V - Sinceridad

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Hilda quedó atónita ante la escena, no sabía que hacer en el momento en que vio a su amigo en ese estado.
Era una mezcla de desesperación y miedo lo que la invadía.

¿Miedo? Aquello que una aventurera no debía poseer. Sin embargo, no podía evitarlo.

- ¿Que te está ocurriendo?- Dijo con la voz temblorosa sujetando por los hombros al chico.

Aquella imágen le recordó a David y su madre cuando uso el hechizo de los ratones de marea.
Los ojos brillantes era exactamente lo mismo que vio en ellos cuando sus almas estaban siendo robadas por ella misma.

- Entonces es eso, te están quitando el alma.- Susurro con un hilo de voz, quebradiza y al borde del llanto.

Abrazó al chico, conteniendo las lágrimas y deseando que todo terminara lo antes posible.
No podía hacer nada más, necesitaban encontrar a la bruja lo antes posible para que el hechizo fuera revertido.
Quería salvar a Eddie.

El rubio permaneció en ese estado por unos segundos hasta que sus ojos dejaron de brillar, y el trance por el que estaba pasando terminó.
No tuvo tiempo de reaccionar o asimilar lo que había sucedido. Se desvaneció de agotamiento en los brazos de su amiga y quedó profundamente dormido.


La mañana saludaba a la bella y ruidosa ciudad de Trolberg. Prometía ser un bello día según el pronóstico del tiempo, con una mínima probabilidad que las torrenciales lluvias de invierno se presentaran para empaparlo todo.

Hilda despertaba algo adolorida por la posición en la que había dormido.

- Que rayos. - Dijo en voz baja la chica, algo sorprendida al ver a su amigo profundamente dormido.

Eddie abarcaba gran parte de la cama, y esta no era muy grande para que dos jóvenes estuvieran cómodos ahí.

Trató como pudo de salir de la habitación sin hacer ruido alguno que despertara al chico. Cerró con suavidad la puerta y se acercó al baño para tomar una ducha.

- Hola cariño. - Dijo su madre tras de ella cuando salía del baño con el cabello húmedo.

- Hola. - Sonrió con nerviosismo.

- ¿Dónde está Denis? -

- ¿Eddie? - Asintió su madre, sin perder la mirada directa a los ojos azules de su hija. - Está en mi habitación, anoche llegó porque le tiene miedo... a la oscuridad.- Hilda alargó su oración y se cuestionó aquello último, no era muy buena mintiendo.

- Te dije que él dormiría aquí.

La chica bajo la cabeza para desviar la mirada de su madre.

- De acuerdo, pero que no vuelva a suceder. Ya no eres una niña Hilda.

- Lo siento.

- Bueno, no olviden desayunar. Aunque sean vacaciones de invierno tengo que seguir trabajando. Volveré en la noche.

- Adiós mamá, cuidate.

- Te amo cariño.

Hilda despidió a su madre en la puerta y luego fue a su habitación para despertar a Eddie. No esperaba que lo estuviera, después de todo apenas eran las 8 de la mañana.
Abrió la puerta para su ingreso, pero no había nadie en el lugar.

- ¿Dónde te metiste? -

Inspeccionó su propio cuarto en busca de su amigo, pero no lograba dar con nada.
Parecía como si hubiera desaparecido sin dejar rastro alguno, como era de costumbre cuando era hombre árbol.

Un ruido en la cocina alertó a Hilda. Posiblemente Twig estaba derribando todo mientras buscaba comida.
Eddie podía esperar.

- ¿Twig que haces? -

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora