Encuentros♥

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Cuando Sakura llegó a su trabajo lo primero que hizo fue dirigirse a la oficina de la directora del Hospital, la doctora Tsunade.
La rubia había sido su profesora desde la Universidad y pese a que su relación debía ser estrictamente como "alumna-maestra", Tsunade le tomó un gran afecto a la chica y en cuanto se enteró que Sakura se había quedado embarazada y el cobarde de su novio no le había respondido, ella le ofreció su apoyo a manos llenas, llegando a considerar a la pelirosa como una hija y por supuesto, a Sarada como una nieta.

 La rubia había sido su profesora desde la Universidad y pese a que su relación debía ser estrictamente como "alumna-maestra", Tsunade le tomó un gran afecto a la chica y en cuanto se enteró que Sakura se había quedado embarazada y el cobarde de s...

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La joven golpeó suavemente la puerta de la oficina y cuando se le autorizo la entrada, abrió y se acercó hasta el escritorio.
-Buenos días, Tsunade-sama- Le saludo la pelirosa educadamente.
-Buenos días Sakura. ¿Qué pasa?-
-Quería pedirle su autorización para finalizar mi turno a las tres.- Tsunade la miró extrañada, no era muy común que la chica pudiera solicitudes como aquella.
-¿Por qué? ¿Pasa algo con Sarada?- Le preguntó la rubia, comenzando a preocuparse.
-No. Bueno, sí. Lo que pasa es que no me enteré de la suspensión de clases que habría en el colegio de Sarada hoy y mañana, por lo que tuve que dejarla en la casa de mis padres, pero sé que mi hija se volverá loca si se queda ahí todo el día- Dijo Sakura, provocando las risas de su superior. Sarada era una niña inmensamente dulce a la par de adorable y aunque a veces su temperamento y personalidad podían ser bastantes serios y fríos era una niña pequeña después de todo, por lo que a veces tenía momentos donde su energía era tal que podía alumbrar a toda Konoha por un mes entero.
-Bueno, siendo así supongo que no hay ningún problema. No quiero que Sarada se vuelva un tremendo dolor de cabeza para la pobre de Mebuki- Contestó la rubia, con una sonrisa.
-Muchas gracias Tsunade-sama, etto... También había otra cosa de la que quería hablarle. No quiero aprovecharme de mi mamá, finalmente Sarada es mi hija y mi responsabilidad, así que quería saber si había algún problema en que la trajera mañana al hospital para cuidarla aquí.- Dijo la pelirosa. Esa era una de las cosas que Tsunade más admiraba de su alumna, su sentido de responsabilidad y el no derrumbarse ante las situaciones, por más difíciles que éstas fueran.
-Por supuesto que no hay problema, aunque sabes que no debes descuidar a tus pacientes. Si tienes alguna urgencia puedes traerla conmigo. Mi día va a ser bastante tranquilo.- Le contestó la rubia.
-Muchas gracias, Tsunade-sama- Dijo la pelirosa, con una ligera reverencia, para después salir de la oficina y dirigirse a hacer su trabajo.
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A las tres en punto, Sakura salió de su oficina hasta el estacionamiento, donde se subió a su auto y comenzó a manejar en dirección a la casa de sus padres, para poder recoger a su hija tal y como se lo había prometido.
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Cuando Mebuki escuchó que un auto se estacionaba afuera de su casa, ésta se asomó por la ventana para ver a su hija saliendo del coche. De inmediato se acercó hasta la sala, donde estaba su nieta viendo televisión.
-Sarada, tu mamá vino por ti- La niña al escuchar aquello se levantó del suelo donde estaba acostada y de inmediato se acercó hasta la puerta, tirándose a los brazos de su madre en cuanto esta entró a la casa, quedando sorprendida por el recibimiento de su hija.
-¡Hola, princesa! Te extrañe mucho- Le dijo la pelirosa a su niña, mientras dejaba cientos de besos en el rostro de la niña, quien no paraba de reír. -¿Cómo te portaste con tus abuelos?- Preguntó Sakura.
-Sí, ¿Verdad abuela?- Respondió Sarada, girándose para ver a Mebuki, quien le sonreía dulcemente.
-Claro que sí mi amor, como siempre- Luego de hablar por media hora, la pelirosa se despidió de sus padres, agradeciéndoles por haber cuidado a la niña y también para decirles que ella la cuidaría al día siguiente. Después de aquello la mujer acomodó a su hija en el asiento para bebés y manejó hasta el centro comercial, pues además de llevar a su hija a comer, la mujer iba a aprovechar para comprar víveres. Estacionó su coche en el parqueadero y junto con la niña, entró a hacer las compras.
Dentro del centro comercial estaba un McDonald's, adaptado con juegos y demás cosas para que los niños se divirtieran, por lo que la pequeña pelinegra, al pasar frente a estos, de inmediato comenzó a tirar de su madre para que la llevara.
-Sarada, en un momento vamos allá. Primero tenemos que hacer las compras.- Dijo Sakura con paciencia.
-¡Pero tú lo prometiste!- Gritó la niña, molesta comenzando a hacer berrinche. Sakura se puso en cuclillas hasta que su rostro quedo a la altura del de la niña.
-A ver, Sarada.- Dijo en un tono tajante, haciendo que la niña detuviera sus lloriqueos al instante -No he dicho que no vaya a cumplir mi promesa. Sólo vamos a ir primero a hacer las compras y después te llevo a que juegues ¿Ok?- La niña sorbió por la nariz y asintió con la cabeza, estirando los brazos para que su madre la cargara.
Luego de una hora, tanto Sakura como su hija seguían comprando alimentos y cosas necesarias para su hogar, la niña estaba aferrada al vestido de su madre, mientras que esta empujaba el carro de supermercado. En ese momento el celular de la pelirosa comenzó a sonar.

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