XV - Grandes montañas y un pueblo fantasma

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El viaje a lo largo de las montañas era el más difícil de todos por las cumbres empinadas y la nieve suelta que las cubría.
Llevaban unas horas en el inhóspito lugar con los fuertes vientos y nieve que los azotaba cuando de repente y de la nada comenzó una tormenta eléctrica, al menos eso creían.

- ¿Como es posible que también haya una tormenta eléctrica? - Dijo levantando la voz la peliazul que intentaba visualizar algo en el medio de la tormenta.

- Son los espíritus del clima. - Respondió el chico.

Eso aclaraba las dudas, claro si es que en realidad se trataba de los espíritus del clima. Hilda intentaba ver hacia arriba para distinguir si el origen de la tormenta eléctrica eran esas nubes u otra cosa, ella tenía una idea de quién se podría tratar.

De un momento a otro la violencia del viento y la nieve se detuvo, permitiéndoles distinguirse claramente entre ellos.

- ¿Y ahora qué? - Volvió a preguntar la chica.

- Se calmaron...

Hilda volvió a levantar la vista al cielo buscando entre las nubes a quien creía podía estar en ese lugar, hasta que al fin distinguió el plumaje negro de su viejo amigo.

- ¡Cuervo Negro! - Grito lo más fuerte que pudo espantando tanto al rubio como a la criatura albina.
La chica se disponía a gritar nuevamente para llamar la atención de su amigo, pero en un impulso rápido Eddie se avalanzo para cubrirle la boca y evitar que siguiera con los gritos.

- ¿Nos quieres matar? - La regaño el rubio aún con la mano en su boca. - Puedes provocar una avalancha.

La peliazul mostró una expresión de comprensión y asintió lentamente mientras él la dejaba en libertad.

- Lo siento, pero acabo de ver a Cuervo Negro.

Eddie ya estaba listo para un nuevo reproche hasta que sintió como a sus espaldas un repentino viento lo azotaba para que luego se dibujara una enorme sombra en el suelo.

- Hilda, ¿qué haces aquí? - Preguntó el ave disminuyendo su tamaño y volando hasta la chica. - Es peligroso en este momento.

- Dime tu que haces acá, he visto tus rayos en el cielo.

El cuervo se poso en el hombro de ella y señaló con su ala al cielo mientras respondía.

- Soy el mediador de los espíritus del clima, últimamente han estado un poco tercos afectando a la montaña y al pueblo.

- ¿Pueblo? - Preguntó al unísono el par de jóvenes.

El animal plumífero asintió rápidamente analizando al rubio que no reconocía.

- ¿Quien es él? - Soltó al fin.

- Un amigo, se llama Eddie.

La presentación se vio interrumpida por el viento que repentinamente comenzó a soplar con ferocidad. Hilda se puso en resguardo junto a su mascota mientras Eddie cubría su rostro con el antebrazo.

- Tengo que tratar de solucionar esto lo antes posible, pero primero los llevaré al pueblo ya que por lo visto la montaña no es segura.

Dicho eso la pequeña ave cambio su forma a la del Gran Cuervo Negro, la criatura de plumas negras que imponía respeto con su sola presencia.

- Suban, antes de que esto se ponga peor.

Hilda asintió y llevo consigo a Twig, ahora resultaba difícil acomodarlo bien por su tamaño. Estaba lista para marcharse pero alguien faltaba, Eddie estaba de pie mirando desconcertado mientras el viento agitaba su cabello.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora