Capitulo 33 "Despertad"

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Caía y caía lentamente. Miraba el cielo, de un tono azul claro, nubes por todos lados. Podía ver mis brazos, alzarse mientras caía y caía. 

Una gran ala, de tamaño colosal, tapo todo el cielo que yo veía. Sentí paz. Hebras de cabellos rojos se levantaban y se posaban en las plumas de la gran ala. Era un Ángel, era el Ángel Clarissa. Jamás imagine que la grandeza de un ángel pudiera ser tal. Hermosa y reconfortante sensación me acunaba. Y yo caía y caía.

Mi rostro se llenó de incansables lágrimas. “Perdóname Jace” pensaba. “Perdóname por no llegar a tiempo y salvarte… perdón…” Los sollozos interrumpieron mis pensamientos.

Ahora sentía el peso de la pérdida.

Unas alas blancas me envolvieron. Sentí su calidez en todo mi ser. Pero me recordé a mi misma que no podía quedarme ahí para siempre, tenía que llegar con los demás, tratar de luchar de alguna manera. Entonces escuché su voz.

“Si junto a ellos lucharás, Nephilim dejarás de ser”

Comprendí inmediatamente sus palabras. Mi decisión había sido esa. Pero esa decisión conllevaba un pago: La sangre Nephilim que corría por mis venas.

“Estoy dispuesta, lo juro en el nombre del Ángel Raziel” –Le respondí. La primera y última vez que juré en el nombre de Raziel, todavía era Nephilim, así que valía.

“Déjame caer de tus alas y libérame en vida mundana otra vez”. –Dije.

“No son mis alas, son tuyas” –Respondió.




Me abracé fuertemente con los brazos y comencé a sentir un fuerte jalón hacia abajo, caía y caía con más rapidez, sentí que mi cuerpo no lo soportaría, pero mi mente me decía que si lo lograría.

***

Mi brazo estaba estirado. Magnus me veía fijamente. No me moví durante varios segundos. Entonces Magnus me dedicó una media sonrisa y me dijo “Te encontraste”.

Ahora lo entendía.

Lentamente bajé el brazo.

“¡NO!” “¿CÓMO LO LOGRASTE!” “¡No, este cuerpo es mío!”

Era la voz de Celestián, todavía seguía dentro de mí. Tenía que expulsarla. Fue cuando comenzó la batalla interna. Celestián desde el fondo de mi ser trataba de buscar una forma de volver a apoderarse de mi cuerpo, pero yo no la dejaba. Me di cuenta que me estaba agarrando fuertemente la cabeza y que gritaba, gritábamos. Se escuchaban dos voces provenientes del mismo cuerpo. Tomé el espejo y jalé de el fuertemente, la cadena se rompió y el espejo cayó al suelo.

Silencio total.

Pero unos segundos después, de mi cuerpo comenzó a salir una sombra negra que se arrastró por el suelo y desapareció.

Exhausta, me contemplé las manos. Mi cuerpo era mío otra vez. 

Entonces me di cuenta de lo que había en mi espalda. Dos grandes alas blancas extendidas y brillantes. Pero antes de que las pudiera apreciar mejor, se disolvieron en una nube de brillante polvo blanco.

Vi su cuerpo en el suelo. Sin alma alguna dentro de el. Caminé y me arrodillé junto a él. Lo tomé con ambos brazos y lloré, lloré sobre sus cabellos de oro, mojé su rostro con mis lágrimas. No pude evitar su muerte ¿Por qué no pude evitar su muerte? Lo abracé fuerte contra mi pecho y me quedé ahí llorando, hasta que algo más llamó mi atención.

Valentine gritando.

Mientras el gritaba me di cuenta del por qué. El demonio no estaba muerto, solo fue a buscar otro contenedor y ese era el cuerpo de Valentine. Su cuerpo se comenzaba a contorsionar y luego, con gran destreza, se zafó de los brazos que lo sostenían. Unas alas deformes le salieron de su espalda, escurrían icor negro y apestoso. Los ojos de Valentine eran totalmente blancos y sangre salía de ellos como lágrimas. Era una abominación. La tierra comenzó a temblar, rocas se elevaron en el cielo, árboles fueron arrancados y despedazados en un santiamén y una lluvia pesada caía del cielo. Se escucharon truenos tan fuertes que mis oídos quedaron sordos por unos instantes. Al poco tiempo me di cuenta que rayos comenzaban a caer en todas direcciones y que Valentine se reía, se carcajeaba. 

Cazadores de Sombras, más allá de los libros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora