XX - El sueño del guardián

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Nuevamente Hilda abría sus ojos para encontrarse en un lugar completamente desconocido, aunque ahora no estaba desorientada, sino que se encontraba de lo más bien.

- ¿Dónde estoy?

Se preguntó a si misma.

Todo era muy extraño, no parecía un lugar exactamente. No había nada alrededor que no fuera una oscuridad espesa.
¿Que se suponía que hacía ella ahí?
La peliazul se puso de pie y comenzó a avanzar en el lugar, cada paso que daba le permitía observar la vegetación del piso. Al parecer se encontraba en un bosque, porque a medida que avanzaba también aparecían grandes troncos a su alrededor.

Ella ya había estado en un bosque, lo sabía, pero sus recuerdos no eran claros

Una luz se vio a la lejos, justo frente a la chica. Cada vez que se encontraba más cerca podía distinguir la silueta de un hombre alto al final.

- ¿Quién eres?

Escuchó su voz resonar en el lugar aun cuando ni siquiera había abierto su boca.

- Soy Ulu, el guardián del Bosque Oscuro.

Eso le era familiar. Pronto recordó que había realizado ese viaje tan largo para llegar al Bosque Oscuro con Twig y... Eddie.
Miraba a todas partes para encontrar a su amigo, pero no había nadie más con ella a excepción de ese hombre que decía ser el guardián.

- ¿Dónde estoy? - Preguntó asustada la chica.

- Hilda. Debo agradecerte por defender mi bosque... Sin embargo, eso te costó la vida.

Esas últimas palabras la petrificaron por completo.
¿Que le había costado la vida? ¿Entonces estaba... muerta?
Instantáneamente fue presa del pánico. No se dio cuenta en que momento su vida había acabado, ni siquiera recordaba que había ocurrido para que eso pasara.
Había dejado a su madre completamente sola, ella era la única familia que le quedaba. Eso le rompería el corazón.
También dejó a Eddie sólo a mitad de la nada, lejos del Gran Bosque donde vivía y a manos de ese hechizo que pronto también le costaría la vida.

Sentía una tristeza inmensa, estaba completamente sola en ese lugar y no tenía más respuestas que las que ese hombre le podía dar. ¿Acaso ahí se quedaría o solo era una especie de limbo?

- Este no es el final, tu vida no acaba en este punto y de esta manera. No permitiré que así sea después de lo que has hecho por nosotros. - Dijo el hombre mientras se acercaba a la peliazul que yacía de rodillas en el suelo con la mirada perdida.

Era evidente que estaba asustada, por muy valiente que fuera nadie en el mundo está preparado jamás para afrontar su propia muerte.

- Este bosque jamás a perecido, por mi labor protegiéndolo y ahora por tu ayuda. Mi deuda contigo y tu amigo es inmensa, ahora es mi turno de ayudar...

Luego de esas palabras la chica volvió a abrir sus ojos y respirar profundamente, como si le hubiera faltado el aire por mucho tiempo.

Podía sentir que su cuerpo era preso de una presión a su alrededor, Eddie la estaba abrazando.
Al parecer todo eso había sido un sueño y había vuelto a la realidad... o a la vida.

Al ver que su amiga reaccionaba luego de estar inconsciente tanto tiempo su primera reacción fue apartarse para apreciar que así fuera. Las marcas y golpes en su cuerpo habían desaparecido en su totalidad casi por arte de magia.

- ¿Estabas llorando? - Preguntó ella luego de incorporarse y observar a su alrededor. Está vez todo era real.

Eddie no le dijo nada, solo negó con la cabeza observándola.
Ella no respondió a eso, sabía que la respuesta era si, pero también sabía que el orgullo de su amigo lo haría negar todo acto de preocupación o interés por ella.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora