Karin ♥

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El fin de semana había llegado y eso significaba que también Sakura podía descansar del trabajo. Ino estaba a un mes de casarse y aún no tenía su vestido de novia, por lo que le había pedido a Sakura que la acompañara a comprarlo, para la rubia la opinión de su amiga era muy importante, por lo que el sábado, la pelirosa se levantó temprano para bañarse y arreglar todo lo que debía en su casa, a las 9:30 de la mañana, la chica ya estaba lista, por lo que fue a la habitación de su hija a despertarla. Como era de esperarse, la pequeña pelinegra se negaba a abrir los ojos, pero al final terminó cediendo. Sakura aseó, vistió y peinó a Sarada y a las 11:00 ambas estaban completamente listas.

-Mami, ¿Por qué no puedo ir contigo y con la tía Ino?- Sarada había hecho un puchero cuando supo que Sakura la dejaría en casa de sus abuelos, pues tener a Sarada en un lugar lleno de vestidos y cosas brillantes no parecía buena idea, tomando en cuenta que la niña parecía tener energía como para darle tres vueltas al mundo.

-Perdón princesa, pero vamos a tardar mucho, además te puedes aburrir. Tú y yo vamos a ir la siguiente semana a comprarte tu vestido y el mío, recuerda que tú vas a levantar la cola del vestido de tu tía Ino en su boda.- La pelirosa se acercó a su hija, dejando frente a ella un plato de cereales con leche. – Te tienes que ver preciosa ése día- Dejó un beso en la cabeza de la pequeña, quien seguía un poco irritada por no poder acompañar a su madre. Luego de media hora, ambas estaban en la casa de los padres de Sakura.

-Princesa, ya me tengo que ir. Le haces caso a tus abuelos ¿De acuerdo?- La niña ni siquiera volteó a ver a su madre, ya que toda su atención estaba puesta en la televisión.

-Jajaja, puede que seas su madre, pero cuando se trata de competir con la televisión, ¡No hay quien gane!- Le dijo Mebuki a su hija, al ver cómo era ignorada por la pequeña pelinegra.

-Te la encargo mucho mamá. Espero no tardar demasiado, pero con lo indecisa que es Ino, lo dudo mucho.- Su madre negó con la cabeza, divertida. Sabía perfectamente que su hija tenía razón, conocía a Ino y sabía que la rubia era sumamente femenina y detallista, por lo que al elegir un vestido para un día tan importante, podía quedarse hasta una semana en la tienda hasta que encontrara el atuendo indicado.

-No te preocupes hija, sólo asegúrate de hacer un buen trabajo ayudando a Ino.- La pelirosa le dio un beso a su hija y en cuanto se despidió de sus padres salió de la casa, subiéndose al auto en dirección a donde se encontraría con su amiga.

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-¡Saku, que bueno que llegas!- La rubia envolvió en un abrazo a su amiga, quien le respondió de inmediato, luego de unos segundos se separaron y entraron a la tienda. Al poner un pie dentro de ésta Ino casi se desmaya por la impresión, habían cientos y cientos de vestidos, algunos blancos, otros perla, marfil, crema, todos en diferentes modelos pero sin duda igual de hermosos. -¡Ay, Saku! ¿Qué hago? ¡Los quiero todos!- La mencionada comenzó a reír, pero fueron interrumpidas por una peliroja de lentes, quien las miró con una sonrisa, resaltando aún más su belleza.

-Bienvenidas, mi nombre es Karin, soy la dueña de la tienda.-

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Encontrarte otra vez -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora