X - Una canción - Parte 2/2

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La tarde transcurrió lentamente, el cielo estaba completamente cubierto de nubes que tomaban un tono anaranjado algo claro.

Aún en sus sueños podía escuchar esa peculiar melodía, aquella que diariamente tocaba para no olvidar jamás.
Escucharla siempre le traía ese recuerdo antiguo y preciado dónde lograba ver a aquel hombre castaño con una vestimenta antigua, sentado en un banco de madera junto al fuego. Tocaba con lenta armonía las notas en lo que parecía ser una guitarra, acompañado también de aquel silbido tan tranquilizador.

Tenía pocos recuerdos antiguos, ya que la mayoría terminaban olvidados en su mente con el pasar de las décadas. Pero sin duda ese recuerdo en particular era el que jamás olvidaría, al menos eso intentaba siempre. Era especial.

Lentamente fue abriendo sus ojos, todo fue borroso al principio pero luego de un momento encontró frente a él el inicio de un atardecer paulatino.
No recordaba en que momento había caído dormido, solo el cansancio que antes de eso lo invadía.
Solo había algo que lo desconcertaba, y era la extraña comodidad que sentía, la comodidad del lugar donde su cabeza estaba posada.
Con una de sus manos intento reconocer la superficie palpando, era suave y cálida. Quizás su mochila, pensó.
Hizo presión y escuchó un quejido. Eso lo descolocó por completo.

Tomó impulso y se levantó de una vez por todas. Vio su mano posada sobre lo que parecía ser... ¿una pierna?
Se giró con lentitud y miedo, entonces la vió.
Hilda miraba a su amigo completamente roja, luego bajo la vista a la mano que sujetaba su muslo izquierdo.

Después de unos segundos analizando la situación él reaccionó. Quito de inmediato su mano y retrocedió como pudo de ella.
Su cara se calentaba con la misma velocidad que el rubor se apoderaba de él.
Ninguno habló, ambos estaban sin palabras mirándose fijamente, ruborizados. Mientras, Twig recién despertaba.

- T-te quedaste d-dormido. - Dijo tartamudeando la peliazul.

Él aún no decía nada, solo permanecía ahí con una expresión de espanto.
Y cuando al fin se había decidido a hablar unas risas llamaron la atención de ambos.

Dos mujeres, una de cabellera larga y la otra con el cabello tomado estaban recostadas sobre unas rocas unos metros más arriba.

- Por favor continúen, no los queríamos interrumpir. - Dijo una de ellas  a la distancia estirando su brazo, mientras la otra continuaba riendo.

Hilda y Eddie se pusieron de pie al mismo tiempo. No hacía falta ser un experto en criaturas mágicas para distinguir que esas eran ninfas.

- ¿Son las ninfas de la nieve? - Dijo Hilda con seguridad.

Ambas negaron juntas.

- Somos ninfas ciertamente, pero de la montaña. Las demás están mucho más arriba.

Las mujeres se levantaron tomadas de las manos y descendieron de las rocas con sigilo para acercarse a los jóvenes, analizando cada uno de sus movimientos.

- No es normal ver gente por acá. - Dijo una de ellas.

- Mucho menos ver parejas pasar el rato. - Continúo la otra pasando por detrás de la peliazul.

- Estamos buscando ninfas. Nada más. - Dijo Eddie con seriedad.

Otra vez las risitas inundaron el silencio de la montaña.

- No me parecía que estuvieran haciendo eso hace un momento. Más bien parecían estar bastante cómodos juntos.

Otra vez el rubor se apoderaba de ellos.
Las mujeres continuaban riendo mientras los observaban.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora