Parte XVIII

1.5K 136 2
                                    

Abrí los ojos encontrándome recostada sobre el torso desnudo y esculpido del hombre que observaba la pintura en la pared, se veía pensativo, absorto en quién sabe qué me sostenía con fuerza para que no cayera por el borde del sillón, moví mis piernas sintiendo la fricción de la tela de su pantalón, bajó la mirada observándome.

– Son unos hermosos sillones, pero no son muy cómodos.

– El objetivo no es dormir en ellos – Sonreí sentándome para intentar arreglar mi cabello, Shelby se sentó junto a mí pasando ambas piernas alrededor de mis caderas, besó suavemente mi espalda alejando mi cabello.

– Ven conmigo a Birmingham – Sentía como mi piel se erizaba a cada beso.

– ¿Has oído hablar de la maldición de las viudas? Primero Jaim, luego Alfie, después ¿quien sabe?

– No me importaría morir si puedo despertar así cada día – Besó mi cuello. No, Thomas y yo no habíamos tenido relaciones, pero lo que había sucedido durante la madrugada había trascendido a toda relación sexual anterior, sentí cómo crecía en mi estómago la sensación de desespero, de saber que algo estaba mal, bajé la mirada – ven conmigo a Londres. Cásate conmigo...

– Mi religión me lo prohíbe.

– Puedes hacer lo que quieras, Eliette. No hay nadie para decirte lo que está bien o mal, puedes ser quien quieras – Habló en mi cuello abrazado a mi cintura.

– Soy Eliette Solomons. Soy quien quiero ser, soy una Solomons, la última de ellos.

– Conserva entonces tu nombre. Pero ven conmigo – Guardé silencio, no podía negar que en la situación que estaba me parecía más que atractiva aquella idea, acompañar a Thomas a Birmingham, trabajar de cerca con los peaky blinders ayudar con Charles, un niño, Cuánto ansiaba un hijo.

– Lo Lamento Tommy, pero esta es mi vida y quiero continuarla así – Me levanté tomando la bata del suelo para acercarme a la cocina tomando un cigarrillo para encenderlo.

– Mi oferta seguirá disponible Eliette – Se levantó para tomar su camisa y colocársela pausadamente, observó su reloj – Supongo que ahora querrá que me marche – Sonrió cuando vio que dejé dos tazas sobre la barra, se acercó sentándose.

– Quédate un poco – Le pedí dejando que tomara mi mano acercándome a él para darme un largo beso al tiempo en que sostenía mi cintura.

Cuando me desperté el departamento estaba en completo silencio habíamos pasado el día caminando por Londres, riendo, y charlando acerca del futuro de nuestra sociedad.

Más que una conquista, consideraba que para Thomas, yo, era un premio, un premio anhelado que llegaba luego de años trabajando con mi esposo, una copa de la que se podía sacar ventaja, era por ello que no me ilusionaba completamente.

Thomas era una aventura deseada, un amor efímero de cada tantos meses. Me recosté de espaldas en la cama para encontrarme a solas, caminé por el departamento encontrándome con una nota sobre la barra de la cocina.

"Fue un maravilloso fin de semana, espero que la próxima vez decida acompañarme a Birmingham,
Ansioso de verla nuevamente.
Thomas."

Lunes, invierno, lluvia, monzón, llovía a cántaros, casi como si el agua fuese lanzada desde el cielo con barriles, los relámpagos iluminaban el cielo de vez en cuando, apenas sostuve el paragua por el viento.

Ollie sostuvo mi brazo para adentrarme en el alambique, sacudí mi abrigo quitándome el sombrero.

– ¿Terminaste el luto? – Preguntó Ollie sorprendido de ver mi blusa blanca al quitarme el abrigo, asentí distraídamente acomodando la trenza a mi lado – Alfie no habría querido que estuvieras de luto por tanto tiempo.

Sra. Solomons. [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora