La pequeña niña de ocho años de edad cogía flores del inmenso jardín tras su gran (mansión) casa, al tener unas cuantas rosas blancas en sus pequeñas manos corrió junto a sus padres que se encontraban sentados frente a la piscina, en las tumbonas color menta.
Ella se acercó a su padre y le tendió las rosas. Este las aceptó muy sonriente y la cargó en sus piernas.
–Son muy lindas... ¿verdad papi?– dijo la pequeña.
–Si, April son muy hermosas al igual que tu– le respondió a cambio su padre.
Su sonrisa se agrandó mas y miró a su madre. Su escultural cuerpo luciendo solo ropa para bañar, ella la admiraba como madre y como ejemplo a seguir. Soñaba con ser así de hermosa algún día y poder ser como ella. Sumida en sus pensamientos la niña no había notado la presencia de su hermano.
Un niño de ojos verdes, tes blanca, cabello castaño, y a pesar de tener doce años ya era muy guapo y deseado por sus pequeñas amigas. Pero recordaba su promesa, esa que hicieron en el cuarto de piano cuando el le prometió que ella seria quien decidiera a sus novias y él a sus novios. El niño se sentó en otra tumbona frente a su madre, con la vista fija en el agua de la gran y amplia piscina.
Ella se bajó de las piernas de su padre y corrió tomando la mano de su hermano, hacia el laberinto de arbustos crecidos a mitad del jardín trasero. Una vez allí ambos se sentaron en el centro y ella le tendió una rosa blanca.
–¿Que?– preguntó él.
–Ahora, estas son mis favoritas– sonrió– ya no son los tulipanes.
–Ah ¿no?– fruncio el ceño. Ella negó.
–Son mis favoritas porque son las flores mas abundantes de todo el jardín, crecen en todas partes, son muy lindas y tienen un aroma muy delicioso... Mas que los tulipanes.– ella parpadeó unas cuantas veces y él le sonrió.
–De acuerdo, pero recuerda que a mamá no le gustará que lleves algunas dentro– le recordó– solo no las cortes. ¿entiendes?
Ella asintió. Luego de unos minutos ambos volvieron dentro de la mansión a cambiarse, el se fue a su cuarto pero ella quería comer una manzana así que caminó a la cocina y se encontró con sus padres charlando en el lugar. Asomó la cabeza solo para escucharlos y luego contarle a Noath.
–Esta bien...– decía su padre– ... Pero no quiero que los niños lo sepan.
–No lo van a saber... Ninguno de los dos– su madre se escuchaba agitada.
La pequeña niña no lograba entender de que hablaban sus padres pero tampoco le importó. Entro sin avisar, deteniendo su charla, abrió la nevera y sacó una de las tantas manzanas. Salió muy contenta y se despidió de ellos con una agitación de manos.
Sus padre se quedaron viendo al no saber si la niña había escuchado su platica. Se pusieron nerviosos y trataron de disimularlo llevando a ambos a comer helado en la calle 23, cerca de la Avenida Collejas.
En una hermosa (y lujosa) heladería. Ambos niños se sintieron felices al estar en el gran lugar. Sus padres solo pensaban en que si se lo ocultaban tal ves seria lo mejor pero si se lo contaban no sabrían como seria su reacción al ser solo unos niños. De alguna manera u otra lo sabrían algún día pero preferían comentárselo hasta que ambos tuviesen la edad apropiada para saberlo. Hasta entonces se lo guardarían.
Aunque no seria por mucho tiempo, y lo sabían...
ESTÁS LEYENDO
La pianista ♪♪
Mystery / ThrillerCierra los ojos... imagina que es real. Piensa en un futuro no muy lejano... acorde con la realidad... en el que ambos podamos estar... para iniciar una vida sin final.