XIX - Lágrimas en la oscuridad

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Hilda abrió los ojos desorientada, de un momento a otro se encontraba en el piso tendida sin recordar bien que había sucedido. Más extraño aún, por qué estaba en el interior del Bosque Oscuro si lo había abandonado.

La chica levantó la vista buscando alguna respuesta al asunto hasta que la vió. De pie a unos metros estaba la bibliotecaria con sus prendas negras y ¿una escoba?

- ¿Qué estas haciendo tu aquí? - Pregunto la peliazul poniéndose de pie.

- Nada interesante pequeña, solo recolecto algunas cosas.

¿Recolectar cosas? Eso no encajaba en su cabeza. Sin duda alguna había algo extraño en ella desde el momento que la conoció, y ahora era más extraño aún que estuviera dentro del Bosque Oscuro en medio de la noche a kilómetros de Trolberg.

- ¿Qué haces aquí? - Volvió a preguntar desafiante ya de pie. Un pequeño recuerdo se hizo presente en la cabeza de la chica, ella fue quien la empujó dentro del bosque. - Espera, fuiste tu la que me empujó aquí. ¡Responde de una vez!

La chica de puntas moradas dio media vuelta hacia la peliazul que mantenía esa expresión temeraria.

- Bien, responderé. - Dijo con calma extendiendo sus manos mientras la escoba flotaba junto a ella. - Sólo vengo al bosque con la humilde intención de recolectar ingredientes para mis proyectos.

Aquella respuesta no ayudó a Hilda, y ver la escoba levitando en el aire la confundía aún más. Ingredientes, escoba que vuela, mujer de negro ¿acaso era una bruja?

- Bruja, ¡eres la bruja!

La mujer asintió con una sonrisa.

- Bueno Hilda, te agradezco a ti y tu amigo por traerme hasta aquí. Jamás creí que podría pasar pero al fin lo logré. Adiós. - Dijo extendiendo su mano mientras avanzaba entre los árboles.

- Un momento, fuiste tu la que hechizo a Eddie. Devuélvelo a su forma original y quita tu hechizo, lo daña. - Exigió la peliazul.

La bruja volvió a dar cara a la chica con una expresión de sorpresa.

- Niña, al hechizarlo le había devuelto su forma original ¿o acaso no te dijo que antes era un humano?

Esas palabras la congelaron de pies a cabeza, Eddie era humano.

- De todas formas ya le quite el hechizo y mantuve su forma original para que viva sin espantar a las personas como antes.

- ¿Qué? - Dijo casi sin voz.

- Te ves sorprendida. Me encantaría seguir charlando pero las noches de luna llena no duran para siempre y tengo una barrera mágica que destruir. Las piedras megalíticas no caen solas y con ellas en mi camino no podré llevarme mis ingredientes. - Dijo con una sonrisa siniestra mientras se marchaba.

Las brujas a lo largo de la historia siempre se han abastecido de extraños y macabros ingredientes para sus conjuros o hechizos. En este caso no era la excepción.
La joven bruja de puntas moradas anhelaba las esencias de todas las criaturas mágicas que habitaban los bosques. Cada una le servía como ingrediente para sus novedosos hechizos. Era una creadora.

Pero como mucho en este mundo, habían cosas comunes y otras exóticas. Como lo era la esencia de un hombre árbol maldito por el mismísimo guardián del bosque.
Aquella historia que una vez le contó su abuela vivía como un recuerdo de cuentos viejos. Pero se volvió real cuando escucho a la chica de cabello azul hablar de su amigo "hombre árbol" que vivía en el bosque, completamente solo desde que ella tenía uso de razón.
Fue entonces que se propuso obtener de alguna manera la esencia mágica de él. Pero cuando vio la oportunidad de ingresar al impenetrable Bosque Oscuro y destruir la barrera que lo protegía, su prioridad cambió.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora