XIII - El árbol de luces

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Solo el silencio y la tensión reinaba entre los compañeros de viaje que caminaban lado a lado sin siquiera mirarse.
Hilda observaba a su mascota constantemente, y de vez en cuando desviaba la vista al rubio que sólo se enfocaba en el camino.
Desde que dejaron la cabaña de Carl ninguno intercambio palabra alguna, no solo porque como de costumbre Eddie no hablara casi nada, sino que ninguno tenía algo que decir.

Hilda pensaba constantemente en lo que había escuchado tras la puerta. Y una nueva duda afloró en su curiosidad, ¿alguna vez él se había enamorado?

- Oye Eddie. - Se osó a preguntar al fin.

Él no le dirigió la mirada, seguía caminando en línea recta mientas movía la cabeza para dar a entender que si la escuchaba.

- ¿Mmh?

- ¿Alguna vez te has enamorado?

El chico se detuvo en seco y observo con el ceño fruncido a la peliazul. Era sorprendente su capacidad para hacer preguntas de la nada misma.
No le respondió, solo estaba ahí viéndola con cara de no entender a qué iba ese cuestionamiento. Finalmente optó por negar con la cabeza.

¿Si alguna vez se había enamorado?
Esa pregunta era fácil de responder para él, claro que no. Detestaba la compañía y nadie lo aguantaba cerca por mucho tiempo, no cabía en su cabeza la idea de que alguien se enamorara de él. Aunque esa no era la respuesta ciertamente.
Si hablaran de amor en general, podría decirse que si lo había experimentado, hace mucho tiempo por su padre. Pero tal vez la chica no se refería a ese tipo de afecto. Se notaba por su expresión en el rostro y el rubor. Lo preguntaba de otra manera.

- ¿Por qué preguntas? - Dijo en seco reanudando la marcha.

- Curiosidad.

- Entonces si nos estabas espiando.

Hilda cambio su semblante por completo, la estaban atrapando.
Disimuladamente se volteo y mantuvo un semblante relajado hacia el frente.

- Solo era simple curiosidad. - Dijo disimulando seriedad.

El rubio esbozó una sonrisa entretenida por unos segundos mientras veía a la chica caminar, ella era entretenida.

Mientras mantenían su camino, en el suelo se vio una gran cantidad de siluetas que se movían en dirección contraria a la de ellos. Ambos jóvenes levantaron la mirada y observaron un gran número de criaturas peludas que volaban dispersas haciendo sonidos ululantes.

- ¡Son Woff! - Grito emocionada la chica saludando al cielo. - ¡Hola amigos!

Los gritos de ella llamaron la atención de un pequeño grupo. Descendieron sin prisa y observaron de cerca.
La peliazul sacó de su mochila una bolsita llena de dulces, esto atrajo aún más a los Woff.
No había duda de que Hilda disfrutaba estar con las criaturas, cualquiera que fuera.

- Hace tiempo los dibuje en mi libreta, pero quedó inútil cuando el trol la lleno de saliva.

Él asintió de brazos cruzados, claro que recordaba eso, después de todo fue el quien devolvió el pequeño libro a su dueña.

Aquellas criaturas parecían fascinadas con los dulces que les daba la chica, y ella lo parecía más con la compañía de ellos.

- ¿Crees que me dejen subir en su lomo? - Pregunto con una sonrisa mientras acariciaba el pelaje naranja.

- Yo no lo haría.

Aunque le dijera eso sabía que la chica lo haría de todas formas, era una temeraria.
Fue cuestión de segundos para ver a la peliazul subir por el pelaje de una de las criaturas que no parecía molestarse. Algo que tranquilizo un poco al rubio.
El woff se elevó en el aire unos cuantos metros dando pequeñas vueltas.
Hilda podía admirar la belleza del lugar desde lo alto, y pudo divisar muy a la distancia el gran árbol del que le había hablado Carl.
Después de ese árbol debían llegar a las grandes montañas y finalmente llegarían al Bosque Oscuro.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora