Lo contaré

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Cuando el chico de cabellera verde dijo su nombre miles de recuerdos y flashback pasaron por mi mente.
En uno de ellos ambos estábamos muy bien arreglados, sentados en un par de taburetes al borde de una barra. Otro fué de un dia en el Café de Violet, Monet estaba sentada encima de él y se presentaba como su novia. Pero lo que mas me dio de lleno en el corazón, fue, el pensar que él era mi hermano de la infancia.

-¿Eres tu?- pregunté confundida.

-Si yo soy ¿quién?- alzo las cejas.

-Mi hermano, mi hermano pequeño.- una lagrima se me escapó.

-Si Robin... soy tu hermano... y...- cerro los ojos y bajo la mirada.

-¿Y?- me acerque a él ansiosa por saber más.

-Esto es demasiado. ¿Porque no vamos poco a poco?- ne sonrío de lado.

-¿Que me ocultas? Sé que nosotros somos o fuimos algo más. Dime qué... por favor.- entrecerre mis ojos y le puse la misma cara que me pone Chopper cuando quiere jugar y a mi no me apetece.

-Robin... no seas cabezota. Yo no puedo contarte nada, será mejor que tú misma lo averigues. No quiero interferir en tus pensamientos.- su rostro tornó a serio de golpe.

-Esta bien, como tu quieras.-

Estuvimos unos minutos callados, el no quería contarme nada más... y yo no podia seguir preguntandole cosas.
Hay algo que le incómoda, algo nuestro, algo que quizás pasó y ya está. Pero necesito saber que es, necesito saber porque Torao no quiere ni verle.
Me empecé a acercar poco a poco a Zoro, lentamente, necesitaba probar de nuevo sus perfectos labios. Le cogí de la mano, y él me miro fijamente.

-¿Que te pasó en ese ojo?- pregunté señalandoselo.

-Fue un accidente de moto.-

Otro recuerdo llegó a mi mente. Estabamos juntos en lo que parece ser un lago, estamos juntos, muy juntos, y desnudos. El me estaba haciendo el amor como nunca antes me lo habia hecho nadie. Miles de sensaciones atravesaron mi cuerpo, mi corazón.

Sin pensarlo le acaricie esa perfecta cicatriz, que para mí, no era para nada horrible. Me fui acercando a su rostro llegando a rozar la punta de mi nariz con la suya, nuestros alientos se fundieron en uno solo, nuestras respiraciones empezaban a entrecortarse, pase mi otra mano por su suave y perfecto cabello para acariciarlo. Y le besé, le bese profundo, lo necesitaba, y mucho.
El me cogio la cara con sus dos manos para profundizar mas el beso, nos separemos por falta de aire, dejando entre nuestros labios una pequeña unión producida por nuestra saliva.

-Dios Nico Robin... como te quiero- volvió a besarme.

Esta vez una de sus manos bajaba acariciando mi espalda, mi columna, produciendo en mi miles de sensaciones, y todas buenas.
Yo me deje hacer, la tensión subia entre los dos, nuestras hormonas estaban como locas y nuestras mentes y nuestros corazones se necesitaban.
No lo resistia más, comencé a quitarle la camiseta, dejando al descubierto su cuerpo perfectamente formado, espalda ancha y fuerte, pectorales y abdominales bien marcados, era un dios griego, y tenia una cicatriz que me terminó de matar. Este hombre no puede ser de otro planeta. Empece a acariciar cada uno de sus bien formados músculos, el solo me observaba. Con cuidado me quitó la chaqueta de lana marrón que llevaba puesta, botón por botón, hasta deshacerse de ella.
De un momento a otro pasó a darme pequeños besos por el cuello, hasta llegar al escote en V de mi vestido color miel.

-Robin... ¿estas segura?- me preguntó mientras acariciaba mi pequeña barriguita.

-Estoy segura Zoro, nunca antes lo habia estado tanto.- puse mi mano encima de la suya.

Volvió a besarme, nuestras lenguas volvieron a entrelazarse. Con cuidado me cogió en brazos, pegandome  a su cuerpo. Lleguemos a mi habitación y me dejo en mi casa con muchisima delicadeza, como si de un frágil crital se tratara.
El estaba frente a mi, yo le obsevaba desde la cama, empezó a desabrocharse los pantalones dejando que estos calleran al suelo, permitiendome una perfecta vista de su más que notada erección.
Despacio se fué posicionando enfrente de mi, me subió el vestido con cuidado hasta estar completamente fuera de mi cuerpo. Con caricias desde mis muslos hasta mi rodilla me quitó las botas negras para a continuación deshacerse de mis calcetas color marrón.

Ambos estabamos en ropa interior, expuestos el uno al otro.
Nos metimos dentro de las sábanas de seda blancas de mi cama, términemos de desnudarnos para despues hacer el amor, con mucho cariño, mucha necesidad. Me lo hizo de manera romántica, muy tranquilo y con cuidado de no hacerle daño a mi barriguita. Juntos lleguemos al punto de extasis, me encantaba la sensación que este hombre me transmitía, me queria y eso se notaba.
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Fueron pasando los dias, Zoro y yo aprovechamos cualquier momento que podemos. Cuando Hancock sale de casa, o queda con Luffy para pasar la noche fuera, mi querido espadachin y yo, nos vemos, quedamos, para volver a fundirnos en uno solo.
Conforme pasaron los dias mi memoria fue volviendo, ya casi lo entiendo todo. Después de recordar tantas cosas, también recorde que no sabia quien era el verdadero padre de la criatura que crecía dentro de mi, solo sé, que Zoro me quiere, y que le da igual si él no es el padre, ya que según él, lo criaria si yo quisiera, como si de su propio hijo se tratase.

Torao continúa con sus constantes llamadas, yo ya lo tengo mas que claro. En cuanto vuelva, le contaré todo lo que está pasando, y también le contare que a quien amo es a Zoro, por mas que me duela, es así, es un hecho.

En lo que Torao sigue con su viaje, Zoro y yo nos unimos más.
Estamos en el sofá de mi pequeño pisito. El sentado de frente a la tele, yo a un lafo suyo con mis piernas sobre él, y a nuestro lado mi querido Chopper, los tres nos encontramos metidos entre mantas, con la única luz de la televisión. Mientras Chopper duerme, Zoro y yo nos comemos a besos, a susurros y a caricias.

-Robin... ¿estas segura de querer contarselo todo a Law?- me preguntó de repente.

-Claro que si mi pequeño espadachin.- le sonreí. -Torao... es una increible persona, y se merece a alguien que lo ame como yo no supe hacerlo, se merece la verdad, aunque le duela. El es un hombre muy maduro... sabrá afrontarlo... y espero que lo llegue a entender algún día. Yo le quiero, y es por eso que quiero que lo sepa todo.- mi mirada se entristecio, cambio a opaca, sin luz.

-Estaré contigo si tu quieres- me miro con una sonrisa de medio lado.

-No... esto es cosa mía. Si estás... empeoraras las cosas.- le acariciaba el pelo mientras le miraba fijamente.

-Como quieras mujer.- me dió un beso en la frente. -¿Y con el tema del bebé, y sobre lo nuestro? ¿cuando vas a hablarlo con tu familia?-

-Poco a poco, primero hablare con Torao. Hancock será algo facil, siempre supo sobre nuestra relación. Y con mi familia...- me heche las manos en la cabeza.- ya lo iré viendo.- finalice.

-Como quieras. Esto es cosa de los dos, te apoyo y te comprendo. Se que debe de ser dificil para ti.- me abrazó como si no hubiera un mañana.

-Te amo Roronoa Zoro- le dije acariciando el lobalo de la cara.

-Te amo Nico Robin- y me besó.
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Los dias continuaron pasando, y yo aun seguia sin hablar con mi familia y con Torao. Es muy complicado.

Ya voy de 6 meses y medio, y sigo sin saber el sexo de mi bebé, la verdad que no quiero saberlo y eso Zoro lo respeta.
Nunca pensé poder ver a Zoro de esta manera, se esta volcando muchisimo en mi embarazo, me cuida, me ayuda con las tareas, me trae todos mis antojos y me acompaña a todas las revisiones y cita con el médico.


PENSANDO EN TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora