IV - La noche

655 51 38
                                    

Aún después de tanto tiempo viviendo en la ciudad de Trolberg, Johanna y su hija seguían en la misma casa.
No había cambiado mucho. Nuevos muebles y decoración más adaptada a la época.

La habitación de Hilda no era la excepción, había una mayor cantidad de libros en nuevos estantes. En la pared donde solía poner sus dibujos, se encontraba una inmensa colección de fotografías de ella, sus amigos y su pequeña familia.
Todas las aventuras de Hilda estaban registradas en esa pared, así como cada suceso importante en su vida hasta ahora.

Hilda iba unos pocos metros delante de Eddie, quien no prestaba mucha atención al exterior y se limitaba solo a continuar una y otra vez la misma melodía. Siempre era lo mismo.

Ella abrió la puerta silenciosa, esperando que nadie estuviera en casa, pero lamentablemente no fue así. Cuando terminó de abrir por completo la puerta vio a su madre observarla desde el sofá.

- Hola, Hilda. -

- Mamá, tengo que enseñarte algo.- Dijo mientras hacía una seña a Eddie con la cabeza para que éste entrara.

- Hola, Johanna. -

- ¿Hola? -

- Es...- Hilda se planteó que sucedería si le confesaba toda la historia hasta ahora a su madre. El hecho de que habían embrujado a su amigo y tenían que buscar la forma de revertir el hechizo o encontrar a la bruja. Además de que tenía que adentrarse en el Bosque Oscuro, que estaba bastante lejos de Trolberg, para encontrar a una raza casi extinta.
Cualquier madre se negaría a todas esas actividades fuera de lo normal, y aunque Joanna conocía a su hija y su forma de ser, sus aventuras o amistades muy por fuera de lo normal. No le permitiría salir de casa a hacer todo eso.

- ¿Él es...?

- Eddie, un amigo. ¿Puede quedarse hoy?-

- No lo conocía, nunca me lo presentaste.-

Hilda vaciló en que podría decirle ahora, como responder a aquello. Había traído a un completo "desconocido" para que se quedara a pasar la noche. De decirle que era Hombre árbol, su madre podría no creerle. Además la mujer no confiaba en ese ser. 

- Es un ser mágico.- Se escuchó una voz a las espaldas de ellos. 

Johanna miró con compasión a su hija, jamás dejaba a una criatura o amigo que necesitara de su ayuda solo.

- ¿Es otra de tus pequeñas aventuras, cariño?-

- Algo así.- Rió nerviosa mientras cerraba la puerta a sus espaldas viendo al pequeño dueño de la voz. Tontu miraba directamente a Eddie, quién solo se digno a verlo de reojo.

- Espero que no sea como la del perro Negro. Puede quedarse por hoy. -

- Genial, ven vamos a mi cuarto. Te haré una cama y se... - Joanna interrumpió a su hija antes que pudiera seguir, negó con la cabeza y se levantó en dirección a la cocina.

- Él dormirá aquí, en el sofá. Espero entiendas Eddie. -

- No tengo problema.- La mujer asintió y puso el agua para comer algo antes de dormir.

- ¿Tienen hambre?-

- Mucha. - Hilda miró con ternura a Eddie. Él se acercó a la madre de la chica y ayudo a poner la mesa para que los cuatro se sentaran.

Johanna, Hilda, Eddie y Tontu se encontraban en la mesa con mucho que comer.
Cada uno tenía una taza de chocolate caliente para las frías noches de invierno que azotaban Trolberg. Habían galletas, dulces, emparedados de pepino y otros de jamón.
Todos comían menos Eddie, quién solo observaba lo que tenía en frente. Desconocía el sabor de todo lo que estaba ahí, estaba acostumbrado a su té de fango y emparedados de tierra o manzanas.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora