Para cuando llegué a la antigua casa la garúa se había convertido en llovizna, la llovizna en lluvia, la lluvia en tormenta, y la tormenta en monzón.
Subí los escalones que dirigían a la casona sosteniéndome al abrigo empapado; el silencio de la casa de Madre me caló los huesos recibiéndome con el aroma de su perfume y la sonrisa invisible de sus labios arrugados y siempre coloreados de rojo.
Me quité el abrigo y los zapatos dejándolos en la estancia las medias pegadas a mis piernas congelaban cada centímetro de mi piel, conforme avancé al salón el silencio se volvió gritos, carreras y golpeteos, entré al comedor para encontrarme con Alfie rodeado de una docena de hombres revisando un mapa extendido sobre la mesa.
– Buscaremos aquí – Hizo un círculo sobre el mapa mientras su semblante permanecía serio – no ha de haber ido lejos, el cielo está cayéndose a pedazos.
– Eliette – La voz de Ollie se abalanzó sobre mí para regalarme un estrecho abrazo y un beso en la mejilla, al instante hubo silencio y Alfie me observó largamente para cerrar el mapa y hacerle una señal a los hombres para que se largaran – le diré a Hilda que te traiga algo caliente.
– Gracias Ollie – Avancé hasta la licorera sirviéndome whisky con las manos temblorosas, bebí el líquido color caramelo sintiendo como el calor me raspaba la garganta sacudiendo mi cuerpo desde los hombros – ¿Crees que no sé cuidarme por mi misma?
– Tardaste tres malditas horas en regresar.
– Necesitaba tiempo para procesar todo lo que mi esposo piensa de mí – Observé a Hilda trotando para dejar una bandeja sobre la mesa, para comenzar a servir el té – yo lo hago Hilda, por favor prepárame un baño.
– Señora – Se retiró apresurada mientras me serví el té.
– ¿Vas a decir algo?
– Eliette no te comportes de esta forma.
– Me mantuve con vida a mi misma y a Madre luego de que Jaim muriera, ¿dónde estabas tú para cuidar de nosotras? La gente sabe que maté a los McMahon ¿Qué importa las circunstancias de ello? Están muertos y yo a salvo, tengo dominio sobre Windsor y la frontera, los irlandeses me regalan pieles de zorro, cardos y me piden permiso a mí para entrar en Londres; seis meses bastaron para que lograra todo esto. Solo soy una mujer que sabe lo que quiere, y estoy dispuesta a todo por ello, ¿y tú? – me observó por varios segundos, sin poder identificar qué pasaba por su mente, bebí la taza de té.
– ¿Tu mataste a Jaim? – Me congelé alzando la mirada hasta él, permanecía con las manos apoyadas sobre la mesa y con la mirada baja – su muerte fue una conveniencia para ti.
– Jaim era un perro.
– No te permito que hables así de mi hermano.
– ¡Es lo que era! ¡Jaim está bien muerto! Y en lo que a mí concierne, se lo merecía – El golpe que dio en la mesa me hizo dar un salto empuñando el revólver, en su mirada todo parecía calzar.
– Respóndeme, ¿Tú mataste a Jaim? – Sostuve mi mirada sobre él apretando la mandíbula sin decir nada – ¿Cómo pudiste hacerlo, Eliette? Era mi hermano, ¡Jaim te amaba!
– Jaim no me amaba, se amaba a sí mismo; si me hubiese amado no se habría casado conmigo, no habría hecho todas las cosas horrendas que hizo conmigo, ¿Quieres saber quien era tu hermano? – En menos de dos segundos Alfie se abalanzó sobre mí empujándome contra la pared y sosteniendo mi cuello con sus grandes manos.
– Mataste a Jaim.
– ¡Si! – Aullé sintiendo mi rostro rojo por la presión en mi cuello – ¡Si joder, si! Yo lo maté, y no disfruté hacerlo – la mirada de Alfie estaba perdida, con los ojos acuosos de llanto, olía la decepción en la confesión que había parecido liberarme, soltó mi cuello para sostener mi rostro buscando respuestas a aquello que lo había destrozado.
– ¿Por qué Eli?
– Saber el porque te destrozará más que saber que yo lo hice.
– Habla de una puta vez – Lo empujé alejándome de él para dejar la botella de Whisky sobre la mesa, serví dos tragos.
– Necesitarás esto – Levanté el vaso estriándolo, lo bebió rápido tomando el segundo vaso para hacerlo mismo, tomamos asiento – Jaim quería expandirse a todas partes para exportar su asqueroso licor, los irlandeses no estaban interesados en ello así que Jaim encontró otra forma de llamar la atención de Vitto – Me encendí un cigarrillo para aspirar cuanto pude antes de narrar lo que seguía – me entregó a él, dejó que Vitto McMahon me cogiera, e hiciera lo que quisiera conmigo mientras él se cogia a su esposa – Alfie palideció al tiempo en que volví a servirle Whisky, pude ver las náuseas que le provocaba las palabras que mi lengua articulaba – bebe. Jaim continuó cambiando de esposa con Vitto y no pensaba detenerse, decidí que debía matarlo cuando descubrí que estaba embarazada – Bebió el vaso demasiado rápido para que alcanzara a tomar la botella a servir más, lo hizo él mismo – la esposa de Vitto me llevó con un doctor e hizo lo que tenía que hacer, ella había hecho lo mismo semanas atrás.
– Eliette...
– Le disparé en la cabeza, de frente, ni siquiera peleó cuando me vio con el arma levantada – continué narrando – cuando Vitto llegó a casa nuevamente para que estuviera con él, le corté las malditas pelotas luego de que me obligó a arrodillarme – escupí el humo del cigarrillo observando a Alfie con el rostro compungido – Jaim fue a la guerra, pero el hombre que volvió no era el mismo que se marchó, era una bestia, un perro, un maldito que vendió a su propia esposa para dejar que hicieran de ella lo que las perversiones idearan – Se pasó la mano por la cara para observarme avergonzado.
– Perdóname.
– No estabas aquí Alfie – Se acercó arrodillándose ante mí para tomar mis manos y besarlas, acurrucándose posteriormente en mi vientre mientras sosteniéndose como si tuviera miedo de que me marchara.
Lloré.
Un mes después.
Llevaba una camisón de seda blanca y una bata del mismo color, me observé a mi misma en el espejo del tocador para maquillar mis mejillas con un poco de colorete, llevaba días pálida y cansada.
Enrollé mi cabello en un palillo para amarrarlo en la nuca, tomando la taza de té, Alfie se detuvo tras de mí observándome desde el espejo, llevaba una camisa holgada y blanca y un chaleco sin mangas negro desabotonado, se acercó acomodando el reloj en su muñeca.
– ¿Aún te sientes enferma? – Dejó caer su mano en mi hombro para besar la curva de mi cuello, asentí intentando sonreír – llamaré al doctor, llevas así casi una semana.
– Estoy bien – Interrumpí levantándome para acercarme al armario en busca de ropa.
– ¿Irás conmigo a Birmingham?
– Si. ¿Cuántos días?
– Probablemente un par – Dejó caer la maleta sobre la cama desarticulada para meter un poco de su ropa – ¿Te ayudo a empacar?
– No es necesario – Continúe buscando vestidos para detenerme cuando sus manos se afianzaron a mi cintura subiendo para sostener firmemente mis pechos, inmediatamente deje caer la cabeza sobre su pecho besó mi rostro, succionando suavemente el lóbulo de mi oreja y continuar por mi cuello, depositando un beso en mi hombro seguido de un pequeño mordisco – no te detengas.
– Usa el vestido rojo – Sacó el gancho para depositar la pieza entre mis dedos – apresúrate, debemos estar a las tres en casa del gitano.
– Si, si – Bufé sacando otros cuantos vestidos que deje dentro de la maleta.

ESTÁS LEYENDO
Sra. Solomons. [{COMPLETA}]
FanficMe cubrí el rostro con el velo negro mientras el ataúd descendía a la tierra, apreté mi mano con fuerza cuando la señora Solomons me la tomó sosteniendo un pañuelo contra su rostro. Jaim era seis años mayor que yo, lo conocía desde el primer día de...