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Zean era uno de los típicos chicos ricos, lindos y con fama. Él nunca había experimentado lo que era sentir, amar o querer. Era una persona que sabía escoger a sus amistades muy detalladamente.
Era alguien reservado, frío y distante. Si lo mirabas de lejos podrías pensar que es alguien agradable y generoso pero en realidad era todo lo contrario a eso, era el tipo que una de cada diez personas era de su agrado. Y como había mencionado antes el jamás había sentido algo por alguien hasta que una hermosa chica de ojos azules y cabello castaño llamó su atención. En el instante en que se le dio la oportunidad, la besó, no iba a perder la oportunidad. Ella lo había vuelto loco desde el instante en el que se toparon en uno de los pasillos del instituto, cuando "accidentalmente" se le cayeron los libros y cuadernos que llevaba en sus pequeños y delgados brazos. Le gustó al instante, al no ser consiente del sentimiento que sentía.
Había soñado con ella en varias ocasiones y le agradaba el encontrarcela en sueños. Ese mismo día él había soñado con ella.
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Al día siguiente se levantó algo mejor (ya que noche tras noche conspiraba con el numero) bajó y desayunó solo. Se cambió de ropa, subió a su auto (un lexon 230) y arrancó rumbo al instituto.
Al llegar dejó su auto en el aparcamiento y caminó hacia la entrada del instituto. Al andar por los pasillos ganaba una que otra mirada coqueta por parte de las alumnas. Era atractivo y lo sabía, pero no era algo que le gustaba lucir a diario. Tenia un cuerpo esbelto y muy bien torneado, un cabello suave y sedoso, ojos color gris claro, dientes alineados y blancos, y para rematar tenia la piel blanquisea como la nieve incluso podrías llegar a creer que era un vampiro.
–Hola Zean– lo saludó una vos femenina tras él.
Él simplemente la observo por encima de su hombro y siguió andando. Ella lo siguió y tomo su brazo.
–¿No piensas saludarme?– ella preguntó– esta bien... Oye dime ¿nos podemos ver después de clases?
Él cambió de expresión al verla tan cariñosa con el. Se safó de su agarre y la miró mal, no respondió y volvió a caminar. Ella esta ves se quedó a tras, observando su ancha y linda espalda.
–¡Nos vemos luego!– se escucho su grito por todo el pasillo.
El odiaba ese tipo de personas, tan cariñosas y confianzudas no le agradaban las personas así. Bueno April era la excepción. Ella podía ser dulce y tierna cuando ella quisiera, le asentaba bien y la hacia verse aun mas adorable y eso le gustaba a él.
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A la hora del almuerzo Zean se encontraba en la oficina de su padre (que aun seguía en reposo) tratando de descifrar el numero. Dividiendo, sumando, multiplicando, restando cifras acorde a su vida. Una parte de él hacía que se sintiera estúpido por haber involucrado a April en toda la mierda de la conspiración y ahora tenía que ayudarla a salir.
El joven pensó en la cantidad de cuerdas que tenia su violín, y también en la edad que tenia cuando se lo compraron : 4 × 8 = 32. El 23 al revés.
Pensó luego en la edad de su padre y en los años que estuvo cazado con su cruel madre :
38 - 15 = 23.Su color favorito (en la lista de colores) tenia la posición numero 23. El negro.
Luego pequeños fragmentos de algo que leyó llegaron a su mente. Era una secuencia : 35 + 11 = 46. Pero sacándole mitad al numero daba : 23.
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La pianista ♪♪
Misterio / SuspensoCierra los ojos... imagina que es real. Piensa en un futuro no muy lejano... acorde con la realidad... en el que ambos podamos estar... para iniciar una vida sin final.