Parte XV

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Bebí largamente el trago de cerveza, la pinta escurría el líquido por sus orillas humedeciendo mis dedos.

Me llevé el cigarrillo a la boca escupiendo el humo, con la cabeza apoyada en la mano jugué con algunos de los cabellos sueltos de la trenza que siempre rodeaba mi cabeza.

– ¿Señora Solomons? – Me giré en el taburete frente a la barra para observar al alto hombre frente a mi – nadie nos avisó de su presencia.

– Señor Arthur – Sonreí estirando mi mano para recibir el saludo estrecho, llamé al barman para que le sirviera una pinta – lo invito una pinta – me observó largamente para sentarse junto a mi.

– ¿Thomas sabe que está usted en Birmingham?

– No lo creo, Arthur, llegué hace solo unas horas por encargo de mi esposo.

– ¿Quiere usted que le diga que está aquí?

– Deme un momento, Arthur, quisiera estar un poco más ebria – Arthur me observó sonriendo.

– ¿Está bien, Eliette? – Negué con la cabeza volviendo a beber el resto de la cerveza, sacudí mi cabeza por el sabor amargo – venga conmigo la llevaré al salón privado para que espere tranquila ahí a Tommy – seguí a Arthur al salón tapizado de rojo con mullidos sillones alrededor de una redonda mesa, tomé asiento al mismo tiempo en que el hombre dejaba un pequeño vaso frente a mí acompañado de una botella de ginebra – Thomas dice que es para sanar un dolor incurable. – salió del salón dejándome a solas con la botella.

Treinta minutos, quince cigarrillos, y un cuarto de botella de ginebra después las lágrimas me habían hinchado los ojos y los labios, temblaba como una hoja mecida por el viento en lo alto de los árboles.

Volví a llenar mi vaso tomando de una vez el licor para aspirar el cigarrillo, me limpié el rostro con un pañuelo cuando la puerta se abrió para que Thomas Shelby entrara.

Cerró rápidamente la puerta observándome pasmado mientras me limpiaba las lagrimas apresuradamente, pasó el cerrojo quitándose el abrigo para dejar las fundas de las armas expuestas se acercó a la mesa para servirme una vez más.

– Alfie tiene cáncer y es terminal – Anuncié volviendo a llorar – maldito infierno – golpeé la mesa cuando volví a sentir que era incapaz de respirar – joder, maldición, mierda.

– Eli – Tomó una silla para dejarla junto a mí y sentarse apoyando los codos en las rodillas buscando mi mirada.

– Carajo – Recliné la cabeza en el borde de mi asiento – carajo, carajo Thomas – volví a limpiarme el rostro – Mi padre, madre, Jaim, la madre de Alfie, el bebé y ahora Alfie. ¿¡Cuántas muertes más necesito ver!? Carajo. Quiero coger un puto tren e irme a la mierda, una isla vacía donde nadie más que ame pueda morirse, joder – Thomas estiró su mano para servirme más licor, se llevó un cigarrillo a los labios y lo encendió para estirarmelo, lo tomé con las manos temblorosas aspirándolo nerviosa.

– Eliette, me destroza el corazón verla así – Tomó mi mano entre las suyas para aproximarla a su boca, tibia – se lo ruego, por favor, no llore – sus ojos azules se posaron sobre mí con empatía, sosteniendo mi mano entre las suyas a la altura de sus labios respirando entre mis dedos como si su aliento me diera fuerzas, volví a limpiar mi rostro bebiendo la ginebra de una sola vez, un silencio incómodo me removió el estómago.

– Alfie me pidió que viniera con usted para explicarle lo de O'Connell – alejé mis manos de él para meterlas en el bolso a mi lado sacando una carpeta con papeles, Thomas se mantuvo en la misma posición observándome por largo rato para luego acercar su silla a la mesa – sucede que con la inminente muerte de mi esposo haremos un traspaso de propiedad a mi nombre, de esta forma debemos renovar los contratos esta vez, conmigo a la cabeza – coloqué los papeles para que los observara, tomó la pluma y acercó para firmar – ¿no va a leerlos?

Sra. Solomons. [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora