perfectamente liso. Lleva puesta una camiseta blanca holgada y jeans negros. Noto que no trae zapatos. ¿Qué ahora está de moda estar sin calzado? Hago lo mismo que Laila, cierro mis ojos y dejo que la música me atraviese.
Jamás había escuchado esa pieza. Es tan melancólica que me dan ganas de llorar, no sé por qué.
Las notas se interrumpen bruscamente y abro mis ojos de un jalón.
Sebastián me está viendo directamente, tiene en su mirada una expresión de asombro y… ¿Miedo? Un segundo después su rostro cambia a uno sereno y voltea a ver a Laila y Henrrieta. Yo me quedo tiesa como una estatua. No sé qué hacer o decir.
-Laila, Henrrieta, que placer tenerlas aquí nuevamente. –Exclama Sebastián mientras camina, cruza la puerta y queda frente a las chicas.
Tiene una voz tan amistosa y ¿Sexy? “¡Para Celeste! ¡Para! ¡Deja de pensar que Sebastián tiene voz sexy!”
Entonces ocurre algo que yo no me esperaba. Laila se avienta a los brazos de Sebastián y lo abraza fuertemente. Sebastián la abraza pero con ternura y se ríe. Se ríe…
-Laila, deja ya en paz a Sebastián, al pobre casi lo tiras.
-Oye Henrrieta, ¿Qué no deberían estar en la reunión de la Clave? Ustedes nunca faltan. –Le dice Sebastián.
Laila deja de abrazar a Sebastián y se pone seria.
-Sí, para allá vamos. Surgió un inconveniente. Nos encontramos con está intrusa en las calles de Alicante. –Exclamó Laila mirándome con odio y señalándome.
¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿¡¡¡Qué hago!!!? Sebastián me está mirando fijamente otra vez. Siento que no me circula bien la sangre, creo que me voy a desmayar.
Entonces Sebastián pone una mano en el hombro de Laila. Ella lo voltea a ver y luego se aparta. Él comienza a caminar hacia mí. Yo retrocedo dos pasos hacia atrás Y Sebastián deja de caminar.
-Descuida, no te voy a hacer daño. –Dice mientras levanta las manos a la altura de su pecho.
Yo estoy llena de pánico y nerviosismo. No sé que esperar de él.
-Tú eres Celeste, ¿Verdad?
-Y tú eres Sebastián, ¿Verdad?
Qué estúpida respuesta la mía, pero es que en ese instante no se me ocurrió otra cosa que repetir sus mismas palabras.
-Sí, lo soy. -Me dijo tomando una postura más calmada y con una media sonrisa reflejada en su rostro. –Tú no me conoces, bueno, casi nadie me conoce. Pero yo no lastimaría ni a una mosca, créeme.
-Después de lo que hiciste no sé si creer en tus palabras.
-¡Qué acabas de decir mundana insolente! ¡¿Cómo te atreves a insinuar cosas sobre Sebastián?!
-Laila Cálmate. –Dijo Henrrieta sosteniendo a Laila de los brazos para que no se abalanzara sobre mí.
-Laila, sabes que ella tiene razón. Celeste, eso fue hace 63 años, y yo no recuerdo casi nada sobre esa situación. –Dijo Sebastián en tono triste.
Me miró fijamente y logré ver el color del iris de sus ojos. Verdes.
-Se está haciendo tarde, será mejor que nos movamos ya Laila. Sebastián, disculpa las molestias, vendremos cuando termina la reunión. –Dijo Henrrieta.
Laila no se despidió de Sebastián, solo dio media vuelta y se fue caminando por el pasillo hasta perderse en la oscuridad. Henrrieta me hizo un gesto para que la siguiera y luego siguió a Laila. Me quedé sola. Apresuré el paso para seguir a las chicas. Y cuando estaba pasando a la par de Sebastián el me hablo en voz baja.
-No entres ahí. Creo que sé lo que te pasa. Te puedo ayudar.
Me detuve y lo voltee a ver. Ambos nos mirábamos en silencio. Quería saber que tramaba mirándole los ojos, pero esa mirada no me decía nada.
Entonces él estiro una de sus manos blancas hacia mí. Fije la vista en su mano por un buen rato. Después lo volvía a ver a él y luego seguí caminado dejando atrás a Sebastián.
***
Ahora me arrepiento de no haber tomado esa mano. De haberlo hecho quizá no hubiera ocurrido lo que ocurrió. Se hubieran salvado muchas vidas, vidas importantes para mí y para mucha gente en Alicante…
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Cazadores de Sombras, más allá de los libros.
Fanfic¿Qué pasaría si lo que dicen los libros es verdad? Celeste una joven aficionada a la lectura, emprende un viaje inesperado a Suecia; pero cuando creía que sería un viaje tranquilo, comenzarán a ocurrir sucesos inexplicables a su alrededor. Una trav...