13. Una extraña sensación

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— ¿Qué haces? — La azabache se acercó a su amiga pelimorada, pues al notar que llevaba escribiendo mucho tiempo en la computadora sintió curiosidad y se acercó; a lo mejor está hackeando los sistemas del FBI o la ONU, o quizás le hace competencia a Anonymous buscando información del vaticano.

Bueno, quizás esté exagerando.

Pero debe aceptar que ella es muy buena cuando de las computadoras y tecnología se trata.

— Falsificando papeles que digan que te graduaste de psiquiatra — Respondió con simpleza moviendo un poco el palillo que adorna sus finos labios, anteriormente contenía unos tres dangos, los cuales ya fueron disfrutados y saboreados con mucha emoción. No despegó su mirada de la pantalla en ningún momento, solo miraba de vez en cuando el teclado o su teléfono que contenía información de ayuda.

— Oh esta bien, que productiva eres — Sonrió amablemente cerrando los ojos al mismo tiempo que comenzaba a abrir la revista que llevaba en sus manos, pero después de unos segundos reaccionó a tales palabras abriendo de golpe sus ojos. — ¡¿QUÉ?!

— Lo que escuchaste Kurenai

— No, no, no espera, esperaaa — Dejó a un lado la revista y extendió sus brazos hacia la pelimorada dándole pequeñas manadas por todo su hombro, brazo y mano derecha. Su amiga dirigió su mirada hacia ella frunciendo el ceño cruzándose de brazos.

— ¿Qué demonios te pasa? — Preguntó con un tono bastante molesto. — Sabes que odio que me interrumpan cuando hago mi trabajo.

— Es que- — Fue interrumpida inmediatamente, pues la pelimorada colocó una de sus manos sobre sus labios haciéndole imposible soltar sus palabras.

— Silencio, necesito silencio para hacer bien esto — Con su mano libre seguía escribiendo en su computadora, sus ojos se concentraban en varias cosas que le mostraba la pantalla haciendo que los moviera de un lado a otro para revisar hasta el más pequeño detalle.

— Anko-

— Shh...

— Anko — Kurenai alzó más la voz un tanto molesta, su amiga le dirigió otra vez la mirada; pudo notar que sus ojos estaban un tanto irritados por usar tanto la tecnología, como la televisión, teléfono y computadora. — Yo me gradué como psiquiatra, no hace falta que hagas papeles falsos.

La pelimorada abrió más sus ojos sorprendida, Asuma, quien se encontraba en la misma habitación leyendo un periódico dirigió su mirada hacia su esposa.

— ¿Eres psiquiatra? — Preguntó el moreno sorprendido. La azabache entre cerró sus ojos viéndolo sobre su hombro con el ceño fruncido.

— Demonios, te lo dije desde que eramos novios — Respondió bastante molesta, odia cuando su pareja no recuerda pequeños pero importantes detalles.

— ¡Y yo aquí perdiendo el tiempo! — Anko alzó sus manos hacia el cielo gritando un poco desesperada, llevaba más de dos horas trabajando en eso. — ¿Qué más quieres de mí, Dios? — Se dejó caer sobre el escritorio dándose un fuerte golpe en la cabeza, pero ese dolor no se comparaba con el que sentía en ese momento en su alma... Tanto esfuerzo yéndose a la basura... Es cruel.

— ¡Anko, no seas dramática! — Regañó la azabache bastante cansada de la actitud de su amiga.

— ¡YO NO SOY DRAMÁTICA! — Gritó levantándose del escritorio, caminando hacia su habitación con los ojos llorosos y una marca roja en su frente por aquel impacto con el objeto de madera.

Paciente 325 | KakaObiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora