La muchacha permanecía en una bata blanca y una toalla en la cabeza mientras cuatro mujeres arreglaban sus manos y pies, desde la posición en la que estaba podía ver el lunar en forma de Luna menguante en su pantorrilla derecha.
En el lugar le habían dado un baño, masaje y ahora la mimaban un poco, aspiré el cigarrillo observándome en el espejo largamente, sonreí, por primera vez en año y algo agradecía que madre y Alfie estuvieran muertos, si no habrían terminado de morir con semejante noticia.
– ¿Por qué no llevas su apellido? – Pregunté cuando las mujeres se alejaron terminando su trabajo.
– Él jamás me reconoció mi madre no era judía, y él estaba casado – Explicó observándose en el espejo.
– ¿Cuánto tiempo te tomó agarrar valor para venir a verme?
– Desde que mi madre murió, he estado en la calle, la casa no era nuestra, no tengo hermanos, o familiares cercanos. Una noche encontré las fotografías de mi padre y decidí que no perdía nada al venir aquí – Asentí pausadamente.
– Te daré un empleo Loira, y vivirás en un departamento en mí mismo edificio, no soy una mujer fácil de tratar, y quiero que sepas que no seré buena todo el tiempo – Me observó largamente – escogerás ahora la ropa que más te guste y la llevarás al hotel, donde te quedarás hasta que encontremos un apartamento.
– Gracias.
– ¿Sabes de panadería y pastelería?
– Si.
– Te harás cargo de mi panadería en camden town, perdí a mi jefe hace unos días y necesito que alguien lleve las riendas del asunto, entrarás a las ocho de la mañana y saldrás a la misma hora en la tarde. Te encargarás de cumplir con los pedidos y de el dinero y te lo advierto, si te pasas de lista no dudaré en volarte la cabeza con esto – Dejé el revólver sobre la mesa – te reportarás conmigo al terminar tu trabajo, si no estoy en el alambique, estaré en mi departamento, si no estoy en la ciudad vas con Ollie.
– Muy bien...
– Tienes prohibido hacer negocios o relacionarte de cualquier forma con Sabini y sus hombres, pronto sabrás quiénes son.
– Está bien.
– Este es Armando, te ayudará con la ropa y buscarán un atuendo que te favorezca y claro con el que te sientas cómoda – Armando le estiró la mano a la joven y se alejaron por el pasillo buscando ropa.
Bien vestida, duchada y arreglada, Loira era toda una monada, se había decidido a cortarse un poco el cabello y llevaba un vestido negro que delineaba perfectamente su delgada figura, con tacones morados que hacían juego con el pequeño bolso reposando entre sus dedos, con las pestañas risadisimas y los labios maquillados de rojo.
– Excelente Armando. Haz que envíen los atuendos restantes al hotel, pregunta por Loira Banks.
– Si Eliette – Inclinó la cabeza mientras la muchacha me seguía a las afueras para encontrarnos una vez más con la lluvia.
– ¿Tienes hambre?
– Si.
La vi comer desesperada, tragaba como si no hubiera probado bocado en todo el tiempo que llevaba vagando por el mundo, bebí mi pinta de cerveza aspirando el cigarrillo para sonreír largamente mientras ella comía y comía, engullendo aros de cebolla como si no hubiera un mañana.
– Cálmate muchacha no quiero que mueras ahogada – Se detuvo a observarme para limpiar su boca con una servilleta de tela blanca.
– Lo lamento.
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Sra. Solomons. [{COMPLETA}]
Hayran KurguMe cubrí el rostro con el velo negro mientras el ataúd descendía a la tierra, apreté mi mano con fuerza cuando la señora Solomons me la tomó sosteniendo un pañuelo contra su rostro. Jaim era seis años mayor que yo, lo conocía desde el primer día de...