Sra. Solomons. [{COMPLETA}]

Parte IV.

Sonreí alzando mi copa de vino, para enrollar la pasta en mi tenedor bajo la meticulosa mirada de Thomas Shelby quien aspiraba su cigarrillo descansando del gran filete en su plato observó alrededor atento.

– Entonces tiene tres hermanos – Repetí metiendo el tenedor en mi boca – ¿es casado Thomas? – negó pausadamente apagando su cigarrillo, dio un trago a su cerveza y tomó una vez más los cubiertos.

– No – Negó con la cabeza volviendo a observarme – y por el momento no tengo planes de hacerlo.

– Es usted un hombre de pocas palabras – Torció una sonrisa acomodándose en su silla.

– Debo confesarle Eliette que siento una inmensa curiosidad por su repentina aparición
– Dio un bocado masticando pausadamente para luego pasar la tela blanca por su boca – Alfie y yo somos amigos, y jamás comentó que tenía una enamorada.

– Alfie es un hombre reservado – Sonreí bajando la mirada – Supongo que quiere escuchar la historia. Yo era la esposa del hermano mayor de Alfie, Jaim Solomons fue asesinado hace casi un año en Windsor por los irlandeses antes de llegar a la frontera. La ley judía dice que una mujer que no ha concebido ni procreado debe contraer nupcias con el hermano soltero de su esposo – expliqué apartando mi plato para beber más vino y encender un cigarrillo.

– Conocí a su esposo, en Birmingham hace unos dos años, él y yo teníamos algunos negocios – Alzó la mano para que el mesero recogiera nuestros platos.

– Quisiera strudel de manzanas, por favor y una taza de té – Pedí sonriendo, el hombre se alejó – él habló un par de veces acerca de usted.

– Jaim era un buen hombre. Un poco terco – Reí, él sonrió.

– Terquisimo – Lo interrumpí escupiendo el humo.

– Entonces usted y Alfie se conocían desde hace mucho.

– Desde niños. Jugábamos en los alambiques antes de que supiera cómo limpiar mi nariz – Una sonrisa apareció en el borde de su boca.

– Supe de lo que le hizo a Vitto McMahon – Ambos nos quedamos en silencio cuando él garzón trajo mi pedido sonreí – al principio, sinceramente creí que era una verdadera mentira, una mujer matando de esa forma a un hombre tan importante como Vitto.

– Vitto sabía qué era lo que le esperaba – Hundí el dorso del tenedor en la masa de hoja rellena de manzanas caramelizadas en mantequilla y canela.

– Admiro su valentía, no cualquiera se enfrenta contra esos hombres por sí mismo.

– La ventaja de ser mujer, es que ustedes jamás se esperan que una lleve armas en el abrigo, o bajo la lencería – Comí.

El movimiento del automóvil me provocaba náuseas, había bebido y bebido, charlando y comiendo en el restaurante italiano en pleno centro de Londres, encendí un cigarrillo viendo de reojo a Thomas Shelby conducir.

– ¿Está usted bien?

– Ajá. Solo un poco mareada.

– No había visto a una mujer beber así desde que mi tía Polly se embriagó en navidad – Comentó bebiendo de su petaca, con mis indicaciones giró para adentrarse por el infinito callejón rodeado de árboles que llevaba hasta la casona podía ver la luna llena asomándose por entre las copas de los árboles.

Se detuvo enfrente de la edificación bajando apresuradamente para estirarme su mano apenas abrí la puerta de carro, tambaleé sobre mis tacones apoyándome contra su pecho bajé la mirada para respirar un par de minutos.

– Señora Solomons...

– Puede llamarme Eliette o Eli como mejor le parezca – Abrí mi bolso para buscar las llaves – creo que ya alcanzamos ese grado de confianza.