Parte III.

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Londres.
3 meses después.

La casona en la que ahora vivíamos quedaba un tanto alejada del centro de Londres, rodeada de árboles, praderas y flores de todos los colores, una pequeña laguna era el hogar de familias de patos salvajes, y garzas.

Temprano por la mañana los zorros buscaban los nidos de las aves, me bajé del caballo negro llevando la petaca de plata a mis labios la niebla se deslizaba sobre el agua cristalina de la laguna esparciéndose a los alrededores, escalando por los árboles que dejaban ver el anaranjado amanecer me arropé en el grueso abrigo escondiendo mi nariz en la gruesa tela de castilla, el vaho se escapó de mi boca con una sonrisa cuando el caballo de Alfie llegó a toda prisa junto a mi.

– ¿Qué haces tan temprano? – Habló acercándose en su caballo al que acaricie pausadamente. Alfie bajó caminando hasta mi – ¿ya desayunaste?

– No – Respondí estirando mi mano para quitarle el cigarrillo, aspiré – ¿Y tú? – Negó con la cabeza removiéndose en el pesado abrigo.

– Iré esta tarde a Windsor – Deslizó su mano hasta la mía tomando mi dedo índice derecho, donde reposaba el anillo que él me había dado en nuestro rápido matrimonio en el patio de la casona en Windsor.

– ¿A qué?

– Tengo negocios.

– Yo tengo negocios en Windsor – Lo interrumpí observándolo girar el anillo de oro en mi dedo – ¿Por qué vas?

– A matar al maldito irlandés ese – Sonreí – McMahon me llamó anoche. Quiere que nos veamos para ofrecerme una posibilidad de negocio. No me veas así.

– ¿Por qué te metes con mis socios?

– Nuestros socios.

– Si matas a Banan perderé 35% de nuestros ingresos – Me tomó de la muñeca acercándome a él quedamos frente a frente – además me agrada.

– ¿Ustedes tenían algo?

– ¿¡Banan y yo!? – Exclamé divertida – para nada. Aunque debo admitir que siempre lo intentó.

– Una razón más para matarlo – Dejó sus mano sobre mi mejilla acariciando mis labios con su dedo pulgar – trataré de que madre venga con nosotros – alejó sus ojos de mi boca rápidamente para observar la laguna.

– Ella no entenderá lo que sucede aquí – Lo seguí por el césped húmedo sentándome junto a él en las enormes rocas al pie del cuerpo de agua.

– Ni siquiera yo entiendo que sucede aquí – Metió las manos en los bolsillos del pantalón – otro de mis socios vendrá desde Birmingham y es posible que esté aquí mañana por la mañana.

– ¿Cuándo regresas?

– Pasado mañana – Observó sus botas – ¿Puedes recibirlo? – Asentí aspirando el cigarrillo – habrás escuchado de él en Windsor, Thomas Shelby.

– ¿El gitano?

– Ese mismo maldito – Alzó la mirada para observarme – supongo que puede quedarse en la casa.

– Como quieras – Alfie se veía incómodo, me veía y luego alejaba su mirada habían sido días extraños desde que habíamos contraído matrimonio hace casi tres meses, nuestra unión no había sido consumada.

Alfie Solomons dormía en una habitación cruzando el pasillo y la única vez que nos habíamos besado fue cuando el rabino nos unió, podía sentir su deseo de tenerme cada vez que me deseaba las buenas noches.

Un silencioso juego de seducción y  coqueteo se gestaba ahora en la casona.

– Eres como antes, ahora – Me observó – he visto cómo te comportas con los demás, con el pobre de Ollie, con socios, empleados, eres un maldito perro – rió – cuando estás conmigo eres diferente, sonríes.

Sra. Solomons. [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora