Mi respuesta

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Te has preguntado
¿por qué siempre te
desgastan comparándote
con la luna,
y nadie te ofrece el sol?

Yo te lo puedo responder.

Lo hacen porque
prefieren mirar el lado
apacible y calmado
que confieres.

Porque les acoge,
nubla y mantiene a [salvo]

Puede que también teman.

Temen a quedar cegados
de tanta luminosidad,
de tanto brillo cálido
¡Sí eso es!

Por otra parte,
siendo demasiado,
también somos nada
y viceversa.

Si te dicto un veredicto
quiero que sepas,
mi sol de día,
que es inapelable,
o que tal vez haya
una forma de cambiar
de opinión.

Esa que tú sabes tan
bien.

Como cuando
me quemas
los labios al rojo
vivo
usando los tuyos
como rudimentario
instrumento,
para después curarme
de la misma forma.

Juegas conmigo
mientras me entrego
a la corrupción
que profieres en mí.

Es que tu boca es
excelentísima paga
y no tengo manera
de negarme a ella.

Retumbas tan fuerte
en mi cabeza.
Ya me hiciste jirones
una,
otra y otra vez.

Pero no lo llamen
dependencia,
llámenlo ser a dos
con consecuencias.

Me atraes con tanta
fuerza,
que ya me muevo
con perfecta destreza
sobre tu piel,
mi imprescindible labor.

Desde hace tiempo,
mi metáfora
se convirtió
en la excusa ideal para
hacerte un delicado
elogio.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora